Un mural borrado y una lucha que camina

Mayra Irasema Terrones Medina FOTOS: FPDT

México, DF. Como un intento de provocar una confrontación interna, el mural del auditorio “Emiliano Zapata”, de San Salvador Atenco -que representa diversos episodios de la defensa de la tierra ante la construcción del aeropuerto- fue borrado por un grupo de priistas, señalan desde el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra. Los ejidatarios, en cambio, obligaron a los tres niveles de gobierno a comprometerse a reparar la obra de arte.

La autora de este ensayo hace un recuento de los obstáculos que venció el movimiento desde que surgió, en 2001 –como lograr detener un decreto expropiatorio y liberar a presos con más de cien años de condena-, para señalar que tampoco le será imposible al movimiento superar las fracturas sociales que el gobierno y los priistas promueven en sus pueblos.

Seis imposibilidades que logró Atenco

La primera: derogar un decreto expropiatorio

El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) nació en el 2001, resultado de la lucha que llevaron a cabo, por lo menos, 19 comunidades de la región de Texcoco y el municipio de Atenco. Este movimiento supo dar una batalla que duró nueve meses y que le valió uno de los triunfos más emblemáticos de las últimas décadas; logró derogar un decreto expropiatorio, y puso en la mesa un cuestionamiento que, antes de este movimiento, no tuvo lugar para las comunidades campesinas e indígenas. La expropiación fue, hasta entonces, el mecanismo de despojo territorial más efectivo desde la conformación del Estado Nación pos revolucionario.

Antes del movimiento del FPDT, no se cuestionó con tanta contundencia lo que los  distintos niveles de gobierno hacen con los terrenos que les despojan a campesinos y comunidades. Se pensaba que la expropiación es ineludible, sobre todo porque se dice que las tierras son para construir  infraestructura que beneficia a  las comunidades afectadas y para el progreso de la nación. Los terrenos de las comunidades que conformaron el FPDT se expropiaron para la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.

El proyecto aeroportuario del 2001 contempló la construcción de tres nuevas pistas con una capacidad de 300 mil operaciones anuales cada una, y un sistema de distribución de pasajeros y de mercancías principalmente hacia la Ciudad de México (aunque también a los estados de Puebla, Hidalgo, Querétaro y el propio Estado de México), que implica la construcción o ampliación de vías terrestres y un tren ligero, y la construcción de un nuevo centro urbano con oficinas, comercios y centros culturales como puerta de entrada a la Ciudad de México.

Esta proyección no beneficia a las comunidades que habitan, siembran y significan sus espacios territoriales, lo que indignó a los habitantes. Se inició una lucha frontal para defenderse y manifestar su inconformidad de diversas formas. Esta decisión firme hizo posible que los campesinos y pobladores de esa región obligaran al Gobierno Federal a derogar el decreto expropiatorio, algo que se pensó imposible.

La especulación de las tierras es todavía una de las estrategias que usan los gobiernos para romper el consenso de las personas que habitan estas comunidades. En esos tiempos se inició una ruptura en el tejido social que hoy persiste. Para las comunidades atenquenses, significó una ruptura familiar en la propia comunidad.

Durante los días de resistencia hubo muchas dudas; sólo el tiempo, la comprensión de lo que implica la expropiación y la convicción de los pobladores  por mantener a sus familias unidas, hizo que todos estos pueblos tomaran  la decisión de mantenerse en la resistencia hasta las últimas consecuencias. El triunfo fue un trabajo que con el tiempo logró romper la dinámica contrainsurgente que los gobiernos utilizaron en las comunidades para doblar su convicción. El FPDT representó entonces, para muchos movimientos sociales, el ejemplo de un movimiento social que logró cambiar el rumbo de su historia.

La segunda: La creatividad como forma de lucha.

Tanto en el 2001 como en el periodo del 2006 al 2010, el FPDT construyó formas diversas para llevar a cabo su defensa de la tierra. Una de las innovaciones fue la  decisión de las comunidades de sacar a los partidos políticos de su lucha. Este movimiento social decidió que la batalla que darían es como pueblos, sin ninguna camiseta que intervenga en las decisiones de las comunidades.

Algunos de  los ejidatarios entregaron por escrito una renuncia a su militancia al Partido Acción Nacional (PAN), porque Vicente Fox se consideró como el mayor traidor a los pueblos y perteneció a este partido político. Otros pobladores dejaron de militar en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y en el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

En el 2001, los atenquenses montaron barricadas en sus comunidades para vigilar sus tierras. Sacaron máquinas y a personas ajenas que pretendieron iniciar los trabajos del aeropuerto; también hicieron una vigilancia comunitaria que recorrió todos los días los terrenos de sus comunidades.

Las comunidades marcharon un sinfín de veces, hacia la ciudad o a cualquier acto en que se presentara Arturo Montiel Rojas, gobernador en turno del Estado de México. Esas manifestaciones fueron acompañadas con sus instrumentos de trabajo, incluyendo el machete, que a pesar de que fue descalificado en los medios masivos de comunicación como un arma blanca, hoy se reconoce como el símbolo de lucha del movimiento atenquense.

Algunas manifestaciones fueron a caballo y otras terminaron en conflictos con la policía federal, estatal o municipal. En todas ellas se evidenció que fueron los cuerpos de seguridad quienes iniciaron la confrontación, aunque se trató de descalificar al movimiento como violento.

Una estrategia conjunta fue la legal. A pesar de que lucharon en el terreno político y demostraron mediante manifestaciones su inconformidad por el despojo de sus tierras, los atenquenses no dejaron de lado la defensa legal. En ese momento fue menos visible, pero jugó un papel fundamental para demostrar que los seis ejidos de Atenco y de las demás comunidades texcocanas no abandonaron el campo; al contrario, se hizo evidente el abandono por parte del gobierno hacia esos ejidos.

El FPDT diversificó la lucha y decidió sus acciones mediante consenso en las asambleas generales (2001), que luego se convirtieron en asambleas del movimiento (después del 2006). Esa forma de toma de decisiones les permitió resguardar la autonomía en sus decisiones. Se escucha a todas las voces solidarias, pero es el Frente quien toma las decisiones de sus acciones, tanto políticas, como jurídicas y solidarias.

La tercera: todos somos Atenco.

Muchos movimientos sociales, comunidades, organizaciones, colectivos, se acercaron a solidarizarse con el FPDT desde el 2001. El movimiento recibió a cada uno de ellos y, sin entremeterse en  las diferencias, logró que muchos movimientos sociales lucharan junto a ellos con un objetivo común: la defensa de la tierra.

Las distintas corrientes de lucha del universitario Consejo General de Huelga (CGH), sindicatos, organizaciones campesinas e indígenas, colectivas de la ciudad y el campo, individuos, comunidades y organizaciones no gubernamentales, son reconocidas en Atenco por su solidaridad y resistencia conjunta.

Para Atenco, tanto el triunfo del 2001 como la liberación de sus presos en el 2010 fueron triunfos de todos estos movimientos. En los dos momentos más álgidos que vivió el FPDT, la consigna “¡Todos somos Atenco!” cobró un sentido de verdadera solidaridad, y lo imposible se volvió probable.

La cuarta: solidaridad no es un programa que impulsó Salinas de Gortari.

El movimiento acompañó a un sinfín de luchas desde que inició su resistencia, cuando  logró derogar el decreto expropiatorio. Para el 2006, el FPDT se  convirtió en un referente regional, nacional e internacional. Junto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el movimiento atenquense fue reconocido por muchas organizaciones, y el mismo movimiento buscó reconocer a cada uno de los movimientos sociales que, como mencionan ellos, puso su granito de arena.

La palabra solidaridad fue re-significada por el movimiento atenquense. El acompañamiento del FPDT a otros movimientos y viceversa es, como dice la consigna, hombro con hombro y codo con codo.

La quinta: Una venganza que no cumplió su objetivo.

Es conocida la represión que vivió Atenco el 3 y 4 de mayo de ese año 2006. Se televisó por cadena nacional la represión que marcó un fuerte golpe para las comunidades atenquenses, y dejó un saldo  de dos muertos, más de 200 detenidos -entre pobladores de la comunidades y organizaciones adherentes a La Otra Campaña- y más de 30 mujeres que fueron torturadas sexualmente.

Las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el Estado mexicano al llevar a cabo esta represión fueron constatadas por diversas instancias nacionales e internacionales, pero ningún autor material o intelectual fue castigado. Después de cuatro años de pelea, en el 2010,  el FPDT y quienes se solidarizaron con él lograron que la Suprema Corte de Justicia de la Nación liberara a los presos retenidos por la federación. Una imposibilidad más fue ganada.

La defensa  legal y la presión de quienes se sumaron a la campaña por la liberación de los presos de Atenco, lograron que ésta se hiciera realidad -incluyendo a los tres sentenciados a más de cien años de prisión. También se liberó de los cargos a quienes permanecieron en el exilio durante esos años.

En la defensa de los presos políticos, lo legal cobró el mismo peso que lo político. Una vez más, se le arrebató un pedazo de justicia al grupo en el poder, pero la justicia para las mujeres torturadas y para Alexis Benhumea y Javier Cortés, asesinados, aún no llega.

La sexta: Un mural borrado dice más que un mural pintado

La ruptura en el tejido social y las secuelas de la represión siguen presentes en las comunidades de Atenco, pero una apuesta del movimiento social, desde el 2001, es la recomposición de sus familias y  de la comunidad. La apuesta parece imposible, pero el FPDT está acostumbrado a las imposibilidades.

Muchas comunidades en México fueron fracturadas intencionalmente. El caso del Municipio Autónomo de  San Juan Cópala deja claro que los partidos políticos dividen a las comunidades por intereses particulares, que regularmente se relacionan con los recursos naturales que las comunidades poseen; crean una cortina de humo para que  se vea como una ruptura entre dos grupos de la comunidad e y se invisibilice su intervención.

La mayoría de los pobladores de Atenco no entran en confrontación porque tienen claro que eso le sirve al grupo de poder que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto para romper por completo el tejido social de los atenquenses.

Los integrantes del FPDT  tienen claro que los atenquenses no son los enemigos, aunque un grupo de priistas intenta constantemente quebrar todavía más el tejido social de estas comunidades. Este grupo recibe apoyo de los gobiernos municipal, estatal y federal.

El sábado 7 de diciembre de 2013, el FPDT denunció que, en el centro de de San Salvador Atenco, un grupo de choque alentado por la representación del Comisariado Ejidal de Atenco (recién electo y de filiación priista) dañó en su totalidad los murales plasmados en la fachada del Auditorio Municipal “Emiliano Zapata”, en el exterior del edificio del Comisariado Ejidal, así como los que se encontraban en el interior del mismo edificio.

La acción contra el mural indignó a muchos integrantes del FPDT, que se presentaron para impedir la acción, pero el grupo de choque golpeó a las pobladoras. La policía municipal intervino para “calmar los ánimos”, pero en vez de impedir que borraran el mural, hizo una valla que le permitió al grupo pintar en su totalidad la casa ejidal.

El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra no buscó la confrontación. Por el contrario, sentó a dialogar al presidente municipal y a un representante del gobierno federal, quienes se comprometieron a reparar el daño. El mural quedó en resguardo de los tres niveles de gobierno en el acuerdo político que se firmó en 2003, producto de la lucha por la defensa de la tierra.

Los distintos niveles de gobierno tendrán que dialogar con el comisariado ejidal que ellos impulsaron, y deberán cumplir con el acuerdo del 2003. El FPDT no cayó en la provocación. Tener claras las demandas y  a quién deben hacerse también es una de las cosas que el movimiento atenquense supo poner en la mesa públicamente.

El grupo de poder que hoy gobierna le apuesta al olvido, mientras el FPDT le apuesta a la memoria –la misma que logró que el movimiento #Yosoy132 confrontara a Peña Nieto en su campaña presidencial.

Un mural borrado de una pared, señalan desde Atenco, no podrá  exterminar la lucha justa que el FPDT camina.

Publicado el 16 de diciembre de 2013

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