Migrantes y sus defensores en Tabasco, en la mira del crimen organizado

Adazahira Chávez Fotografías: Espoir Chiapas

México. “A mí me mandan señales, pero a los migrantes que vienen caminando, que cruzan la frontera, que se suben al tren, a ellos sí los están matando”, señala Fray Tomás González al referirse a la presencia, en los alrededores del albergue de migrantes que dirige, de un integrante del crimen organizado que lo tiene amenazado de muerte y que apenas tres semanas antes había sido detenido.

El religioso, que encabeza el albergue para migrantes La 72, no minimiza el riesgo, pero se preocupa por quienes considera que están más desprotegidos ante la estrategia “diabólica” del Estado y del crimen organizado. Los ataques contra él y sus colaboradores se suman a la ola que también tocó, a principios de 2013, a la Casa del Migrante de Saltillo, Coahuila.

El criminal en cuestión, conocido como “La Shakira”, paseó por los alrededores del albergue el 6 de abril y hasta se dio el lujo de platicar con los policías que resguardan a La 72 de las amenazas suyas y de sus cómplices, denunciados penalmente por los migrantes por extorsión y amenazas, y liberados por las autoridades.

En entrevista telefónica con Desinformémonos, el religioso señala que pese al clima de tensión, el albergue sigue trabajando. “Nos acaban de llegar ocho personas que fueron asaltadas ahí, pasando el retén de la policía”, señala indignado.

Consciente de que la labor de auxilio a los migrantes entorpece las ganancias del crimen organizado y de las autoridades cómplices, señala que la única solución que hay es la unión: “No podemos aislar las luchas de los pueblos originarios, de los maestros, de las mujeres, de los homosexuales y lesbianas, de los migrantes. Tenemos que hacer algo”.

Albergues, oasis en el desierto

Los albergues para migrantes son oasis donde no solamente se les proporciona comida, bebida y un lugar para descansar. Quienes ahí sirven asumen también la defensa de la dignidad de los migrantes, y el visitante que sale de ahí “debe salir con otra identidad, no con la vista hacia abajo, no dejándose humillar por los cuerpos policiacos, no pensando que es un delincuente por no traer papeles”, señala Fray Tomás. “Junto con ellos queremos revertir esta historia”.

Tanto La 72 como otros centros de defensa de migrantes realizan cada semana santa el Viacrucis del Migrante, una escenificación de la pasión de Cristo donde se convoca a los habitantes de los pueblos a que escuchen el testimonio de los migrantes y se habla de cómo defender sus derechos en el largo camino que les espera.

Con su labor, los intereses que tocan los defensores de los migrantes son muy fuertes, señala el religioso. Dos datos dan pistas de la dimensión del negocio: el primero es que por cada migrante secuestrado, los criminales exigen entre cinco y siete mil dólares, y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos reportó 20 mil casos en 2010; el segundo es que subir al tren conocido como La Bestia tiene como cuota cien dólares por persona en cada estación -tema que La 72 denuncia desde noviembre de 2012. Con esto “imagínate las ganancias del crimen organizado y las autoridades asociadas con ellos”, advierte.

Las ganancias económicas no son la única motivación detrás de los ataques a los migrantes y las amenazas a sus defensores. “Es una estrategia diabólica del Estado Mexicano” para inhibir la migración del sur del continente americano, resume Fray Tomás. Eso no es una política migratoria, señala, sino una guerra abierta contra los migrantes con el uso de paramilitares arriba del tren.

Estas personas armadas, que en principio eran mexicanos, ahora se internacionalizan porque “juegan con la pobreza y el hambre que padecen los migrantes en el camino”, denuncia el sacerdote. “Les ofrecen, por decir, 500 pesos por espiar al albergue. Así empiezan a cooptar a la gente y acaban como sicarios. Están lucrando con la pobreza de la gente y eso es algo vergonzoso, tremendo y diabólico”, sentencia.

Las amenazas

Fray Tomás González está al frente de La 72, albergue temporal para migrantes ubicado en Tenosique, Tabasco, desde su creación en abril de 2011. El sitio tomó su nombre en recuerdo del igual número de migrantes asesinados por el crimen organizado en agosto de 2010 en Tamaulipas. La 72, con tan sólo dos años de existencia, ya se hizo acreedora a medidas cautelares debido a las cinco agresiones de las que han sido objeto en tan sólo cuatro meses.

El 17 de marzo, las amenazas llegaron a su clímax y fueron directamente contra la persona de Fray Tomás y de quienes denunciaron penalmente a los extorsionadores. Los integrantes de La 72 dieron parte a las autoridades y fueron capturadas tres personas –que no son los peces gordos, precisa el sacerdote-. Sin embargo, unos días después las autoridades liberaron y deportaron a los acusados (un salvadoreño y dos hondureños), a quienes los migrantes identifican como sus extorsionadores. Para el 6 de abril, “La Shakira” se encontraba ya rondando el exterior del albergue y platicando con los policías que supuestamente resguardan el lugar.

El sentimiento que prima en el albergue ante esa “vergonzosa procuración de justicia” es de rabia e indignación, señala Fray Tomás. “El Ministerio Público no integró adecuadamente la averiguación previa, el juez los dejó libres sin consultar bien la consignación del MP y el Instituto Nacional de Migración los deportó sin avisarnos”, informa. El autor de las amenazas es parte de una banda internacional del crimen organizado “y regresan a México cuando se les antoja”.

El mensaje que interpretan desde La 72 es: “Nosotros podemos más que ustedes, nos pasamos por el arco del triunfo sus denuncias y sus movilizaciones; aquí volvemos a estar y viene algo más duro”, declara Fray Tomás.

Las patrullas municipales y federales rondan el albergue; estos últimos a veces los acompañan a sus actividades, pero en La 72 no les tienen confianza: “Esos 2 mil que reprimieron en Guerrero a los maestros son los que nos cuidan a nosotros, y en el minuto en que se les antoje a las autoridades nos reprimirán a nosotros”, dice el religioso a manera de ejemplo.

Fray Tomás decidió no aceptar la escolta personal que se les ofreció porque “no se trata de ayudar a uno. Las rutas migratorias siguen desprotegidas; a mí me amenazan, pero a los migrantes los matan”.

En los días posteriores a la amenaza del 17 de marzo, organizaciones de defensa de los migrantes señalaron en comunicado que “las acciones emprendidas por los tres órdenes de gobierno siguen siendo sumamente ineficaces, fundamentalmente porque no se enfocan a atender las causas que originan esta situación de inseguridad”.

¿Quién defiende a los defensores?

Fray Tomás reconoce que sus aliados no están en la Procuraduría General de la República, que libera a los criminales que los amenazan; ni en el Instituto Nacional de Migración, del que piden su desaparición porque está copado por la corrupción; ni en la Secretaría de Gobernación, que los inscribe al mecanismo de protección de defensores de derechos humanos y “lo único que nos envía es una patrulla y ocho cámaras”.

La solución al problema, señala el religioso, no viene de arriba: “Viene desde abajo, como nos enseñaron los pueblos originarios de Chiapas”. Este momento, finaliza, “es el de la solidaridad entre todas las luchas, entre todas las fuerzas, entre todas las rabias y, finalmente, entre todas las esperanzas”.

Publicado el 15 de abril de 2013

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