Pueblos indígenas y megaproyectos en México

Francisco López Bárcenas

Foto: Heriberto Rodríguez

México. Las luchas indígenas de las últimas décadas en México –y en general en América Latina- se encuentran marcadas por los nuevos rumbos que el imperialismo capitalista ha tomado para entrar a una nueva fase económica que diversos analistas denominan “acumulación por desposesión”. De acuerdo con esta tesis, una vertiente importante del capital se está enfocando a despojar a los pueblos de sus riquezas naturales. Aguas, bosques, minas, recursos naturales y los saberes ancestrales y conocimientos asociados a su uso común están perdiendo el carácter de bienes comunes para beneficio de la humanidad que por siglos han mantenido, para convertirse en propiedad privada y, por lo mismo, en mercancía, lo que representa un nuevo colonialismo, más rapaz que el sufrido por los pueblos indígenas de América Latina entre los siglos XV y XVIII. Los pueblos lo saben; por eso, lo resisten y luchan por liberarse de él.

Para darse una idea de lo profundo de esta transformación, es bueno traer a cuenta que la legislación civil decimonónica, recogiendo principios generales de derecho, estableció que sólo pueden ser objeto de apropiación las cosas que no estén excluidas del comercio, lo cual puede ser por su naturaleza o por disposición de la ley. De igual manera, expresa que están fuera del comercio, por su naturaleza, las cosas que no pueden ser poseídas por algún individuo exclusivamente -como el sol o el viento- y por disposición de la ley, las que ella declara irreductibles a propiedad particular -como la tierra y el agua en México, después de la Revolución Mexicana- porque interesa que todos puedan acceder a ellas para satisfacer sus necesidades. Es importante notar que fue el propio derecho privado el que durante muchos años estableció que los bienes que no podían ser reducidos a propiedad privada eran todos aquellos necesarios para la existencia de la vida, como el agua, los alimentos y los bosques, que proporcionan aire limpio para respirar.

Pero ahora ese principio está siendo rebasado porque los individuos, en este caso las empresas trasnacionales que controlan el mercado de los alimentos y la industria farmacéutica, intentan apropiarse a toda costa de lo que hasta hace algunos años resultaba inapropiable. De ahí viene la lucha de los pueblos indígenas para oponerse a tales pretensiones. Detrás de sus reivindicaciones se encuentra la decisión de defender sus recursos naturales, que son el sustento de su vida y su futuro como pueblos; pero eso no es suficiente para que las empresas transnacionales desistan de sus pretensiones de apoderarse de ellos para convertirlos en mercancía. Hasta ahora, los gobiernos nacionales han jugado del lado de estas empresas de diversas maneras: modificando los marcos jurídicos que convierten los bienes comunes en propiedad privada, generando políticas que liberalizan la apropiación de esos bienes y poniendo a las organizaciones represivas a su servicio y contra el descontento. Frente a tanta agresión, la sociedad reacciona, se moviliza, protesta.

Para entender la forma en que se da este fenómeno en México, el presente documento ofrece una panorámica del territorio mexicano y sus pobladores, poniendo énfasis en los pueblos indígenas y sus territorios; las formas de despojo que se establecen en legislación mexicana, la mayoría de las veces de manera subrepticia, y ejemplos concretos de cómo esto se materializa en la vida cotidiana. Para quienes pensamos que el desarrollo debe tener en el centro de sus preocupaciones a la gente, entender estos fenómenos es necesario para poder tomar posición ante ello.

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Publicado el 15 de Octubre de 2012

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