Un dragón chino en año electoral

Alejandro Eguía Lis

Cancún, Quintana Roo. La población quintanarroense se mueve de nuevo en defensa de una causa en principio medioambiental, aunque el asunto es mucho más complejo e incluye aspectos de la globalización; es una batalla del conjunto Brasil, Rusia, India y China (BRIC) librada en suelo mexicano.

Dragon Mart es una megaproyecto comercial, turístico y costero que incluye la construcción de una desalinizadora, 3 mil 040 locales, 722 viviendas, una planta desalinizadora ?-entre otra infraestructura-, en un predio de 561 hectáreas ubicado en un ecosistema costero, y se ubica sobre el sistema de aguas subterráneas de la península de Yucatán, a menos de 3 mil 500 metros de la costa y de un área natural protegida.

Cada lado esgrime sus argumentos a favor o en contra del proyecto, los primeros postulan las recetas mágicas a las que nos tienen acostumbrados los tecnócratas: generará empleo, impulsará el comercio, atraerá inversión extranjera.

Mientras tanto los que se oponen les responden con consignas ambientalistas; hablan de la protección a los ecosistemas costeros, a los mantos freáticos, a la selva y al arrecife. También mencionan la protección a la producción artesanal del estado, defensa a lo “hecho en México”.

Pero también hay quienes se han dedicado a agitar el fantasma de la xenofobia, hablando de una invasión de chinos, que los empleos se reservaran únicamente para ellos, que las leyes mexicanas no aplicarán dentro del cuadrángulo del llamado Dragon Mart. Envalentonados, han llegado incluso a hacer lúgubres bromas acerca de la desaparición de perros y gatos de las calles del municipio.

El proyecto del Dragon Mart Cancún en sí, nos dicen en la página web que crearon los inversionistas, “es un desarrollo inmobiliario diseñado para albergar un Centro Internacional de Negocios para Exhibición y Venta de mercancías de comercio exterior, así como las instalaciones complementarias para prestar los servicios que demandarán sus usuarios”.

Según las reglas del neoliberalismo, esto resulta perfectamente legítimo, cumpliendo con todas y cada una de las reglas que los de arriba se han fijado para continuar acumulando riqueza sin importar realmente las consecuencias que esto le pueda traer al medio ambiente o a la sociedad.

¿Por qué entonces el encono?

Tristemente, una vez más la respuesta es sencilla: estamos en año electoral.

A lo largo de todo el 2012 hubo decenas de notas periodísticas acerca de la construcción y puesta en operación de un megaproyecto de capital mixto chino-mexicano conocido como Dragon Mart Cancún; sin embargo, muchas de estas notas pasaron desapercibidas.

Los focos rojos fueron encendidos por vecinos de Puerto Morelos, el centro poblacional más cercano al proyecto y que hasta hace poco había logrado mantener su aspecto idílico, por lo menos en la parte de la población aledaña a la costa, porque la otra parte – ubicada al oeste de la carretera que une a Cancún con Chetumal-, tiene ya todas las problemáticas de cualquier otra población de nuestro estado: calles sin pavimentar, falta de seguridad, invasión de terrenos, manejo inapropiado de desechos sólidos, etcétera.

Durante octubre y noviembre de 2012, una comisión de vecinos de Puerto Morelos expuso las problemáticas que veía venir, principalmente medioambientales. Contactaron tanto a la acampada del #YoSoy132 en el Parque 28 de Julio de Playa del Carmen como a la acampada que el Frente Libertario Cancunense mantenía en la Plaza de la Reforma de Cancún. Puerto Morelos está a medio camino entre estos dos destinos turísticos.

En ese entonces no se habló mucho al respecto, pero las cosas comenzaron a moverse a partir de diciembre, cuando operadores políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), disfrazados de ecologistas, iniciaron una campaña contra el actual presidente municipal de Benito Juárez -que es donde está ubicado Cancún-, acusándolo de haber dado los permisos de construcción para el Dragon Mart. Julián Ricalde Magaña, que gobierna este municipio en una coalición del Partido de la Revolución Democrática y el Partido Acción Nacional (PRD-PAN), cayó en la trampa e inició una serie de encuentros con distintos grupos de la sociedad civil encaminados a “solucionar el conflicto”.

Pero otros activistas pronto hicieron notar que todos los trámites habían sido llevados a cabo por parte del grupo de empresarios mexicanos asociados con el capital chino durante el mandato del anterior gobernador, Félix González Canto, del PRI. Más aún, se distribuyó una foto en la cual se veía al actual gobernador, Roberto Borge Angulo, muy institucional presidiendo una presentación de la maqueta del proyecto, con varias personalidades del estado ahí presentes, incluido Antonio Cervera León, presidente de la Asociación de Propietarios e Inversionistas de Quintana Roo (APIRQ).

En una nota periodística del 14 de junio de 2012  se señala que Borge Angulo “aseguró que el proyecto Dragon Mart será una realidad a partir de este año y cuyo alcance convertirá a Quintana Roo en una plataforma comercial a nivel nacional e internacional, además, fuente importante de empleos para los habitantes de la entidad”. Antes, en marzo, Cervera León “rechazó que el Dragon Mart sea un peligro para industrias nacionales”, ante las denuncias de los representantes de la industria del zapato. Durante años, Cervera León ha mantenido una campaña contra la Ley de Protección al Manglar, alegando que obstaculiza la inversión extranjera; es curioso que funja como coordinador de un movimiento ciudadano denominado “Actuemos ya por el corazón de Cancún”.

Julián Ricalde hizo suyo un problema generado por el priismo quintanarroense, y esta actitud sólo se puede explicar como una jugada en el tablero de poder de los de arriba, pues el PRI perdió la mitad de los municipios durante el proceso electoral anterior.

Pareciera que Ricalde busca restituir al PRI a sus viejas glorias, pero ¿a cambio de qué?

Con la llegada del 2013 se incrementó la presión social contra el Dragon Mart. Los ambientalistas han logrado el apoyo de muchos grupos a nivel local, nacional e internacional: Inclusive, el 3 de febrero los hacktivistas de Anonymous anunciaron que inutilizaron “sitios de internet del ayuntamiento de Benito Juárez, del Instituto de Impacto y Riesgo Ambiental, que otorgó permiso al proyecto, y de los tres poderes del estado de Quintana Roo”.

El asunto, complicado como es, pues enfrenta a los tres partidos políticos “grandes”, ya llegó a la federación. Se llevó a cabo el “Foro Nacional: Efectos Ambientales y Económicos de la Instalación del Dragon Mart en México” el 11 de febrero en el Senado de la República.

Un día antes, el domingo 10 de febrero, los vecinos de Puerto Morelos, así como colectivos e individuos solidarios, llevaron a cabo una clausura simbólica del proyecto. En ella incluso dialogaron con Juan Carlos López, director del proyecto. Entre los manifestantes estaban los ecologistas que iniciaron el tira y afloja entre el PRI y el PRD-PAN, que hace poco celebraban que “su” gobernador hubiera ordenado la demolición de un murete de contención en el Puente Calinda de la zona hotelera de Cancún. Sí, el mismo Roberto Borge que entre bambalinas continúa trabajando en favor del Dragon Mart.

Y así, se escribe un capítulo más de la destrucción del equilibrio ambiental en aras del mercado global, en una batalla en la que miden fuerzas el imperio agotado, Estados Unidos, con el imperio emergente, China, que desafiante, construye este proyecto en el “patio trasero” de Washington.

Al pueblo de Quintana Roo le puede importar poco el origen de la inversión; las condiciones de rezago económico, precariedad social, indefensión laboral, discriminación y falta de servicios han estado presentes desde siempre, no importa si el capital de aquellos que explotan y exportan la riqueza del estado sea estadounidense, español… o chino.

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