Periodismo de Abajo

Gloria Muñoz Ramirez

Te mato a ti, o mato a tu medio

No es noticia. En México matan, desaparecen, amenazan, hostigan, reprimen, asaltan, despiden, criminalizan y atemorizan periodistas críticos al poder. No importa si ellos y ellas trabajan o colaboran en grandes empresas de comunicación o difunden su trabajo en medios libres e independientes. La diferencia, en todo caso, es la visibilidad que obtienen unos y otros, pero sin duda el atropello es el mismo, como igual es la impunidad.

De manera paralela a las agresiones a periodistas, las presiones hacia los medios de comunicación también se incrementan. Ante la alarmante crisis de derechos humanos que se vive en México, considerada una de las más salvajes de las últimas décadas, la información que el Estado no quiere que se ventile es mucha. La vinculación directa de miembros del ejército y la Armada, de policías locales, estatales y federales, de funcionarios de cualquier nivel y de cualquier partido político envueltos en crímenes, casos de corrupción, complicidades con el crimen organizado, con transnacionales que despojan de sus territorios a los pueblos indígenas y un largo etcétera que nos les conviene que se difunda, tiene como consecuencia una feroz persecución, primero a la mano de obra, los periodistas, y al mismo tiempo a los medios que representan.

No son pocos los medios impresos y electrónicos que se ponen a modo, es cierto. Al igual que periodistas cómplices que se ganan a pulso el rechazo de la sociedad agredida. Es un verdadero alivio que ellos y ellas no formen parte de las listas negras, pues nadie tendría que ser, de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia, violentado por sus ideas.

En noviembre de 2015, Desinformémonos, este medio de comunicación que se abre paso desde el año 2009, fue objeto de un ataque informático, justo durante la cobertura de la persecución a normalistas de Ayotzinapa en Chilpancingo, Guerrero. Ese día los videos difundidos, hechos llegar por los propios normalistas agredidos por la policía, rebasaron los 2 millones de reproducciones. Las imágenes hablaban por sí mismas. Los jóvenes después relataron que fueron desnudados, que los acosaron sexualmente, que fueron quemados con cigarrillos por los policías.

Ese día, la recién estrenada página electrónica de Desinformémonos fue víctima de un ataque digital: Un tráfico ilegítimo de visitas con la intención de saturar y tirar la página con el fin de evitar las visitas legítimas. ¿Ordenado por quién? No sabemos. Lo que relatamos es el contexto. Ese mismo día, de las computadoras, los teléfonos celulares y dispositivos móviles desparecieron las contraseñas de los integrantes del equipo. Y en las pantallas y monitores se alertaba que estaban intentando entrar desde otros lugares. Francia o la India. Daba lo mismo.

Nada nuevo, es cierto. Pero el equipo de Desinformémonos vive desde entonces una nueva realidad. Nueve días después de lo ocurrido, mi domicilio fue allanado. El registro de mis pertenencias era avasallante. Mi ropa íntima fue manoseada y aventada en la cama. Se llevaron dos tabletas, revisaron papeles y el escritorio. Las cosas de aparente valor quedaron en su sitio. Nada que pudiera hacer pensar en un asalto común.

Las medidas que tomamos en equipo fueron las siguientes, por orden de importancia: la seguridad personal de nosotros, la del espacio de trabajo y la del equipo con el que ejercemos nuestra labor. Y todo con nuestros propios recursos, que de por sí son magros.

El pago del servidor por el tráfico ilegítimo se elevó de manera alarmante. Cuando hicimos las sumas nos dimos cuenta de que el ataque cibernético no sólo ponía en juego la difusión de la información en el momento, sino nuestra existencia como medio. Al no poder sufragar los gastos la ecuación era simple: desaparecemos.

Nos dimos entonces a la tarea de conseguir recursos para organizar una estrategia. Algo nos quedó claro. Desinformémonos tiene la difusión de un gran medio de comunicación sin la infraestructura de una empresa, sin espejos que de inmediato repliquen la información en caso de ataque, sin recursos para sostener un tráfico ilegítimo. Pero su alcance es tan grande que le preocupa a quien no le gusta.

Son ya tres meses sin parar. Establecimos protocolos de seguridad para los integrantes del equipo. Se reforzó la seguridad del espacio en el que laboramos. Y entramos de lleno a la seguridad digital. Estamos en proceso de mudanza al software libre. Aprendemos junto a compañeros que nos apoyan y nos enseñan. Organizamos un evento de arte y los artistas plásticos más reconocidos del país nos donaron obra para reunir recursos. Pero primero fue la decisión de luchar por nuestra permanencia, aunque el desgaste de pronto nos hizo dudar. Si en condiciones normales los recursos económicos para mantener un medio de comunicación independiente son todo un tema (que habremos de abordar en otra columna), en momentos de vulnerabilidad por un ataque dirigido, se vuelven indispensables para la sobrevivencia. Lo que teníamos claro es que no podríamos solos (nunca lo hemos intentado) y por eso apelamos al acompañamiento de la sociedad para seguir con este esfuerzo.

La libertad de expresión en México se ataca asesinando periodistas. O despidiéndolos de las empresas de comunicación para las que trabajan. Lo que aprendimos en Desinformémonos es que los ataques digitales, si no se tiene la estructura para sostenerlos, pueden hacer desaparecer al medio. Y eso es lo que está en el fondo. Te mato a ti o mato tu medio.

Seguimos aprendiendo y compartiendo en este espacio la experiencia de nuestra construcción. Los retos que enfrentamos y la manera empírica en las que los vamos resolviendo. Pensamos que vale la pena.

Gloria Muñoz

Ejerce el periodismo desde hace 28 años; su trabajo se centra en comunidades indígenas, movimientos sociales en el mundo, y en el acompañamiento de talleres de periodismo comunitario. Fundadora y directora de Desinformémonos, columnista de La Jornada y co-editora del suplemento Ojarasca.

4 Respuestas a “Dato mata consigna”

  1. Roberto U. Pimentel B.

    Es muy importante hacer estas clarificaciones ya que al no tener claros los saltos de calidad de la información que uno encuentra en la red, se puede caer en sobredimensionar un dato que requiere un tratamiento serio para poder ser algo más que un cartucho quemado sin un fin.

  2. Creo que si bien es importante que cada persona suba a las redes un video, también estoy convencida que la suma reiterada de publicaciones no hacen a la información, sino que el peligro radica en la naturalización que puede hacerse de aquellos hechos reiterados que se denuncian de esta manera, sin realizar un juicio crítico de aquello que se publica. Y en definitiva, todo culmina en la mirada sobre el hecho, que se denuncia o investiga, porque los hechos no existen, sino lo que existen son las miradas sobre los hechos. Un Abrazo DIGNA PERIODISTA, un gusto saber que Ud. existe!!!!!

  3. Sergio Beltrán Arruti

    Adelante querida Gloria, la valentía y la dignidad de ustedes como equipo de periodistas es una luz que da esperanza entre tanta y tan cruel inmundicia en la que nos tiene el Estado sometidos. Celebro su valentía y cada quien en su escala, a su ritmo y en sus territorios, nos seguimos y espejeamos para ir hilvanando el tejido social.
    Abrazos desde Oaxaca

Dejar una Respuesta

Otras columnas