Complicidad global

Helena Scully Gargallo

Stagiates: Las aguas libres de un pueblo en resistencia

Agua que corre, riega, hidrata, juguetea por las piedras que ha ido esculpiendo por miles y miles de años. “¡Agua libre!” gritan las paredes de Stagiates, un pequeño pueblo griego de 170 habitantes que ha luchado y lucha para que el agua cristalina que surge de sus montañas no sea contaminada y entubada para llevarla a las empresas amañadas del rico señor de la ciudad de Volos, Achilleas Beos, alcalde actual de la ciudad, conocido por estar dentro de casi todos los negocios: clubs nocturnos, equipos de fútbol, el mayor incinerador de basura de la Europa Meridional…

Stagiates se encuentra a 10 kilómetros de la capital de Magnesia, en el monte Pelión, con vista al mar Egeo. Para llegar se hacen alrededor de 20 minutos en coche desde la ciudad de Volos, adentrándose por una pequeña calle rodeada de inmensos árboles de plátanos de sombra, viñedos y olivos, cultivos de manzanas, cerezas y castaños. Uno de los lugares más bellos de la Grecia continental, como lo describen sus habitantes y vecinos. Tierra de centauros y héroes mitológicos y de una lucha constante por la defensa de sus territorios.

Los últimos dos kilómetros de camino están acompañados de un mar de banderas negras y murales que representan los más de 15 años de lucha por la vida, lo común y la libertad de los pueblos de la región y la gestión de sus recursos hídricos.

“Resistencias internacionales que florecen y dibujan nuevos horizontes”, pienso mientras veo las banderas que juguetean con el viento, el nombre de la gira por Grecia que en el mes de mayo tuvo lugar entre las y los compañeros de Tlanezi Calli y Xochitlanezi (organización que a partir de la lucha por la vivienda en Iztapalapa, Ciudad de México, se organiza para la construcción colectiva de la vida digna), Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Martinez (organización que lucha por los derechos humanos, laborales y de acceso a la salud de las trabajadoras sexuales en México) y diversas comunidades y organizaciones en lucha de Atenas, Stagiates, Salónica y Calcídica. Este diálogo, que rompió fronteras y hermanó luchas, fue coordinado por el colectivo griego Paliacate Zapatista y su incansable trabajo internacionalista.

Poder acompañar y participar en esta gira como parte del colectivo Nodo Solidale reafirmó la importancia y fuerza de las redes de complicidad global.

La lucha de Stagiates contra el despojo de sus aguas tiene un largo recorrido, se podría decir que comienza cuando, a inicios de los dosmiles, la gestión hídrica de la zona es arrebatada de las asambleas comunitarias para entregarla a la empresa de aguas estatales gestionada desde la ciudad de Volos. En el 2011 este cambio radical en la gestión se ve concretizado, cuando el municipio decide entubar y clorar el agua de la zona montañosa, entrando a los pueblos de noche y sin previo aviso. Escudándose, al ser descubiertos, en su preocupación por la salud de la población; alegando que el agua bebida por los pobladores desde hace más de tres siglos sin consecuencia alguna debía ser purificada para ingerirla. Esta estrategia, relata un compañero del colectivo APODRASIS de Stagiates, “fue hecha para que la gente de los poblados dejase de consumir su propia agua y enriquecer a las empresas embotelladoras, bajar la calidad del agua es la primera etapa hacia la privatización total”.

Esta contingencia lleva a 10 pueblos de la región a organizarse en una sola asamblea que con voz unánime decidió oponerse a la contaminación y entubación de sus manantiales, protegiendo su ciclo sagrado: de las montañas al mar, al aire libre dando vida a los ecosistemas que atraviesa. Coordinandose para la autogestión de sus fuentes y la distribución del agua en las casas. Con trabajos colectivos cada seis meses: limpiando las fuentes, reparando y cambiando las tuberías. Impidiendo la entrada de la policía y trabajadores estatales a los poblados, llamando a la solidaridad nacional e internacional.

La potente respuesta organizativa de los poblados de la región hace que el estado modifique las estrategias represivas de las mano de los inversores del turismo y empresas como AirBnb, transformando gran parte de las montañas en centros de veraneo, empujando a su población a vender o transformar sus casas en hoteles para el turismo, abandonando así la agricultura y el pastoreo; y continuando con la intervención de policías y militares en cualquier acto de denuncia contra la privatización del agua.

En estos años casi todos los poblados se retiraron de la lucha, menos Stagiates que continúa organizándose en una pequeña asamblea local que, viéndose aislada, hace un llamado a la solidaridad del movimiento en defensa del agua y la tierra, que llega de Volos y de otras ciudades griegas y territorios del mundo: “Nos enfrentamos al mismo enemigo que ustedes: el neoliberalismo y todo tipo de inversores, que anteponen las ganancias a nuestras vidas. La lucha de los movimientos por la tierra y libertad es común” .

A mediados de abril del 2020, a unos días de Semana Santa, el municipio bloqueó el abastecimiento de agua a la mitad de las casa de Stagiates y conectó la tubería a la del pueblo más cercano con el agua clorada, dejando libre solo el agua que alimenta las fuentes públicas, pensando que así provocaría la división del pueblo y sería más fácil lograr tomar el control del abastecimiento total del agua.

“Después de esto intentaron entrar tres veces más al pueblo, con policía y golpeadores, cerrando los espacios comunitarios que se habían construido en la lucha, pero no lograron hacer lo que querían, el agua sigue su curso”, cuenta el compañero Vangelis, mientras señala las tablas con que taparon las ventanas de la exescuela que fungía como centro de reuniones.

El movimiento organizado en una asamblea mensual respondió echando al Estado y partidos políticos cada vez que se presentaban en Stagiates, así como organizando eventos culturales, presentaciones de libros, charlas con otros pueblos en resistencia por el mundo, caminatas por las montañas y trabajos colectivos.

La respuesta a la organización popular por parte del gobernador fue repetir la invasión del pueblo por los diversos cuerpos policiacos, cerrando los centros comunitarios. Ahora los centros siguen cerrados para la población que ha interpuesto una demanda legal para reabrirlos, convencidos de que si eso no funciona lo harán de igual manera.

Las fuentes públicas de Stagiates son un lugar de encuentro comunitario, a lo largo del día es difícil verlas solas. Las personas se reúnen alrededor de ellas con contenedores de plástico o vidrio para transportar el agua a sus casas con el agua clorada, mientras rellenan sus botellas se relatan historias, cantan, comparten comida o se sientan a observar el paisaje. Llegan por agua de todos los pueblos cercanos y la ciudad.

El día que, junto a la gira Resistencias internacionales que florecen y dibujan nuevos horizontes, llegamos al pueblo, las compañeras de Stagiates nos contaron que la relación con el agua no era solo biológica sino cultural y nos relataron una de sus leyendas fundacionales: “Hay una leyenda alrededor del manantial de Stagiates. En ese árbol grande ahí arriba de la fuente se dice que vivía una enorme serpiente, que era la custodia del agua, no dejaba acercarse a nadie. Animales y humanos escapaban de sus amenazas y agresiones, teniendo que abandonar sus cosechas, casas y nidos. Por centenares de años esta zona estuvo desolada, los pocos seres vivos que resistían lo hacían recuperando el agua de lluvia. Hasta que un día los dioses, viendo la situación de los pueblos de la montaña, se enojaron y lanzaron un rayo que partió por la mitad al árbol e hizo huir a la serpiente, así como nosotros y nosotras que nos organizamos contra la privatización de nuestras aguas y el neoliberalismo, somos como el rayo”. “¡Y la serpiente como Achilleas Beos!”, contesta la compañera de Tlanezi Calli, “una cabeza de la hidra capitalista”.

Este artículo se escribió gracias a una larga charla con algunxs compañerxs de Stagiates, entre ellos Giorgos Kolebas, que a los pocos días de este encuentro regresó a la tierra. Compañero generoso quien, con su sonrisa y fuerza, estuvo siempre presente en la defensa del agua de Stagiates.

Queremos que este texto sea un homenaje, aunque sea chiquito, a su lucha y esfuerzo en la defensa de la tierra y el agua.

6 Respuestas a “Mi cuerpo es mi última protesta. Alfredo y la lucha contra el 41bis”

    • Axel ortiz

      El privilegio de ser hija de personas muy pensantes; la conozco y quizá no tiene barrio, (tiene mundo). A ti no te conozco, pero se que yo sí tengo barrio y tú no sabes lo que es eso lo que tienes es resentimiento de clase. Saludos a Elena gracias por la info sobre Cospito, saludos. Fuerza.

      • Lizeth

        Nací en uno de los barrios más pobres de Latinoamérica. El problema profundo, es querer pertenecer a la idea de tener barrio. No tiene mundo, tiene miedo y vergüenza de sus privilegios, porque nunca los nombra. No habla de haber sido parte de la gentrificación de la Santa María, y cree haber nacido con talentos natos, cuando solo intenta copiar, nunca supo quién era, porque siempre se lo dijeron. Y es una niña clasista y egocéntrica, que desde su perspectiva de niña rica, no tiene mucho pa decir. Solo está aquí por apellido, así se maneja el clasismo lamentablemente.

      • Lizeth

        Nací en uno de los barrios más pobres de Latinoamérica, por eso sé identificar cuando alguien intenta apropiarse de esa identidad. No hablar de que fue parte de la gentrificación que critica en el otro texto, es grave; decir que criticas a lxs que construyen cuando tienes media manzana por herencia de tu abuelo europeo, es grave. La gente rica que quiere camuflarse en el barrio es peligrosa. Ocupa espacios por apellido, eso se llama clasismo, y ella sabe muy bien que cree tener talento nato al copiar a sus padres, pero jamás nombra sus privilegios creo por vergüenza. Nos es resentimiento de clase, es hueva de que lxs ricxs generalmente no tienen nada que decir y escriben pura mamada.

  1. Johann ex sensei

    No sabía que Francesca y Helenita vivieran en la Santa María. Yo las conocí hace 25 años en una escuelita en la Condesa, Helenita fue mi alumna cuando me dedicaba a impartir clases del camino de la mano vacía (karate) una niña muy alegre no menos que su mamá, las veía irse en su bicicleta con canasta para niño y su pequeño casco, una pequeña que no le importaba estar descalza, que no le daba miedo el kumite aunque derramara algunas lagrimas. Nostalgias de aquellas que no se borran.

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