Complicidad global

Helena Scully

Alto al genocidio contra el pueblo garífuna

El pasado 19 de septiembre cuatro hombres fuertemente armados rodearon la casa de Miriam Miranda, coordinadora general de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), en el territorio autónomo de Vallecito, burlando las normas de seguridad con las que cuenta la coordinadora y toda la comunidad.

Miembros del equipo de seguridad de la compañera lograron detener el intento de atentado. Los hombres, que portaban fusiles de asalto, se dieron a la fuga antes de lograr ser totalmente identificados por la comunidad, que sí pudo reconocer que no eran garífunas ni pertenecían a la colectividad.

Impacta saber que este hecho se dio un día antes de la visita programada desde agosto por integrantes del Comité Técnico del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos, en la cual ni la Procuraduría General de la República de Honduras, ni el departamento de Derechos Humanos de la Secretaría de Seguridad, ni la Fiscalía de Derechos Humanos del Ministerio Público hicieron acto de presencia, escudándose en falta de presupuesto y tiempo, a pesar de que varias organizaciones, así como otras comunidades garífunas, ya estaban en camino hacia la comunidad.1

La comunidad de Vallecito está situada en el departamento de Colón, Honduras, y es considerada el primer territorio libre del pueblo garífuna, un territorio ancestral y sagrado, bañado por las aguas del mar Caribe. Territorio que la comunidad ha recuperado y donde ha reconstruido —desde inicios de los años noventa— viviendas, proyectos de soberanía alimentaria en el cultivo de alimentos tradicionales como el coco y yuca, espacios educativos autónomos, casas de salud con una especial atención a la enseñanza, aplicación y recuperación de la medicina ancestral, así como las bases para el sueño de una universidad garífuna que salga de los cánones racistas y clasistas de la enseñanza eurocéntrica. Vallecito es una llama de organización y vida en medio del monocultivo asesino de la palma de aceite y las redes del narcotráfico.

El atentado contra la compañera Miriam Miranda y la intrusión en el territorio ancestral y resguardado por la comunidad son parte de la terrorífica lista de agresiones y asesinatos que ha sufrido el pueblo garífuna en los últimos años y que, a pesar de la difusión y solidaridad nacional e internacional, no han dejado de pasar, al contrario, han incrementado.

Como declara Rony Castillo, integrante de la OFRANEH: «Insistimos [en] que tiene que haber un alto al genocidio y el exterminio del pueblo garífuna. Nosotros estamos en la playa y son territorios apetecidos por grupos de poder en contubernio con funcionarios y con criminales. Queremos [que] paren ese genocidio. Nosotros solo defendemos la vida, que es nuestro territorio».2

Solo seis días después del atentado en Vallecito, Norma Lino, integrante de la OFRANEH, junto a otras 8 personas de la comunidad de Puerto Castilla, fueron atacadas por tres hombres que se oponen a la organización en defensa del territorio, que portaban escopetas de balines.

En el comunicado de denuncia de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras se informa que las personas heridas, después de acudir al hospital, se trasladaron a interponer la denuncia a la estación de policía de Trujillo, donde fueron recibidos con la violencia racista típica de dicha institución, diciendo «que el tipo de municiones era para matar palomas y no gente, y que el agresor no iba a ser retenido por mucho tiempo».

Ha pasado solo un año desde la criminalización por parte del Estado contra Miriam Miranda, alegando delitos de perturbación del orden público y privación de la libertad, por protestar, junto a la OFRANEH y otras organizaciones, contra la inoperancia del Estado en las investigaciones en el caso de desaparición forzada ocurrida el 18 de agosto del 2020, de cuatro compañeros: Alberth Snaider Centeno, Suami Mejía García, Gerardo Trochéz Cálix y Milton Martínez Álvarez, defensores de los derechos culturales y territoriales de las comunidades garífunas de Triunfo de la Cruz y Punta Piedra.3

Indigna la criminalización por parte del Estado y todos sus entes represivos, así como el constante acecho, asesinato, expulsión de sus territorios ancestrales y atentados contra las comunidades garífunas y pueblos de Honduras.

En el marco del Día de la Resistencia y la Dignidad Indígena, el pueblo garífuna —mezcla de indígenas arawacos y negros africanos— nos enseñan, como todos los días desde hace 226 años, los caminos de la resistencia y la fuerza de la organización comunitaria que se rebela contra un Estado asesino, aliado con los magnates del turismo depredador y el narcotráfico.

Que las palabras de Miriam Miranda retumben por todos lados:

«¡La resistencia y lucha del pueblo garífuna a nivel nacional nadie la va a detener!»

«Creo que es importante darnos cuenta [de] que es necesario redoblar la lucha para liberar a este país, liberar nuestros territorios. El pueblo garífuna está siendo acechado; estamos enfrentando el tercer destierro para expulsarnos y aniquilar al pueblo garífuna. La resistencia y lucha del pueblo garífuna a nivel nacional nadie las va a detener»

1https://im-defensoras.org/2023/09/alerta-defensoras-honduras-asedio-y-amenazas-contra-la-vida-de-miriam-miranda-coordinadora-y-defensora-garifuna-de-la-ofraneh/

2 Rony Castillo para una entrevista

3 https://desinformemonos.org/justicia-para-el-pueblo-garifuna/

6 Respuestas a “Mi cuerpo es mi última protesta. Alfredo y la lucha contra el 41bis”

    • Axel ortiz

      El privilegio de ser hija de personas muy pensantes; la conozco y quizá no tiene barrio, (tiene mundo). A ti no te conozco, pero se que yo sí tengo barrio y tú no sabes lo que es eso lo que tienes es resentimiento de clase. Saludos a Elena gracias por la info sobre Cospito, saludos. Fuerza.

      • Lizeth

        Nací en uno de los barrios más pobres de Latinoamérica. El problema profundo, es querer pertenecer a la idea de tener barrio. No tiene mundo, tiene miedo y vergüenza de sus privilegios, porque nunca los nombra. No habla de haber sido parte de la gentrificación de la Santa María, y cree haber nacido con talentos natos, cuando solo intenta copiar, nunca supo quién era, porque siempre se lo dijeron. Y es una niña clasista y egocéntrica, que desde su perspectiva de niña rica, no tiene mucho pa decir. Solo está aquí por apellido, así se maneja el clasismo lamentablemente.

      • Lizeth

        Nací en uno de los barrios más pobres de Latinoamérica, por eso sé identificar cuando alguien intenta apropiarse de esa identidad. No hablar de que fue parte de la gentrificación que critica en el otro texto, es grave; decir que criticas a lxs que construyen cuando tienes media manzana por herencia de tu abuelo europeo, es grave. La gente rica que quiere camuflarse en el barrio es peligrosa. Ocupa espacios por apellido, eso se llama clasismo, y ella sabe muy bien que cree tener talento nato al copiar a sus padres, pero jamás nombra sus privilegios creo por vergüenza. Nos es resentimiento de clase, es hueva de que lxs ricxs generalmente no tienen nada que decir y escriben pura mamada.

  1. Johann ex sensei

    No sabía que Francesca y Helenita vivieran en la Santa María. Yo las conocí hace 25 años en una escuelita en la Condesa, Helenita fue mi alumna cuando me dedicaba a impartir clases del camino de la mano vacía (karate) una niña muy alegre no menos que su mamá, las veía irse en su bicicleta con canasta para niño y su pequeño casco, una pequeña que no le importaba estar descalza, que no le daba miedo el kumite aunque derramara algunas lagrimas. Nostalgias de aquellas que no se borran.

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