Pedagogía para la libertad en la amazonia peruana

Luciana Levin y Sebastián Levalle

Iquitos, Perú. Un enclave urbano en medio de la selva amazónica, aturde con sus moto-taxis y sus paredes traspiradas. Aún hoy, la antigua “capital del caucho” es accesible únicamente mediante un viaje de tres a cuatro días en la parte superior de un paciente barco de carga que serpentea el cauce del río Ucayali hasta llegar al Amazonas. Allí donde Vargas Llosa imaginó la desesperación del acalorado militar Pantaleón Pantoja, conviven 56 pueblos indígenas con 17 lenguas diferentes, dispersos en las orillas de los ríos aledaños. Los otros mundos de estas comunidades ancestrales se reinventan detrás de las heridas de la extracción desenfrenada de recursos naturales. Nugkui, la madre tierra de los awajunes, resiste junto con sus viejos pobladores los embates de las empresas y los productos extranjeros. En la sucesión de verdes infinitos, las mujeres preparan el masato y los hombres comen ají para ser buenos cazadores como Etsa, el sol, que transforma a los seres humanos en animales. La yuca y los plátanos andan en patas por la selva de los relatos ancestrales.

“Iquitos era una ciudad racista – explica el profesor awajún, Julián Taish Maanchi, integrante del Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana (FORMABIAP). Hay muchos pueblos que se han incorporado a la otra cultura, han perdido su lengua, y al perder su lengua, pierden su identidad. A pesar de todo eso, con el FORMABIAP hay más identidad en las comunidades y en las ciudades hay más accesibilidad a aceptar lo que somos”.

El Programa de Formación nace al calor de las luchas por el territorio. Habría que retroceder muchos siglos para comprender la profundidad de estas temporalidades memoriosas, pero hay un punto de inflexión a comienzos de los años ochenta, cuando las organizaciones de los pueblos Asháninka, Shipibo y Awajun constituyen la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), y poco después la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), unificando las luchas selváticas de Perú, Ecuador, Colombia y Brasil.

“La defensa del territorio es la base de la resistencia de la  AIDESEP. El territorio para nosotros no se puede vender. Nugkui, la madre tierra, no nos pertenece. La idea occidental de mercantilización de la tierra es completamente diferente”, explica Julián en el intervalo de sus clases de epistemología indígena. La lucha por la libre determinación, el reconocimiento de la autonomía y la defensa de los valores socioculturales propios llevaron a la organización indígena a cuestionar el papel de las escuelas oficiales en sus comunidades. Una anciana de la comunidad Poza decía: “La educación antigua fue diferente y no como en la actualidad, donde los niños y las niñas, de lo poco que aprenden en la escuela se vuelven locos y se burlan de los mayores considerándolos como viejos”.

Además de la pésima calidad educativa y la ausencia crónica de maestros y maestras, la educación en los pueblos indígenas está signada por una orientación homogeneizadora y etnocéntrica que olvida las particularidades sociales y naturales de las comunidades amazónicas. Una educación diseñada desde las cómodas oficinas de Lima, incapaz de ver más allá de la selva de cemento. “Podemos decir que nunca habíamos logrado ir más allá de esta educación orientada a la catequización, a la castellanización y a la aculturación, a la que fuimos sometidos primero por el Instituto Lingüístico de Verano y después por el Estado Nacional. Por eso, a partir de 1988  la AIDESEP decide gestionar una institución de educación superior para formar maestros bilingües autoafirmados en su identidad, capaces de llevar adelante procesos educativos con pertinencia cultural y lingüística”,  comenta el profesor Dubner Medina Tuesta, Coordinador General del FORMABIAP. Así se constituye el Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana, cogestionado por la organización indígena AIDESEP y el Estado Nacional.

Educación intercultural bilingüe para la libertad

Detrás de la pequeña puerta de entrada a la sede del FORMABIAP, Dubner, el coordinador del FORMABIAP, nos explica que el programa comenzó con dos tareas principales: la formación docente continua, es decir, la profesionalización de maestros que ya se encontraban en servicio en las comunidades, y la elaboración de una propuesta novedosa para la formación magisterial en la especialidad de Educación Primaria Intercultural Bilingüe. “Comenzamos con un diagnóstico en las comunidades para elaborar los lineamientos curriculares. Nos tomó dos años sistematizar la información y dar inicio a las actividades del programa”. La clave de la propuesta reside en su vínculo intrínseco con la organización indígena. Inspirado en los avances conceptuales del movimiento, el programa va afinando la definición del proyecto sociopolítico que lo sustenta.

La formación docente comenzó en 1990 con el objetivo de formar maestros capaces de comprender críticamente la realidad actual de sus pueblos, maestros que orienten su quehacer educativo a la recuperación de los conocimientos tradicionales y que logren proponer políticas educativas y de desarrollo sustentable para sus pueblos de origen. Los docentes formados por el programa son concebidos como actores sociales que participan en la puesta en práctica de los derechos de los pueblos indígenas, especialmente los relativos a la autodeterminación y la propiedad territorial.

Dubner expone que la formación magisterial comienza con una selección de los futuros docentes por parte de las organizaciones comunales. “De esta forma nos aseguramos el retorno a las comunidades de origen, porque los estudiantes adquieren un compromiso con su organización comunal. Ellos vienen cumpliendo un mandato comunitario. El problema de la educación en las comunidades es que los maestros llegan desde la sierra, les tocan estos lugares cuando los puestos más cercanos se agotan y, además, tienen que hacerse cargo de todos los grados juntos, un maestro para toda la comunidad. Por lo general nadie quiere trabajar en las comunidades a las que vamos nosotros, a 14 horas en lancha desde Iquitos, vienen porque les toca, y así como llegan, se van. Les decimos “profesores de miércoles”, porque llegan el lunes y el miércoles están en la ciudad de nuevo. Sobre este desconocimiento de la realidad de las comunidades se construye la pésima educación estatal a que estamos acostumbrados”. El FORMABIAP ha formado a docentes de 15 pueblos amazónicos y la totalidad de sus 400 egresados han regresado a sus comunidades, respetando el compromiso adquirido con su pueblo.

En su búsqueda por articular saberes propios y saberes occidentales, el programa ha incorporado un grupo de especialistas indígenas, sabios de las comunidades que han aprendido sus conocimientos en las profundidades de la selva y la memoria oral colectiva. La formación docente se abre de esta forma al espacio de aprendizaje de las comunidades, un mundo habitado por las visiones generadas mediante las plantas sagradas y los consejos de los curanderos y brujos ancestrales. “Para llegar a conseguir formación profesional tenemos que trabajar con las plantas, los viejos se apropiaron del conocimiento de las plantas sagradas para limpiarse el cuerpo y adquirir la situación de tajimat, la visión o el poder espiritual. En la escuela se debería reconocer este conocimiento”, dice Julián, quien tomó ocho veces el toé o floripondio desde los 15 años bajo la tutela de sus padres. La inclusión de los sabios indígenas es una forma de revalorizar conocimientos que los estudiantes tienen en sus propias comunidades y que muchas veces son subestimados por el discurso positivista de la escuela. En este proceso, los docentes del programa aprenden tanto como los estudiantes.

La estructura curricular comprende dos ciclos, uno presencial que aborda las herramientas teórico-metodológicas y se dicta en la comunidad de Zungarococha, en las proximidades de Iquitos, y otro no presencial que se desarrolla en forma de prácticas en las comunidades de origen. Zungarococha es la apuesta en grande del FORMABIAP, es una comunidad en sí misma, donde conviven docentes y estudiantes de diferentes regiones. Además de las aulas y las viviendas, existe una biblioteca especializada y varios proyectos productivos, como granjas piscícolas, que funcionan como ensayos para readaptar a las realidades comunitarias en la búsqueda de un desarrollo respetuoso de las cosmovisiones propias.

Reflexionando sobre los pasos: Comunidades y Escuelas para el Bienestar

En el 2005, después de 17 años de trabajo, el FORMABIAP convocó a intelectuales propios y ajenos a repensar el proceso de formación docente preguntándose si los objetivos iniciales se estaban cumpliendo en la práctica. Las opiniones de los especialistas y los resultados arrojados por un nuevo diagnóstico participativo en las comunidades, llevaron al equipo de docentes a rediseñar algunas de sus propuestas pedagógicas, creando las Comunidades y Escuelas para el Bienestar (CEBES).  Después de mucho reflexionar, los maestros comprendieron que el problema central de la educación rural en la amazonia era que la escuela y la comunidad no compartían objetivos y visiones, y que por eso era necesario iniciar un trabajo de acercamiento a través de procesos de participación en los que estudiantes, maestros y comunidad pudieran reflexionar de manera conjunta sobre qué educación querían construir. “Con las CEBES buscamos que la escuela sea un medio para lograr el bienestar de la comunidad, lo que en la concepción indígena se entiende como el buen vivir. Pretendemos que la escuela no rompa con la socialización primaria de los niños, y para eso decidimos incorporar a los padres y las madres en el proceso educativo. Se trata de hacer un trabajo desescolarizado a partir de los ciclos de actividad de las comunidades.”

Las CEBES buscan garantizar la participación comunal para mejorar el aprendizaje de los niños regresando de un nuevo modo a aquella educación comunitaria que, como decía una comunera de Villa Gonzalo, era “responsabilidad de los padres.” Al mismo tiempo, esta iniciativa se orienta a generar de manera conjunta alternativas productivas para mejorar la calidad de vida de las comunidades, como las granjas piscícolas de Zungarococha. “A mediados del 2008 empezamos a trabajar la idea de las CEBES sobre el concepto de Red en cuatro zonas, El pueblo Kukama Kukamiria, por ejemplo, había perdido su lengua y hoy la está reaprendiendo a partir de la enseñanza de los viejitos. Los pobladores se comprometieron a saludarse en su lengua, y ya no tienen vergüenza.”

Dice Dubner emocionado bajo el aleteo cansado del ventilador: “Antes la recuperación de la lengua se trabajaba en la escuela, pero ahora trabajamos en la comunidad que es el órgano vivo. Lo importante es que la escuela no se divorcie de la comunidad y que la comunidad no se divorcie de la escuela”.

El cangrejo Alan contra las comunidades indígenas

“Nuestra lucha es siempre contra el Estado”, dice Angélica Ríos Ahuanai, docente de formación inicial de la Comunidad Educativa de  Zungarococha, que está ubicada a seis kilómetros de la ciudad de Iquitos y que ha sido diseñada respetando las tradiciones arquitectónicas de la amazonia. La Maloca Grande, una estructura circular de madera con techo de palma que es utilizada en la selva para reunir a la comunidad, ocupa el lugar central.

En una conversación matutina, Angélica  señala las dificultades y los desafíos del camino de la educación propia.  El FORMABIAP, en tanto expresión del proyecto político pluricultural del movimiento indígena de la selva peruana, ha chocado muchas veces con la visión unilineal del Estado Nacional.  Durante la presidencia de Alan García se ha fortalecido el sentido monocultural de la educación peruana, tendiéndose diferentes obstáculos desde el gobierno para el funcionamiento de la educación intercultural bilingüe. Una nueva legislación estableció en el 2007 que todos los aspirantes a ingresar a los institutos pedagógicos superiores tienen que rendir un examen único diseñado desde la capital, en el cual deben alcanzar un mínimo de 14 puntos. Los resultados: tres años sin nuevos estudiantes en el programa. Una vez más, la realidad de las comunidades selváticas es ignorada. Cabe preguntarse qué ocurriría si se planteara la interculturalidad en su sentido más radical y se exigiera a los estudiantes de Lima y demás centros urbanos rendir un examen sobre las plantas medicinales selváticas, la epistemología de las más de 50 comunidades indígenas amazónicas, las técnicas de supervivencia, la historia comunitaria, los relatos indígenas… La respuesta es igual de sencilla: no ingresaría ningún estudiante a los institutos pedagógicos del centro del país.

Sin embargo el FORMABIAP, sin cesar en su denuncia contra estas estrategias de desfinanciamiento y homogeneización cultural, ha continuado su camino inaugurando un programa de formación para grupos de madres de los pueblos Ticuna y Kukama Kukamira junto a sus hijos e hijas desde el nacimiento hasta los cinco años de edad. Las madres participan en un taller de admisión con autoridades de su comunidad y comparten cinco años entre fases presenciales en Zungarococha y fases comunitarias. “Aquí en Zungarococha las madres de ambos pueblos conviven juntas y luego desarrollan sus actividades por separado en sus comunidades de origen”, explica Angélica. Pero además el FORMABIAP se propone seguir creciendo: “Queremos iniciar la secundaria para tener los tres niveles: inicial, primario y secundario. Pero para eso tuvimos que reformular los planes y adecuarlos a la realidad de los pueblos indígenas. Estamos pensando en formar maestros por especialidades, capaces de enseñar su área en los tres niveles para afrontar así los escasos nombramientos docentes en las comunidades y queremos trabajar con equipos locales multidisciplinarios conformados por un maestro indígena de la zona, un especialista indígena de la comunidad, un sociólogo o antropólogo, un pedagogo y un lingüista”

La tarde empezaba a esconderse en el fondo del río amazonas. El paujil atravesaba el sol con su pico rojo. “Ese pájaro participó en la Guerra del Cangrejo, por eso le quedó el pico manchado de sangre”, cuenta Julián, introduciendo en uno de los relatos más importantes de su pueblo. Los abuelos awajunes cuentan que antiguamente había dos grupos que se enfrentaban en una guerra: el cangrejo y las aves. El cangrejo, que en ese entonces era gente, tenía su ejército que eran puros peces y hormigas chiquitas. Dicen que cada vez que venían las aves, el cangrejo se metía al agua en las quebradas y las atrapaba a todas. Entonces llenas de cólera se organizaron las aves con los mamíferos que son muy diferentes y que también en ese entonces eran gente. Y las aves formaron también su ejército pero ahí no había ningún jefe, no había depredador, era todo en común. Había sí, algunos líderes visionarios que se organizaron, logrando secar el río y dejar al cangrejo sin su ejército de peces. Las aves agarraron entonces al cangrejo con un machete y picaron todo su cuerpo, por eso sus patitas son así, cortadas. Después de la batalla, cuentan los ancianos, mientras la gente festejaba la victoria en la ceremonia, salió el sol, que es el padre que transforma, y convirtió a la gente en aves, conservando los implementos de la guerra y sus secuelas: por eso hay aves con picos rojos manchados de sangre y aves que tienen dibujos de lanzas en su plumaje.

“Entonces quiere decir que había dos poderes, posiblemente se puede decir que es el pueblo contra los que tratan de dominarlos. Y cómo se juntaron las aves y los mamíferos que son bien diferentes, eso tenemos que aprender, que entre los pueblos nos tenemos que unir, por ejemplo entre los awajunes y los wampis”, reflexiona Julián. “La otra comparación que podemos hacer es que el grupo que quería dominar a las aves tenía jefe, como Alan García, y el otro grupo no, eran todos iguales”.

Publicado el 01 de Abril de 2011

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2 Respuestas a “Pedagogía para la libertad en la amazonia peruana”

  1. Sin formacion no hay cambio y si esta formacion respeta y toma en cuenta la lengua, las formas de ser de los pueblos, su cultura y sus saberes, entonces esta es realmente una educacion liberadora.

    Felicitaciones, conozco ahora esta experiencia y realmente me parece muy necesaria. Ojala el estado, las organizaciones de la sociedad civil y las empresas con responsabilidad social apoyen este proyecto.

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