Mujer Migrante

Rody Rivas*

Ellas se dejaron seducir por el fútbol

En un tarde fría del invierno del 2002, María, una ecuatoriana de 30 años que había llegado hace pocos meses a Madrid, caminaba de prisa con dirección al campo de fútbol ubicado en la parte alta del sector de Lago de Casa Campo.

Era domingo y a las 12h00 horas le tocaba jugar con su equipo, club Nacional. Cuando llegó a la cancha, todas las demás jugadoras estaban equipadas. Ella sacó apresurada la equipación de su mochila. Se cambió detrás de un árbol, se puso lo zapatos, las espinilleras, y en cuanto el árbitro pitó, saltó junto a sus compañeras al terreno de juego.

María trabajaba de interna y solo libraba los domingos. Le apasionaba el fútbol y desde que empezó a jugar en el Nacional, no se perdía ningún partido. También le gustaba compartir con sus compañeras de equipo y con la gente que acudía a la cancha. Después del partido se quedaba toda la tarde conversando con sus compatriotas.

Así como María cientos de mujeres que llegaron buscando un mejor futuro a España se dejaron seducir por el Deporte Rey.

“Era nuestra terapia para distraernos y relajarnos. Trabajar de lunes a sábado de interna te dejaba machacada física y emocionalmente; y el fútbol era como nuestra válvula de escape”, confiesa María, catorce años después de haber migrado de Ecuador.

El fútbol barrial o de aficionados se convirtió en un fenómeno social especialmente en Madrid, ciudad en la que se concentraba la mayor población de inmigrantes en España.

Desde el año 2000 hasta el 2005 se crearon unas 25 ligas de fútbol en las que participaban hombres, mujeres y niños de unas 30 nacionalidades; especialmente ecuatorianos, bolivianos, paraguayos, peruanos y colombianos.

Llegaron a ver más de 1200 equipos de fútbol. Muchos de los campeonatos se jugaban en campos en muy mal estado. No tenían vestuario, ni duchas, ni aseos. Las mujeres se tenían que cubrir entre sí para poder cambiarse de ropa.

También había mucho acoso policial, especialmente por la concentración de vendedores informales de comida, bebidas, etc.

A pesar de todos esos problemas, los campeonatos no paraban. Toda la familia se volcaba a las canchas, muchas veces improvisadas para distraerse y escapar de la rutina.

Hoy siguen habiendo campeonatos, aunque la realidad ha cambiado mucho. Debido a la crisis muchos inmigrantes han vuelto a sus países de origen o se han ido a otros a buscar trabajo.

Hay muchas ligas que han suspendido los torneos femeninos porque ya no hay suficientes equipos para una competición.

María confiesa que cada que pasa por los campos en los que jugó le da mucha nostalgia. “Allí pasamos muchas horas riendo, llorando, celebrando goles; pero, sobre todo, soportando la pena.

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*Rody Rivas Zambrano es un periodista ecuatoriano que también migró a España. Desde el año 2000, comenzó a cubrir todos los eventos deportivos de los latinoamericanos.

Rivas cree que el deporte, especialmente el fútbol barrial, ha contribuido positivamente a la convivencia e integración de los inmigrantes.

“He pasado muchísimo tiempo en las canchas y no me canso de ver cómo la gente disfruta cada fin de semana jugando al fútbol. Las mujeres son un caso muy especial porque fueron ellas las que presionaron a los directivos de las ligas para que crearan la categoría femenina”, afirma el periodista ecuatoriano.

Hasta el año 2008 había en Madrid unos 300 equipos de mujeres inmigrantes; muchas de Ecuador, Bolivia, Paraguay, Colombia.

“En las canchas era precioso ver un ambiente de confraternidad y de amistad entre jugadoras” recuerda el periodista ecuatoriano.

Aunque todavía sigue habiendo algunos torneos, muchos han desaparecido porque muchas mujeres han colgado sus botas y muchas otras han regresado a sus países.

Rody Rivas Zambrano ha trabajado para algunos medios de comunicación de España, Ecuador y Estados Unidos. Actualmente es Director del sitio Golazolatino.com a través del cual informa de los campeonatos de fútbol de los inmigrantes.

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