Palestina, las cosas por su nombre

María Landi

De México a Palestina, conectando las luchas por un mundo sin muros

Desde el muro del Apartheid israelí en tierra palestina hasta el muro de Estados Unidos en la frontera con México, actualmente existen casi 70 muros en el mundo que nos separan, que establecen límites entre los ricos, poderosos −los socialmente aceptables− y “los otros”. Hay también infinitos muros invisibles, que igualmente se erigen unilateralmente, definiendo límites que causan millones de muertes cada año, destruyen medios de vida y esperanzas, dividen familias y pueblos. Comité Nacional Palestino de BDS.

 

Este mes de junio, Palestina parece haber estado más cerca de América Latina.

Los días 13 y 14 de junio se celebró en Oaxaca la Primera Asamblea Internacional de Coordinación del Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos[1], en la que participaron más de 500 intelectuales, legisladores, activistas y luchadores sociales de una decena de países de América Latina, así como de Estados Unidos, Europa y Palestina.

Al dar a conocer los resolutivos, la coordinadora internacional del Observatorio, Daniela González López, informó que la Asamblea determinó continuar con la movilización para denunciar la agresión imperialista de los Estados Unidos y sus aliados (entre éstos, Israel) y su política intervencionista en todo el mundo, pero especialmente en Latinoamérica y Medio Oriente.

La Declaración final de la Asamblea expresó su preocupación en particular por la situación en Venezuela, Colombia, Brasil, Argentina y México, países “donde los pueblos están siendo atropellados por las oligarquías”. Además de rechazar los asesinatos y persecución a dirigentes y proyectos populares que enfrentan al gran capital en esos países, la Declaración afirmó: “Apoyamos la lucha por la liberación y soberanía del pueblo palestino. Entendemos que las políticas de colonización, ocupación y apartheid que Israel realiza en su contra son las mismas que han y siguen afectando a nuestros pueblos en América Latina”, mostrando que por fin hay una creciente consciencia sobre la amenaza que representa el sionismo para todos los pueblos del mundo, no sólo el palestino[2].

Entre los seis “Llamados de acción para construir un mundo sin muros” aprobados en la Asamblea, cuatro tienen que ver con Palestina, y de nuevo se hizo la oportuna conexión entre el Muro de Apartheid construido por Israel en Palestina y el Muro de Trump en la frontera con México. Las acciones anunciadas fueron:
– Saludar y adherir a la Conferencia Internacional por un Mundo sin Muros, hacia la Ciudadanía Universal, convocada por el presidente Evo Morales y movimientos sociales de Bolivia, realizada una semana después en Cochabamba.
– Sumarse al Día de Acción Stop Cemex, el 9 de julio (ver más abajo).
– Una delegación de solidaridad de activistas de Estados Unidos y México a Palestina ocupada, en octubre.
– Una Caravana internacional por la unidad de los pueblos contra los muros de la infamia, contra el paramilitarismo, por la defensa del territorio, la soberanía y los derechos humanos (que saldrá de Oaxaca el 27 o 28 de octubre para llegar el 10 de noviembre a Nogales, Sonora), en la cual participarán activistas del movimiento BDS provenientes de Palestina.
– Un encuentro en la frontera México-EE.UU., del 10 al 12 de noviembre, organizado por SOA Watch.
– La Semana internacional “Un Mundo sin Muros”, a partir del 9 de noviembre (también con participación de activistas de Palestina y el movimiento BDS).

Por otro lado, el 20 y 21 de junio se celebró en Cochabamba la Conferencia Mundial de los Pueblos por un Mundo sin Muros, hacia la Ciudadanía Universal, que reunió a 2.500 participantes de Latinoamérica y del mundo. El evento identificó como causas de la crisis mundial “los conflictos bélicos e intervenciones militares, el cambio climático y las enormes asimetrías económicas entre los Estados y al interior de ellos. Estas situaciones destructivas tienen su origen en el orden mundial dominante, que en su voracidad desmedida por el lucro y la apropiación de los bienes comunes genera violencia, promueve desigualdades y destruye a la Madre Tierra. La crisis migratoria es una de las manifestaciones de la crisis integral de la globalización neoliberal.

La Conferencia planteó la necesidad de un nuevo orden mundial, demandó la destrucción de los muros físicos e invisibles, el fin de la criminalización de las personas refugiadas y migrantes, y propuso la creación de una “Defensoría Mundial de los Pueblos por los Derechos de las personas migrantes, refugiadas, asiladas, apátridas, víctimas de trata y tráfico, que promueva la libre movilidad y los derechos humanos”. También llamó a impulsar las ciudadanías regionales como puente hacia la ciudadanía universal, así como a promover la movilización popular a escala mundial para defender los derechos de las personas en movilidad “a derribar los bloqueos, intervenciones y muros que unilateralmente levantan los poderosos para perpetuar la desigualdad y la injusticia social en el mundo”.

En un comunicado de prensa, el Comité Nacional Palestino de BDS (BNC, por su sigla en inglés) expresó que la conferencia “es vista por la sociedad civil palestina como una iniciativa importante para denunciar los muros físicos e inmateriales que afectan a los pueblos del mundo y para promocionar el respeto al derecho internacional, especialmente el derecho al retorno de todos los refugiados del mundo[3]. Pedro Charbel, coordinador latinoamericano del BNC, dijo: “Participamos de esta importante Conferencia en Cochabamba para estrechar los lazos de solidaridad entre los pueblos de Latinoamérica y el pueblo palestino. El hecho de que Israel exporte sus tecnologías y discursos hace del BDS un instrumento de solidaridad efectiva que conecta nuestras luchas.”

A su vez, en un folleto presentado en Cochabamba, el movimiento BDS recordó lo que suele olvidarse cuando se habla de las personas refugiadas: desde hace siete décadas, entre cinco y seis millones de palestinos/as y sus descendientes viven como refugiados/as en el mundo. De hecho, el palestino constituye el grupo más antiguo de población refugiada del mundo. Muchas de las familias refugiadas que huyeron de Siria o están desplazadas internas allí son familias palestinas que fueron expulsadas por Israel en 1948 o 1967, y a las que la potencia ocupante les prohíbe regresar a sus tierras y hogares.

Apelando a los pueblos latinoamericanos que “saben lo que significa el colonialismo, la limpieza étnica y el terrorismo de Estado”, el movimiento BDS recordó que el régimen de opresión israelí se mantiene desde hace casi 70 años porque cuenta con la complicidad y el apoyo internacionales. Y más aún: muchas corporaciones multinacionales lucran con este statu quo. Es el caso de la israelí Elbit Systems, que construye el Muro del Apartheid en tierra palestina y las torres de vigilancia en la frontera EEUU-México. El gigante de seguridad G4S lucra con las violaciones de derechos humanos en Palestina y todo el mundo, incluso deportando migrantes mexicanos en la frontera estadounidense.

Incluso empresas latinoamericanas, como la cementera Cemex, lucran con el apartheid israelí. El gigante mexicano produce cemento y hormigón que son utilizados en la construcción del Muro, de colonias (ilegales según el Derecho Internacional) y puestos de control militar en el territorio palestino ocupado. Es por ello que acaba de lanzarse la primera campaña de BDS iniciada desde América Latina, dirigida a ejercer presión sobre Cemex para que ponga fin a su complicidad lucrativa con la ocupación, la colonización y el apartheid israelíes.

Para ello se ha definido un Día de Acción #StopCemex el próximo 9 de julio, en que se dará a conocer una carta pública de la sociedad civil pidiendo a la cementera mexicana que ponga fin a su participación en la violación de los derechos humanos que Israel comete desde hace siete décadas contra el pueblo palestino. Movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil están invitadas a firmar la carta utilizando este formulario, y a conectar sus redes sociales al Thunderclap para potenciar el impacto del Día de Acción. Para saber más sobre la campaña se puede visitar la página de Facebook: Stop Cemex.

El movimiento BDS hace que las empresas e instituciones paguen un precio por su complicidad con la violación de los derechos humanos del pueblo palestino. El BDS empezó en 2005 con un llamado de la sociedad civil palestina a ejercer una solidaridad efectiva con su lucha por libertad, justicia e igualdad. Desde entonces ha tenido un impacto real tan grande que el gobierno de Israel intenta desesperadamente frenar y criminalizar al movimiento –hasta ahora sin éxito. El hecho de que Israel exporte sus tecnologías y discursos de represión, segregación y colonización hace que el BDS, más que una herramienta de apoyo al pueblo palestino, sea una estrategia de lucha internacional.

Como afirmó el movimiento BDS en Cochabamba: ¡Si los estados y empresas globalizan la injusticia, nosotros y nosotras, desde la sociedad civil, tenemos que internacionalizar nuestra resistencia!

[1] El Observatorio, creado en Oaxaca en 2016, es una iniciativa de la sociedad civil organizada para vigilar, analizar y difundir a nivel nacional e internacional la situación de los derechos humanos y la democracia desde una perspectiva de los pueblos.

[2] No comparto en cambio la parte donde afirma la idea de partición de Palestina, al reconocer “la existencia del Estado Palestino, como fue resuelto en 1947 por las Naciones Unidas”; pero eso será tema para otra columna.

[3] El comunicado del BNC recordó que el presidente boliviano Evo Morales declaró su apoyo al movimiento BDS en 2014, en una carta de la Red en Defensa de la Humanidad: “Animamos a sumarse a la campaña por el Boicot, las Desinversiones y las Sanciones al Estado terrorista de Israel, siendo hora de la solidaridad activa y creativa, más allá de comunicados de condena. Exigimos el fin del apartheid y el genocidio, así como de los muros y asentamientos ilegales.”

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