Los “huérfanos” de organización, a dos décadas

M. Fernández Guasti

México, Distrito Federal. En el año 1994 y los que le siguieron, escuchamos una y otra vez la pregunta ¿Quiénes son ustedes los de la sociedad civil? ¿Qué quieren? ¿Cuántos son? ¿Quién es su representante? Si bien eran inquietudes válidas, en realidad eran frecuentemente eufemismos de otras preguntas, digamos, menos decorosas ¿Quién los manipula? ¿Cuáles de sus banderas nos podemos reapropiar? ¿Su dimensión es asimilable? ¿A quién podemos cooptar?

¡Bah! la sociedad civil no existe, insistieron en los círculos políticos y por lo bajo añadían: por lo menos hasta que les ubiquemos y acotemos apropiadamente. O bien, se utilizó la respuesta diametralmente opuesta: todos conformamos la sociedad civil, ¡incluidos nosotros!, gritaron furibundos los Coparmex (la asociación patronal), los granaderos (¿Con ere o sin ere? Seguramente sin ere), caciques y demás sectores sobrerrepresentados en los órganos de operación y decisión gubernamental.

Hubo, en otros casos, simple y llanamente incomprensión. En innumerables reuniones de izquierda se recibió a los asistentes con un pequeño cuestionario para darles un gafete. Invariablemente incluía una línea que decía: organización, o se preguntaba verbalmente ¿De qué organización vienes?, o de manera sucinta ¿De dónde vienes? Era embarazoso balbucear una respuesta: vengo de mi casa, vengo solo, venimos nomás los dos o venimos en bola. Ser huérfano de organización parecía tan inapropiado cuando otros compañeros pertenecían no solo a una, sino a dos o más organizaciones, aunque fuera sólo de membrete, como ellos mismos comentaban con cierta sorna.

Hubo, sin embargo, un interlocutor de la sociedad civil cualitativamente distinto, el ezetaelene (EZLN, Ejército Zapatista de Liberación Nacional), en particular, a través de la interpelación de su vocero, el Subcomandante Insurgente Marcos.

Tratemos pues de dar una posible respuesta a tan añejas preguntas, formuladas desde hace 20 años.

La sociedad civil es equivalente al concepto de función de onda en mecánica cuántica.

Es una respuesta notable por concisa, aunque ciertamente adolece de falta de claridad. Como el lector tiene presente o intuye, la física moderna describe los fenómenos en términos de funciones de onda. La función de onda está esparcida en tiempo y espacio, es decir, no se encuentra localizada. La función de onda está entonces en todos lados pero, y es un Pero mayúsculo, no es observable. No podemos ver o medir directamente a la función de onda. Bueno, entonces, ¿cómo sabemos que existe? La respuesta no es sencilla y mucho menos unánime en la comunidad científica. La función de onda se colapsa cuando realizamos una observación. Por colapso, entendemos que adquiere una ubicación espacio-temporal.

Veamos un ejemplo: Hay un electrón en un cuarto. De la función de onda del electrón se obtiene la probabilidad de encontrarlo en las distintas partes del cuarto. La función está en todo el cuarto (piense que el cuarto puede tener dimensiones atómicas, ser una habitación o un volumen galáctico). No es sino cuando realizamos una medición que encontramos al electrón en un lugar específico del cuarto. En el lenguaje mecánico-cuántico, la función de onda se colapsa al punto donde se observa la partícula.

Veamos en qué medida es útil la analogía con la sociedad civil.

La sociedad civil está en todos lados. En efecto, la aseveración es razonable, la sociedad civil está conformada por conjuntos de individuos que se encuentran dispersos aquí y allá. Es cierto que la densidad de población es menor en ciertas regiones, en las desérticas por ejemplo, pero esta observación meramente reduce la cantidad y no el fenómeno. Sin embargo, no nos asomamos por la ventana del edificio y vemos a la sociedad civil cruzando la calle, yendo hacia el metro o conduciendo vehículos. Tampoco la plaza del pueblo reboza de sociedad civil los días de mercado o el estadio se llena de sociedad civil. La gente conforma la sociedad civil pero no es la sociedad civil.

La sociedad civil se manifiesta cuando, en nuestra analogía, se colapsa la función de onda. Es decir, un conjunto de individuos o grupos previamente dispersos, actúan de manera colectiva ante determinada circunstancia. Por ejemplo, la sociedad civil sale a las calles ante las calamidades de los temblores de septiembre de 1985 en la ciudad de México. La sociedad civil se manifiesta elocuentemente a favor de las demandas zapatistas desde los primeros días de enero de 1994.

Nótese que hablamos de colapso en este texto en un sentido muy distinto al coloquial, donde colapsar significa desinflarse, deshacerse. El hecho más relevante cuando la función de onda se colapsa consiste en pasar de delocalizada a localizada y más aún, manifestarse como una observable. Así, la sociedad civil cuando se manifiesta se vuelve visible, reclama, impulsa o detiene determinados sucesos o iniciativas. ¡Ah! Sin embargo, qué difícil es que se manifieste de manera contundente y clara.

Existen diversas funciones de onda dependiendo de la naturaleza de las partículas. Hay partículas sumamente elusivas, como los neutrinos, que pueden, con alta probabilidad, atravesar la tierra sin sufrir colisión alguna. Existen otras, como los fotones, que conforman la luz, que son fácilmente detectables. La manifestación e interacción de la sociedad civil con otros actores sociales es voluble e inestable. Así como puede manifestarse con fuerza irresistible, su actividad puede diluirse dejando apenas una traza. Carece de la solidez y constancia de las organizaciones sociales estructuradas.

Hay un punto donde ciertamente la analogía es débil. Mientras que la función de onda se colapsa necesariamente al realizar una observación, inducir a que la sociedad civil se manifieste es prácticamente imposible. Cuándo y cómo se manifiesta la sociedad es impredecible. En la medida en que las condiciones se vuelven intolerables, es más probable que la sociedad se manifieste.

Aunque, ojo, aumenta la probabilidad, pero no significa que necesariamente emerja. Es muy frustrante observar el creciente despojo, la injusticia o el cinismo y que la sociedad no se manifieste. Sin embargo, no es raro que al tocar diversas puertas, por más aldabonazos que se den, la señora Sociedad Civil no salga a abrirnos. Acaso duerme o acaso no sabemos llamar a la puerta. En la mayoría de los casos me inclino por la segunda opción.

En una sociedad robusta, es deseable que la sociedad civil se manifieste de manera frecuente y decisiva. Sin embargo, es sumamente complejo el proceso para lograrlo. Dotar a la sociedad civil de estructuras que le permitan ser más eficaz es definitivamente una tarea que debe realizar la propia sociedad.

El sistema tratará incesantemente de domar y tornar inocuas dichas estructuras, sean centrales obreras, organizaciones campesinas u organizaciones no gubernamentales. El reto continuo de la sociedad civil es mantener la fortaleza, independencia y eficacia de las organizaciones de la sociedad civil (OSC).

Finalmente derivemos de la teoría cuántica hacia la teoría de partículas elementales. Los quarks son sub-partículas que tienen colores y sabores, en realidad son propiedades como la masa y la carga pero que no tienen una contraparte en el mundo macroscópico. La sociedad civil se conforma por los más diversos colores y sabores. Como lo plantean de manera elocuente las bases de apoyo zapatistas, son las sociedades civiles, así en plural. Tropicales, nórdicas, mesoamericanas, árabes u orientales. Aguerridas en ocasiones, otrora tímidas, a veces agazapadas o francamente expandidas por doquier. La cuestión es que los distintos quarks se acomodan de acuerdo a la configuración de mínima energía.

Es mucho más compleja la interacción entre los colores y sabores de las sociedades civiles dados sus intereses y problemáticas diversas. Es común que las sociedades civiles ni siquiera se miren entre ellas. En los largos viajes a Chiapas frecuentemente admirábamos al compañero zapatista pero no veíamos al compañero que había viajado por horas a nuestro lado.

La colaboración y potenciación mutua entre sociedades civiles ha sucedido solamente de manera incipiente. El ejemplo insignia es el enorme ímpetu que se logró durante 1994 y los años subsiguientes con el concurso de amplios grupos de las sociedades civiles aglutinadas alrededor de las iniciativas del ezetaelene e impulsadas por el motor de la sociedad civil indígena.

Publicado el 13 de Enero de 2014

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de Geografía   méxico   Reportajes   Reportajes México  

Dejar una Respuesta