La reforma energética y el sindicato oficial, enterradores de los trabajadores petroleros

Adazahira Chávez

México, Distrito Federal. “Es muy tarde” para una reacción masiva de los trabajadores petroleros en México, advierte la ingeniera Silvia Ramos Luna. El desmantelamiento de Petróleos Mexicanos lanzará al desempleo a decenas de miles de trabajadores, pues la paraestatal se reducirá a una simple contratista y toda su estructura (petroquímica, contratos, ductos, servicios médicos, entre otros) se desmantelará. En este proceso, el líder sindical Carlos Romero Deschamps tuvo una participación decisiva, pues firmó convenios desde julio, denuncia.

Silvia Ramos, trabajadora de las refinerías de la ex paraestatal, aventura que quizá quedarán 30 mil de los 153 mil trabajadores actuales, y dejarán de ser servidores públicos. Además, los trabajadores quedan excluidos del consejo de administración, otro recorte que permitió el líder petrolero.

¿A dónde van los trabajadores?

Una vez que Pemex se convierta en una contratista más, se prevé reajuste de personal y todo es incertidumbre.

Con la propuesta del PRI, señala Ramos –integrante de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros-, calcularon que el proceso de despidos tardaría 10 años, pero la propuesta del Partido Acción Nacional (PAN) “es diez veces peor y en ella sobran los trabajadores con su contrato colectivo”.

En el artículo transitorio 2 de la reforma recién aprobada se menciona que se respetarán los derechos laborales conforme a la ley. “No se menciona a los contratos colectivos, ni del STRM ni de la CFE (Comisión Federal de Electricidad) y eso es muy sospechoso”, aclara Ramos Luna. “¿Cómo los van a liquidar?”

En el transitorio 21 se habla de la creación de la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y de Protección al Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos, dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, que hará el cierra de las empresas por motivos ambientales. “Nosotros nos imaginamos que van a chatarrizar varios centros de trabajo, como hicieron con los ferrocarriles, para poderlos vender.

¿Y qué va a pasar con esos trabajadores?”

Otro caso preocupante es que la refinación ahora la pueden hacer los privados. Abunda Ramos que la reforma “no dice nada de las refinerías. Si los contratos los hará la Secretaría de Energía, toda el área de contratos de Pemex –que es muy grande- se pierde. Y si ya los ductos y el almacenamiento de gas lo va a manejar el Centro Nacional que formaron, toda esa gente del PGPB (Pemex Gas y Petroquímica Básica) queda fuera de la empresa. Lo que hacen es desmantelar completamente Petróleos Mexicanos”. Y con ello, expulsar a los trabajadores.

El área de Petroquímica Básica será privatizada, “¿y qué va a pasar con los complejos, que son de primer mundo, con buen mantenimiento y que siempre han estado muy bien cuidados y valen un dineral?”, cuestiona la sindicalista. “Hay muchas dudas, pero lo que nos queda claro es que Pemex desaparece, deja de ser un organismo público descentralizado y pasa a ser una contratista”, resume la trabajadora.

La pérdida de los puestos de trabajo será paulatina, predice la ingeniera. Las empresas transnacionales traerán a su propio personal, asegura Ramos. “Siempre lo hacen y para eso es el convenio de redimensionamiento de la estructura, para que te puedan correr tranquilamente y puedan tomar la empresa desde cero”. Un adelanto de lo que pasará con la reforma es lo que sucedió en el complejo petroquímico Pajaritos, de Coatzacoalcos, Veracruz, donde Pemex cedió el 62 por ciento de las acciones a Petroquímica Mexicana de Vinilo (PMV). “La dirección de esta empresa privada tomó posesión de esa unidad, ‘porque tiene mayoría accionaria’; asimismo, pidió la renuncia del personal técnico, hizo que firmaran un nuevo contrato y desplazó a los trabajadores de base a las bodegas. Las oficinas y centros de trabajo están ahora dirigidas por el personal que llevó la firma privada y a los trabajadores de la paraestatal los hicieron a un lado; les han anunciado que sólo se quedará una cuarta parte de la plantilla y que los demás serán despedidos”, escribió la reportera Patricia Muñoz, de La Jornada.

Pemex tiene un plazo de dos años para convertirse en una empresa productiva. En el año 2014 recibirá subsidios, pero no en el año 2015. “Primero saldrán los trabajadores de contratos y después los encargados del sistema nacional de ductos, porque en 12 meses se formará el Centro de Control de Gas Natural, y Pemex tiene que entregarle toda la infraestructura”.

El papel del sindicato y la fama de corrupción

La ingeniera Ramos, quien fue readmitida en Pemex después de un despido injustificado, señala que el argumento de que la reforma atacará la corrupción en Pemex es un pretexto, y asegura que la mayor corrupción está dentro de los directivos y la empresa, y no en el sindicato.

“No hay comparación entre las cifras que manejan ellos (los directivos) y las del sindicato. La corrupción de los líderes del STPRM es enorme, pero la de la empresa es mucho mayor”, denuncia.

Del sindicato oficialista, la ingeniera –opositora a él- llama a distinguir entre la corrupción del líder y las bondades del contrato colectivo. Ramos señala que dentro del neoliberalismo, es un logro que no se hubiera echado atrás ninguna cláusula del contrato colectivo de los petroleros, favorable a los trabajadores.

Los beneficios del contrato colectivo de los petroleros –ganado a partir de 1938, y no gracias a la actual dirección sindical, aclara Ramos Luna- no quiere decir que el dirigente Carlos Romero Deschamps no haya tenido contubernios con Pemex “de contratos, por ejemplo, para permitir la tercerización”.

Pemex emplea a 153 mil trabajadores (incluyendo, por ejemplo, a los trabajadores de los servicios médicos), y las empresas que realizan outsourcing de sus tareas, a 85 mil. Esta cesión de materia de trabajo la permitió el sindicato, a cambio probablemente de dinero adicional, denuncia la ingeniera química.

El manejo oscuro de las cuotas sindicales es otro punto que abona a la fama del sindicato, reconoce Ramos –quien fue despedida de Pemex en 1985 por intentar organizar un sindicato independiente. Además, el contrato colectivo incluye cláusulas que benefician directamente al STPRM: “Que tantos millones para los juegos interpetroleros, para el 1 de mayo, para el 18 de marzo, y de todo ese dinero jamás dieron cuentas”.

La relación de corrupción entre el líder sindical y la empresa es clara, señala Silvia Ramos, pues si fuera un trabajador normal no podría darles a sus hijos los lujos que se permiten –automóviles de edición especial y paseos en aviones privados. “Además, hay que recordar todo el asunto del Pemexgate”, apunta Ramos Luna. En el año 2000, el Instituto Federal Electoral documentó que el dirigente desvió 500 millones de pesos de las cuotas sindicales para la campaña presidencial del priista Francisco Labastida Ochoa. “Una parte se fue para el PRI (Partido Revolucionario Institucional), pero otra apuesto a que se la quedó Romero”, señala.

La mayoría de los trabajadores no protestan contra el sindicato porque tienen buenos ingresos, porque tienen una conciencia muy priista y porque si la empresa intentaba correrlos o castigarlos, el sindicato siempre los defendía, considera Ramos, quien forma parte del Comité de Estudios de la Energía (CEE).

La corrupción sindical fue un auténtico contubernio con los gobiernos y sindicatos, denuncia la trabajadora. “Ellos apapachaban al sindicato con tal de que no les hiciera una huelga o estallara un conflicto, y éste, a cambio, fue cediendo”, describe. “Que haya tantos subcontratados y que todo lo hagan las empresas privadas, requería de la complacencia del sindicato, y la empresa lo pagó de buen modo”. La venta de plazas también proporcionó grandes cantidades de dinero al sindicato, afirma. El sindicato permitió todo lo que la empresa quiso, y ésta le toleró al sindicato muchas cosas porque era de mutuo beneficio –no para la empresa o para los trabajadores, sino para la dirección sindical y administrativa, resume Ramos.

Y en esta relación empresa-líder sindical, Pemex y el STPRM firmaron, el 29 de julio, el convenio 10717 para el redimensionamiento de la estructura. “En ese convenio se habla de cómo va a ser la reestructuración”, señala Silvia Ramos. “Eso evidencia cómo se prepararon, desde todas las perspectivas, para esta reforma.

Tarde para una respuesta de los trabajadores

La ingeniera Ramos, aunque se considera optimista, reconoce que el panorama es difícil y que todo estuvo muy bien diseñado para la privatización. La Untypp promoverá recursos legales contra la reforma, pero “el STPRM no hará nada”, afirma.

Ramos prevé que muchos trabajadores que creyeron que no pasaría nada, se darán cuenta de que su trabajo está en riesgo, pero no parece convencida de que haya una reacción masiva de protesta. Pone como ejemplo la situación en Pajaritos: de 2 mil 500 trabajadores, la empresa privada dijo que conservará a 770. Y pocos trabajadores protestaron, “pues la mayoría prefiere no moverse para ver si es de los elegidos para quedarse”, relata.

“Hay que buscarle a la cuestión legal, y apostarle a que el proceso se retrase, pues las inversiones no van a llegar mañana”, finaliza.

Publicado el 23 de diciembre de 2013

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