La juventud revolucionaria de Karl Marx
En medio del aniversario de los 150 años de la salida del primer tomo de El Capital, la obra maestra del Marx maduro, se estrenó en París una película titulada El joven Karl Marx del director haitiano Raoul Peck*.
La película abarca el periodo en el cual Marx, entre los 26 y los 30 años, junto a su esposa Jenny, anuda su amistad con Engels en París en 1844, de donde será posteriormente expulsado, instalándose en Bruselas y viajando en diversas ocasiones a Londres donde participará en la Liga de los Justos rebautizada, por iniciativa de Marx y Engels, Liga de los Comunistas y por encargo de la cual redactarán el Manifiesto del Partido Comunista en el invierno de 1847-1848 en vísperas de un ciclo revolucionario en el que apareció en la escena política europea la naciente clase obrera.
La película tiene la virtud narrativa de humanizar a Marx representándolo -a través de la interpretación de August Diehl- como un joven apasionado, inquieto, brillante y con el vicio de la arrogancia, comprometido con el conocimiento, la libertad y la igualdad, que cruza las fronteras europeas huyendo de la persecución política y fomentando la organización internacional de los trabajadores. Un joven enamorado de su esposa Jenny -cuya estatura y papel resalta en la película- alegre y con sentido del humor a pesar de la condiciones de pobreza en las que vive su familia, muy ligado afectiva e intelectualmente a su amigo y camarada Engels, buen jugador de ajedrez y mal bebedor. Al margen del debate fino sobre rupturas y continuidades entre el Marx joven, maduro e inclusive el último Marx -el de las reflexiones antideterministas sobre la discordancia de los tiempos- es en medio de estas vivencias y experiencias juveniles, a partir de la audacia política e intelectual del personaje en esta particular etapa de vida, que se gestan las ideas fundamentales, o por lo menos algunas de ellas, que revelarán muy rápidamente su carácter y alcance revolucionario: los principios del materialismo histórico, la clave de lectura de la lucha de clases y el método de la crítica como praxis transformadora.
Entonces la película, además de la calidad de su manufactura y del valor del trazado biográfico que presenta, termina siendo un elogio a la juventud como momento y oportunidad de elaboración y de práctica revolucionaria, en plena concordancia con la tesis redactada por Marx en aquellos años sobre la necesidad de filosofar para transformar el mundo.
Una evocación particularmente pertinente, en la Europa actual, donde la película está circulando en estos días de crecimiento de la extrema derecha en Alemania y de masivas movilizaciones en contra de la reforma laboral en Francia, en los mismos países y ciudades en las cuales vibraban el joven Marx y el naciente movimiento obrero a mediados del siglo XIX. Una Europa post Brexit dominada y, al mismo tiempo, puesta en crisis por las finanzas, securizada y atrincherada en contra de migrantes, atravesada por el malestar y la precariedad, disputada por fuerzas y proyectos conservadores y reaccionarios, mientras los reformismos socialdemócratas y socialcristianos se esfumaron hacia la derecha y los socialismos se convirtieron en minorías testimoniales. En este escenario, el salto de la resistencia –palabra coreada por los manifestantes parisinos de este otoño que se anuncia caliente- a la disputa contrahegemónica y eventualmente a la construcción de alternativa solo puede ser realizado si la juventud protagoniza un vuelco masivo en términos de politización y movilización, ocupando la calle y asediando los palacios y la ciudadela del poder. Adoptando una perspectiva radicalmente crítica, asumiendo colectivamente –al estilo del joven Marx- la tarea de pensar y actuar para transformar el mundo, empezando por el viejo continente.
Una rebelión juvenil que también resuena en las palabras cantadas por el rockero francés Damien Saez:
Porque es solo en el combate que se es libre
de tu triste sueño, te ruego libérate
Porque hay que hacer balances y cuentas
están nuestros amores siempre al borde del precipicio
¿escuchas esta noche el canto de los muertos?
¿puedes ver el cielo al alcance de tus dedos?
¡Juventud levántate!
Como un estallido de risa
viene a consolar tristeza
como un soplo de porvenir
viene a revivir las brasas
como un perfume de azufre
que hace nacer la llama
cuando sumergidos en el abismo no sabemos dónde está el alma
¡Juventud levántate!
Massimo Modonesi
Historiador y sociólogo; Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Donde entra Argentina en esos destellos?
Debieras de darle reconocimiento a Marco Rascón. La honestidad intelectual es un valor importante.
https://www.jornada.com.mx/2005/05/24/index.php?section=opinion&article=023a2pol
Básicamente lo que dices es: «estoy en contra de este gobierno y con mis palabras rebuscadas trato de confundir a mis opositores (que para mí son ignorantes y ni le van a entender) para convencer a todos mis amigos pseudointelectuales de que quitemos a este gobierno que nos quitó privilegios haciéndolos sentir los » inteligentes» aunque desde el autor ya sepan de que va mi artículo sin necesidad de leerlo o entenderlo. Aunque si se dieran el tiempo se darían cuenta de que se contradice a si mismo en cuanto a la verdad el líder de este gobierno péca de sincero incluso al grado de la ridiculez (lo cual es una visión social subjetiva). Siendo que la oposición esta tan en contra de lo que creen es un socialismo latente… Pues deberían cambiar y adaptarse… Es eso para lo que son buenos no? Es la definición básica de capitalista. No entiendo por que se quejan tanto de el panorama si (según esto) serían capaces de sobrevivir en cualquier ambiente o sociedad (pir entiendo
Espero no moleste mi comentario, pero asumir a Marx como Marxista cuando el mismo negaba serlo es una falacia de hombre de paja, en los hechos demostró claramente que no era Marxista, pues el joven Marx y el viejo Marx muestran una evolución crítica a sus ideas.