Hecho en la Ibero

J. Aldabi Olvera

México, DF. No fue casual, ni es casual que todavía continúen en movimiento. Miembros de Másde131, colectivo de alumnos de la Universidad Iberoamericana que surgió a partir de la protesta contra el entonces candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, el 11 de mayo de 2012, evalúan a un año de los sucesos lo que ha ocurrido con sus vidas, con el movimiento y con lo que viene después.

José Andrés Solórzano ve al movimiento como algo entrelazado entre lo social y el flujo de su vida. “Lo entiendo como un pasado común de todos y que en mí toma mucha fuerza en 2012. Renuncio a la iniciativa privada, me involucro en una película con los huicholes. En el Cerro del Quemado pido fuerza para luchar por México y luego pasa lo del 11 de mayo. Ahí tomo consciencia desde donde estoy, física y espiritualmente. Fue milagroso, lo entendí como un llamado”.

Su consciencia dejó de ser tan pragmática, dice, viendo a personas de su clase persiguiendo a un tipo al que él le tenía resentimiento y hasta asco, confiesa.

Francesc Messeguer relata que aquel 11 de mayo tenía entrega final. Escuchó la conferencia de Peña Nieto por radio y a la gente gritando consignas. En la entrada del estacionamiento de la puerta seis de la Universidad encontró un montón de camionetas. Al estar más cerca, vio una multitud de estudiantes yendo a los edificios de diseño.  Ahí, dos miembros del Estado Presidencial gritaban: “¡no sabemos dónde está, no lo encontramos!”. La gente reía.

Secretarias, profesores de varios departamentos, personas que ve siempre en la cafetería o en la biblioteca estaban protestando. Algunos traían pancartas de Atenco. “Estaba muy contento, con un sentimiento de esperanza. Gane o no, la gente se despertó”, cuenta Messeguer.

José Andrés Solórzano dice que nadie es parte de algo espontáneo, sino “historias que vienen de un cauce”, y pone de ejemplo la participación de alumnos de la Universidad Iberoamericana en el movimiento estudiantil de 1968. “Es una Universidad muy especial y ayuda a construir estos espacios. Si alguna vez había dudado del sentido humanista de la Universidad, después del 11 de mayo veo que existe y es enorme”.

En la Ibero todo estaba puesto, pues es una institución que fomenta la crítica y el análisis, el disenso y la diversidad, señala por su parte Julio César Colín, estudiante de Ciencias Políticas en esta institución jesuita. “La toma de conciencia creo que se potencia ante lo que parecía inminente: que Peña llegara al poder sin sobresaltos”, explica.

“Ni la izquierda ni la derecha partidista lo habían podido derribar del nicho que medios e instituciones le construyeron. Es por eso que muchos no podíamos dejar pasar la oportunidad de interpelarlo, acosarlo y cuestionarlo acerca de sus decisiones, la corrupción y las demás irregularidades que había tenido el proceso”, opina Solórzano.

Alfonso Flores, estudiante de Diseño Gráfico,  cuenta que lo que más le sorprendió fue ver a la universidad activa, protestando, inconformándose por algo. “Yo pensé que nunca iba a ver algo semejante durante mi paso por la Ibero. La sensación que me dejó fue de satisfacción y alegría”, dice.

Señala cómo después dell 11 de mayo se vino una ola de días de trabajo duro que incluyó la conformación de todo un movimiento. Diario había cosas que hacer, y para él, cosas que diseñar de un día para otro.

“Pero también, y lo más importante, se vino una época de unión ciudadana, de jóvenes que salían a las calles a expresar su descontento. Éramos uno mismo, con las mismas ilusiones y ganas, no importaba de donde vinieras y hacia donde ibas, todos jalábamos hacia un mismo lado en ese momento. Y se reencontraron las escuelas públicas con las privadas después de varias décadas de no hacerlo”, cuenta.

Messeguer cuenta que ingresó a la asamblea de la Ibero escribiendo una columna y terminó siendo vocero. En el proceso, dice, encontró muy buenos amigos. Al volver a la escuela se da cuenta de que la amistad que se tiene dentro de Másde131, quienes siguen cercanos, es más orgánica que la amistad con otras personas. Los une otra cosa.

“Algo que me encantó de siempre es el compromiso que trae la gente con los proyectos y sobre todo la vitalidad. Estamos ahí sin importar el ahí”, asegura.

Explica también que después de las elecciones, la asamblea ya no se recuperó muy bien y a partir de ahí saltaron las desconfianzas. Se dieron actividades de cada una de las asambleas y no de un colectivo grande, como pasó en el verano.

“El 132 fue un catalizador, te hizo darte cuenta de un montón de cosas y descubres qué quieres hacer con tu vida y que quieres aportar cosas, documentales, yo escribiendo, cada quien aporta desde su lugar y eso es muy sano, no enfrascados en la movilización por la movilización”, analiza.

Sentimientos de la nación

Flores afirma que su vida cambió mucho, desde sus planes a futuro, lo que quiere hacer, y hasta la manera en que ahora ve la protesta, el movimiento y las personas. “Quiero construir por la vía de la autonomía. Nuestra asamblea, para mí, va de la mano con lo que te digo: construir autonomía, desarrollar plataformas y convertirse en un megáfono que tome las voces de a quienes se les ha negado ser escuchados”.

Solórzano piensa que llegan maduros a la concentración del 11 de mayo en la Estela de Luz. Opina que las fechas importantes “te hacen llegar a un ajuste de cuentas y a saber de lo que se es capaz, siendo realistas, reconociendo los fallos y los aciertos que se han tenido”. Y considera que “de alguna manera la asamblea de la Ibero sigue con este juego de intentar buscar modos diferentes de poder vivir, coexistir. Sí es política la vida, pero simplemente es estar con los otros”.

Messeguer detalla por su parte los proyectos y los movimientos que están en pie: el proyecto #Sentimientosdelanacion que integra el ala documental, de donde se derivó Mi hermano el hombre, que trata sobre la violencia y las esperanzas de los habitantes de Ciudad Nezahualcóyotl, y de donde se derivará Gente Grande, que trata sobre la lucha que los pueblos del Valle de Lerma están dando por preservar el Gran Bosque Otomí-Mexica en contra de varios megaproyectos.

O el proyecto Diarios de la Nación, libretas que viajarán por el país de forma itinerante recogiendo la voz, los sentimientos de la gente. Todos estas iniciativas apuntan hacia construir un modo diferente, irreverente y lúdico de hacer política.

Messeguer siempre pensó que a eso iba a evolucionar Másde131. Lo ve natural porque la democratización de medios fue la primera gran demanda del movimiento e iba a terminar en gente que hiciera mejor las cosas que aquellos que los criminalizaron con la palabra días después.

“No es relevante si te pones una etiqueta. Muchos ya reflexionamos sobre lo que queremos hacer y la responsabilidad en la profesión que queremos dar”, cuenta.  “En lo que hagas mostrarás la injusticia social, las violaciones de derechos humanos. Tendrás otro tipo de compromisos. Ahí está el futuro de quienes seguimos”, finaliza el estudiante de la Ibero.

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