Trotamundos político

Fabrizio Lorusso

Guerra Civil Global

“Guerra civil global, fracturas sociales del tercer milenio” es el título de un libro, recientemente publicado en Italia por la editorial Il Galeone de Roma y coordinado por el escritor Sandro Moiso, redactor de la histórica revista contracultural Carmilla On Line. El volumen es una antología que, a partir del análisis de la Guerra Civil como categoría política, recoge una serie de ensayos sobre las sociedades en movimiento a nivel global, dentro de una fase en que parece darse el recrudecimiento de espirales represivas y liberticidas, pero también de tendencias antisistémicas e insurgentes.

Enlace al book trailer: https://www.youtube.com/watch?v=ohud4avNxfY

La categoría de Guerra Civil es utilizada como herramienta de acercamiento y comprensión de las fracturas que se van abriendo o profundizando dentro del sujeto social y entre éste y sus típicas contrapartes institucionales y económicas, una vez que han explotado o que han evolucionado las formas tradicionales de clase social y de conflicto preconizadas por el marxismo. Estas tendencias, que la socióloga Saskia Sassen describió en su momento como “epistemológicamente subterráneas”, ya no han podido quedarse en la sombra de la realidad y del análisis social, sobre todo después de más de un año aplicación de estados de excepción e iniciativas secuenciales, “normalizadas” vía decreto, de corte represivo, militar, económico y social. La pandemia de covid19 ha detonado conciencias críticas y luchas sociales a través de la aceleración simultánea de procesos previamente existentes, en curso y emergentes, y de la conflación de distintas dinámicas, contradicciones, desigualdades y resistencias que de lo local fácilmente se conectan al ámbito global y viceversa continuamente.

Se trata, según el coordinador de la obra, de una “guerra civil latente que en realidad ya es operante en gran parte del mundo y también en Europa y en Italia en donde, desde la ZAD [Zona a Defender, territorio previsto para la construcción del futuro aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes] a la lucha No Tav del Valle de Susa [contra el tren de alta velocidad en la región norteña de Piamonte, Italia] y desde cualquier otro lugar en que se resiste al modo de producción dominante y a su destrucción del medio ambiente, de los territorios y de las relaciones sociales intrínsecos a la especie humana para sustituirlos con aquellas basadas en al competencia y el odio recíproco, la acción del estado y de su brazo armado represivo (policía, poder judicial, fuerzas armadas nacionales y mercenarias) asume fisionomías cada vez más rígidas y agresivas. Una guerra civil que los medios de comunicación van preparando y sosteniendo, como sucede con las intervenciones militares externas, hablando de la pacificación, la modernización y la democratización”.

La misma Sassen, entre otras, habla hace tiempo de cómo en el Sur global se han ido desarrollando tendencias, mecanismos y dinámicas “experimentales” y radicales, como lo fueron en su momento el neoliberalismo dictatorial en Chile y Argentina y las políticas de ajuste estructural de la “década perdida” de 1980 que hoy conocemos, en Europa, como austerity. Entonces, la propia guerra civil de nuevo cuño, misma que rehúye las definiciones de manual del siglo XX, rebasa las fronteras como lo hacen los flujos migratorios o de mercancías e inversiones instantáneas, y no encaja en las categorías cristalizadas del derecho internacional humanitario, se ha conducido en América Latina, en África o en Asia por parte de distintos actores que no son simplemente el Estado o los grupos insurgentes armados, o los paramilitares organizados al amparo del poder estatal, como durante la Guerra fría en Centroamérica o Colombia.

Los protagonistas del conflicto en el siglo XXI son, más bien, nuevos actores como los mal llamados cárteles de la droga, que ya son grupos armados paramilitarizados, a menudo confusos con algunas fuerzas de seguridad pública e incrustados en las estructuras socioeconómicas y políticas. O bien, son las “máquinas de guerra” que describe Mbembe en su ensayo “Necropolítica”, hablando de África y de Palestina, o las “formaciones predatorias”, tratadas por Sassen como alianzas de elites globales y locales para el despojo y como mecanismos cada vez más impersonales y sistémicos que propician la expulsión de masas de población, conocimientos y ecosistemas. O son los dispositivos de poder, de violencia y gestión de recursos que forman parte de la gobernanza neoliberal actual y de un aparato de control extendido que, según Dawn Marie Paley, bien podemos caracterizar como formas de la contrainsurgencia ampliada y una “guerra contra el pueblo” disfrazada de “guerra a las drogas”, por ejemplo. Entre “epistemicidios” y “monocultura”, diría Boaventura, la guerra civil llega como categoría radicada en la evidencia de los hechos y en su interpretación, y va cambiando de contexto respecto del siglo pasado, pues de lo nacional a lo global, de ida y vuelta, se entrelazan tanto las violencias como las acciones colectivas que las contrastan: también en el ámbito del conflicto las fronteras han ido difuminándose, así como ha sucedido con las luchas sociales y la construcción de otros mundos posibles.

Desde el ataque a las torres gemelas del 11-S de 2001 en Nueva York, las quimeras del dominio unipolar y el globalismo ingenuo-entusiasta, del triunfo indiscutible de un modelo político como el democrático-liberal occidental, de una historia con un sentido único y de un sistema económico capitalista funcional se han desmoronado, dejando paso a complejidades que engendran brutalidades y exclusiones, así como posibilidades y tejidos resistentes, o sea presentes esperanzadores ante las fracturas. Desde la crisis financiera y económica global, también el neoliberalismo ha perdido su tinte hegemónico y triunfalista, aunque no ha sido propiamente sustituido por otro modelo o modificado en el fondo. Aun así, muchos movimientos analizados en Guerra Civil Global ya han planteado o practicado hace tiempo su superación, y siguen conformando imaginarios y propuestas emergentes, ancladas en distintas tradiciones y narrativas. La colección de ensayos del volumen, de la cual arrancan estas reflexiones y que espero pronto pueda traducirse al español, nos da un cuadro profundo de experiencias de lucha y reconfiguración social ante las rupturas del siglo XXI que, diría la socióloga Maru Sánchez, se conforman e interpretan como “desgarramientos civilizatorios”, ya no como simples crisis cíclicas, que, sin embargo, pueden generar respuestas válidas, sostenibles, a partir del diagnóstico y la vivencia del colapso.

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