En Movimiento

Raúl Zibechi

Guatemala 2023: Un volcán que llegó para quedarse

Nelton Rivera es fundador del portal prensacomunitaria.org, uno de los medios no hegemónicos más importantes de Guatemala. Es historiador y fotógrafo. Es coautor del libro “Pensar Guatemala desde la resistencia: el neoliberalismo enfrentado” (Prensa Comunitaria 2018) y participa en el equipo de investigación “Green Blood, Mining Secrets” que reveló los escándalos ambientales causados por empresas mineras.

En esta entrevista se enfoca en las movilizaciones urbanas, así como Gladys Tzul Tzul días atrás puso la lupa en la organización de los pueblos originarios.

– ¿Cómo defines o analizas al sector en el poder que se niega a aceptar la derrota electoral?

– Los grupos de poder que se resisten a la vuelta de democracia tienen que ver con una élite de la oligarquía, las familias más poderosas en sectores de la economía como el monopolio del cemento, de la familia Novella Torrebiarte, familias terratenientes que durante mucho tiempo se dedicaron al monopolio del café. También familias vinculadas a la cervecería, las grandes empresas de gaseosas y de agua embotellada. Se trata de una de las oligarquías más recalcitrantes y violentas de América Latina. Han sido responsables de financiar el genocidio en Guatemala desde 1960.

Estamos ante las mismas condiciones que generaron la guerra en la década de 1960 y que ahora defienden el autoritarismo y un golpe de Estado en proceso. Son la élite depredadora, un grupo que saquea y es responsable del despojo de los pueblos originarios en la historia.

Controlan las cámaras empresariales y controlan el Estado, ponen presidentes, financian los partidos políticos y tienen en sus manos la vida política de Guatemala. Además hay que decir que están ligados al crimen organizado y el narcotráfico. Desde la expulsión en 2019 de la Comisión Internacional contra la Impunidad de Naciones Unidas y el desmantelamiento de la Fiscalía Especial contra la Impunidad meses después, se garantizaron el control total del Estado. No hay ninguna institución del Estado que no esté cooptada por estos grupos que definimos como pacto de corruptos o alianza criminal.

-¿ Podrías explicar el levantamiento ciudadano en Guatemala actual?

– El levantamiento responde al cansancio, al hartazgo, al enojo por la corrupción y el uso perverso del sistema de justicia para castigar a la población. Participan personas de todas las ciudades y cabeceras departamentales que representan el encuentro entre varias luchas, principalmente contra la corrupción.

Lo que se vio en las elecciones es un gran rechazo al modelo y a quienes se identifica como responsables del saqueo y el robo de los fondos públicos, así como contra la maquinaria política que garantiza el despojo. Fueron las ciudades las que derrotaron con su voto el golpe de Estado, porque se sabía que el proceso electoral iba a ser de mero trámite para darle continuidad al modelo dominante.

Nunca imaginaron que el modelo podía perder en las urnas, nunca esperaron que el pueblo guatemalteco hiciera un voto contra el sistema para garantizar un gobierno distinto para recuperar la institucionalidad democrática del Estado. Entonces lo que vimos fue una enorme movilización urbana en las plazas porque se entendió que sólo la movilización de la sociedad puede generar cambios. La generación que se movilizó en 2015 está ahora al frente de este movimiento.

En paralelo hay un reencuentro de las memorias. No es casualidad que Bernardo Arévalo, que ganó las elecciones, sea hijo de quien fue elegido en 1944 como presidente como consecuencia de la revolución de octubre de ese año. Fue el comienzo de la primavera de 1944 a 1954 que finaliza abruptamente con la invasión estadounidense.

El legado de la revolución del 44 y de las luchas revolucionarias de ese período son importantes porque estamos ante un contexto similar, cuando el pueblo derrocó al dictador Jorge Ubico en ese año. Hay muchas memorias de lucha que están jugando un papel importante, que se manifiestan por ejemplo en las ciudades, en el papel de las colonias y las barriadas populares de las periferias, que recuperan el espíritu combativo de los 36 años de la guerra en Guatemala a través de plantones y manifestaciones. Estamos ante una situación pre insurreccional

– Qué papel juegan las clases medias y sectores populares urbanos?

– En las clases medias predomina el rechazo a una dictadura porque se entiende que es necesario reconstruir la democracia que fue secuestrada. También va ganando la idea de que la democracia no puede consistir en votar cada cuatro años. Ese sector se ve reflejado en un partido como Semilla integrado por profesionales, intelectuales, académicos, estudiantes y sectores de clase media que sienten que puede conducir el país.

Incluso hubo movilizaciones en zonas adineradas, o sea el abanico ha sido enorme porque se siente que el futuro del país está en juego, que el modelo de corrupción y extractivismo no va a solucionar nuestros problemas, porque ese modelo supone alianzas con el narcotráfico y los militares de la contrainsurgencia. Es un modelo que a los 18 millones de guatemaltecos no nos va a permitir un futuro digno.

Tenemos la esperanza de que por primera vez en 60 años exista un gobierno democrático. Los pueblos en Guatemala están a la ofensiva para cambiar el modelo.

– ¿Cuál es el papel de las comunidades mayas y en particular sectores como 48 Cantones?

– Desde la firma de los acuerdos de paz los 21 pueblos mayas, el pueblo xinka y el mestizo vienen debatiendo en las comunidades el modelo extractivo y la defensa del territorio, del agua y de los bienes naturales. De ahí nace esta formidable movilización, del acumulado durante estos años. 48 Cantones sale porque sabe que va a lograr su objetivo así como sale la alcaldía de Sololá, porque los impuestos estatales las afectan como sucedió durante la colonia.

En un primer momento las alcaldías indígenas estuvieron a la expectativa, dando un compás de espera mientras las ciudades se movilizaban con mucha fuerza. Cuando se reúnen en Totonicapán convocadas por 48 Cantones, más otras alcaldías indígenas y el parlamento xinka, con la toma de las carreteras le inyectan más fuerza a la movilización contra el golpe de Estado. Con el inicio del paro nacional y la toma de carreteras del 2 de octubre, esto se convierte en la chispa para que las demás autoridades indígenas convoquen a los pueblos y se movilicen de muchas maneras.

Entonces tenemos más de 80 autoridades indígenas que generan más de cien tomas de carreteras, que le dan una contundencia especial al movimiento. Todos los días entran caravanas para apoyar a quienes están en plantón frente al Ministerio Público. Lo que estamos viendo es un encuentro entre lo comunitario y lo urbano, en las ciudades hay un respeto grande a los símbolos de los pueblos originarios, un reconocimiento a las autoridades indígenas como nunca se había producido en el pueblo ladino y mestizo.

– ¿Qué puede esperarse de este nuevo activismo?

– La derrota de la derecha y las elites en el proceso electoral le inyecta mucha energía al pueblo guatemalteco para continuar con sus luchas de aquí en adelante. En el imaginario de la gente hay perspectiva de una victoria que no se había podido tener en más de 60 años. Surge la idea de que puede haber una Guatemala diferente, por eso crece la esperanza y la capacidad de movilización. La toma de la capital por los pueblos originarios es una cuestión de enorme trascendencia, es como un volcán que llegó para instalarse y no irse. Ni siquiera la represión podría apagar la fuerza que nace de abajo.

Esta lucha puede demandar mucho tiempo pero existe la energía suficiente como para asumirla, conducirla y enfrentar a las clases dominantes.

Dejar una Respuesta

Otras columnas