Grecia sigue en busca del camino (Diagonal 22 de marzo)

Grecia

Hay algunos momentos en los que parece que el tiempo se condensa, que en poco tiempo los acontecimientos son tantos y de tanta magnitud, que nuestra capacidad de concebirlos y reaccionar ante ellos se ve desbordada. Éste parece ser el caso de Grecia, donde en muy poco tiempo se han impuesto unas políticas que deterioran las condiciones de vida de la mayor parte de la población.

Las herramientas de organización política tradicionales (partidos y sindicatos) no han podido aglutinar toda la fuerza que es necesaria para revertir este proceso. Igual que la clase política, han perdido legitimidad y en la conciencia de la gente ya no sirven como marcos de referencia para lograr el cambio social. Lo mismo ocurre con las grandes manifestaciones: aunque sirven como hitos en la resistencia contra las medidas de austeridad y ofrecen un índice de la radicalidad y de la rabia de la gente, no son capaces, al menos a corto plazo, de provocar un cambio en el panorama social. Por lo tanto, hacen falta nuevos instrumentos, tanto para garantizar la supervivencia de amplios sectores como para conseguir pequeñas victorias en esta lucha.

De la rabia a la reflexión

La revuelta de diciembre de 2008 fue un momento de negación, de rechazo de lo existente, que hizo evidente la efervescencia que atraviesa a la sociedad. El verano pasado el movimiento de la plaza de Sintagma, creó, en cambio, un espacio de reflexión y de búsqueda de lo nuevo. Este espacio se ha multiplicado y se ha extendido a muchos barrios de Atenas y otras ciudades del país, en forma de asambleas populares. Estas asambleas, con sus altibajos, llevan a cabo principalmente acciones de solidaridad (comedores populares, tiendas gratis, etc.) y coordinan a los vecinos que no pueden o no quieren pagar el impuesto extraordinario sobre la vivienda, cuyo pago ha sido asociado al suministro de electricidad. Con el respaldo del movimiento “Yo no pago” (“Den plirono”, en griego), se ha conseguido detener todos los intentos de corte de luz, o han vuelto a conectar la electricidad en los hogares donde ha sido cortada.

El sector de la salud y el de la educación son los que más han sufrido por el ataque neoliberal. Se calcula que hay centenares de miles de personas sin cobertura médica. Como respuesta a esta situación, que tiende a cobrar dimensiones de crisis humanitaria, profesionales de la salud, junto con otros activistas, impulsan la creación de ambulatorios sociales. Actualmente existe una decena de ellos en todo el país y un ejemplo emblemático es el de Tesalónica, donde son atendidas 400 personas a la semana. Cabe mencionar asimismo el caso del hospital de Kilkís, una ciudad al norte de Grecia, que ha sido ocupado y es gestionado por sus trabajadores. En la educación ocurre algo similar: grupos de profesores y padres de familia se organizan en muchos barrios para dar clases de apoyo gratuitas a alumnos y alumnas que las necesiten.

Otro proyecto que ha cobrado mucha dinámica es el de las redes de intercambio de productos y de bancos de tiempo. Llama la atención el hecho de que en menos de dos años se han creado a lo largo de todo el país cerca de 30 redes que experimentan con un tipo de actividad económica en el que no rige la lógica del mercado. Obviamente, estas iniciativas no pueden contrarrestar los estragos del ataque que sufre Grecia. Tampoco son capaces de frenarlas. Sin embargo, ante un proceso de larga duración, se antoja necesario crear espacios de solidaridad y afirmar la capacidad de actuar de la ciudadanía griega.

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