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Este texto es un relato de todo lo que viví, vi y sentí en cinco días de intensas manifestaciones. De cómo 200 estudiantes se transformaron en 20 mil en una protesta inédita, tanto para mí, como para todos los estudiantes de Teresina que participaron.
Piauí, Brasil. El 26 de agosto de 2011 el alcalde de Teresina decretó el aumento de la tarifa del transporte colectivo, de 1,9 reales (un dólar) a 2,1 reales (un dólar con quince centavos). El aumento estaba por encima de la inflación y con base en una planilla de valores desactualizada del Sindicato de los Empresarios del Transporte Urbano de Teresina (SETUT).
A partir del decreto, los estudiantes de la capital piauiense sólo necesitaron un fin de semana y, a través de las redes sociales, organizaran el primer día de lo que se convertiría en una semana histórica de lucha. Tras intensos días de protestas, el alcalde prorrogó la decisión de aumentar las tarifas a finales de octubre.
Tres días después del decreto, fue realizada una manifestación contra el aumento del pasaje. Inició en la principal avenida de la ciudad, Frei Serafim, y llegó hasta la municipalidad de Teresina. Cuando el acto terminó, cerca de 200 estudiantes, secundarios en su mayoría, quienes se hacían llamar “los sin-bandera” caminaron hacia la sede del SETUT, donde llamaron la atención de la gente y tomaron dos camiones de transporte público para entrar y saltar el torniquete del autobús. Luego, se dirigieron al que sería el escenario de la semana de lucha: la avenida Frei Serafim. El tránsito de la avenida fue paralizado y los estudiantes que estaban en el camino se iban sumando a la manifestación. Fue entonces cuando aparecieron las fuerzas policiacas dispuestas a proteger el patrimonio de los empresarios. La policía utilizó gas pimenta, bombas lacrimógenas y algunas balas de goma para dispersar la manifestación, pero los estudiantes resistieron paralizando el tránsito de la ciudad.
Era una dimensión desproporcionada, los policías de la Tropa de Choque armados de cascos y protegidos con escudos, agredían a los estudiantes que se movían de un lado a otro de la avenida. Cuando la policía se percató que el gas pimienta no dispersaba a los estudiantes, resolvieron detener a seis de ellos, incluidos dos menores de edad. No sirvió de nada. Después de siete horas de protesta, los estudiantes se dirigieron hacia donde tenían a los detenidos para exigir la libertad de sus compañeros. Con la liberación de los estudiantes, terminó el primer día de lucha.
El segundo día, la convocatoria tuvo una mayor repercusión debido a la indignación provocada por la represión del día anterior. A pesar de que los medios de comunicación, calificaron a los estudiantes del movimiento como “un grupo de desobedientes y bandidos”, la población se mostraba a favor de los estudiantes. Parecía que la ciudad se despertaba de un marasmo de años. En esta ocasión, era un carro con sonido el que conducía la manifestación por la misma avenida Frei Serafim. En algunos momentos, desde el carro se intentaba definir la hora en que terminaría el evento, pero los estudiantes estaban dispuestos a resistir. Cuando las organizaciones participantes decretaron el fin de la movilización y ya sin carro de sonido que calmara a los estudiantes, ellos usaron de sus estrategias: construyeron barricadas para bloquear un importante cruce de la avenida Frei Serafim. Nuevamente la policía reprimió la manifestación con los mismos métodos. Pero el sentimiento de solidaridad entre los manifestantes se hacía cada vez más presente y cuando la policía los abordaba preguntando quién era el líder, todos respondían: ¡yo!
El tercer día, el intenso sol calaba. El centro de la ciudad de Teresina era igual que el día anterior, pero no el movimiento que tomaba cada vez más fuerza a través del intenso intercambio de información por las redes sociales. La avenida Frei Serafim estaba ocupada por llantas quemadas, papeles y estudiantes que transitaban por toda su extensión. La SETUT suspendió la circulación de los camiones en toda la ciudad y emitió un comunicado culpando a la municipalidad por la falta de financiamiento y por el aumento del pasaje. El gobernador declaró que podían despedazar la ciudad, pero que no daría un paso atrás en su decisión. Era justo eso lo que se estaba por verse.
El día que siguió fue el más intenso de todos: más de 20 mil estudiantes se manifestaron en la puerta de la municipalidad, a la espera de otra negociación con las autoridades. Como ya se suponía, el resultado fue el mismo: la insistencia intransigente en el aumento. Los empresarios disminuyeron la flota de autobuses. En repudio, millares de estudiantes salieron a las calles del centro de la ciudad, decenas de camiones fueron despedazados y a uno de ellos le prendieron fuego. La consigna era: “si el pasaje no baja, Teresina va a parar”. Así fue. Los estudiantes no sólo protestaban por el aumento de la tarifa del transporte, sino también, por una educación de calidad.
El último día de manifestaciones, la concentración se realizó frente a la Cámara de los Concejales. La resistencia era contra el agresivo sol y contra la represión policiaca. El gobierno ya había dado la orden de movilizar más policías para contener a los estudiantes. De hecho, quienes circulaban por las calles adyacentes de la avenida Frei Serafim notaban la presencia de las intimidantes fuerzas policiacas y de la caballería.
El ambiente fue de tensión, hasta que llegó la noticia de la prórroga. Casi 30 días para la realización de la auditoria que decidirá sobre las tarifas del transporte. La concentración final se hizo en la Plaza de la Libertad, se escuchaba corear a los presentes: ¡el pueblo se unió y el pasaje cayó! Los estudiantes naturalmente se dispersaban con la sensación de haber cumplido, y sabiendo que la lucha iba a seguir, ya que la decisión no fue la suspensión definitiva del aumento de las tarifas, sino sólo su prorrogación. Entre las voces aún presentes, escuché decir a un grupo de estudiantes de secundaria que “la lucha apenas había comenzado, que ahora seguía luchar por el Pase Libre”. Y así es, la lucha se sigue dando por medio de foros de debate y de la recolección de firmas para el proyecto de ley sobre el Pase-Libre.
A través de Facebook se convocó a otra movilización: la “Alerta de los Indignados”, el día que terminaba la prórroga y se realizaría la auditoría sobre las planillas de precios del transporte público. Sin embargo, la auditoria ha vuelto a prorrogarse y ahora todos esperan que termine el plazo, pues, si es necesario, se volverá a las protestas.
Publicado el 01 de Noviembre de 2011
Porque DESOBEDIENTES y BANDIDOS no título espanhol sem aspas, parece imprensa marrom ¬¬