La insurgencia magisterial en Veracruz crece junto a otras demandas sociales

Noti Tonyto/ Zapateando Fotos: Majlok/ Zapateando

Veracruz. La mayoría de las escuelas  ya regresaron a clases, pero el Movimiento Magisterial de Veracruz, crecido por fuera de los sindicatos, no decrece. Tanto el gobierno estatal como los diferentes sindicatos oficiales hacen todo lo posible por desmovilizarles, ya sea con promesas o con represión, pero la chispa magisterial no se apaga: comenzaron ya el proceso de conformar un frente contra todas las reformas y la devastación ambiental de Veracruz.

El Movimiento Magisterial en Veracruz no surgió espontáneamente: es resultado de la tenacidad de miles de maestras y maestros conscientes del camino al que llevan las reformas estructurales de los gobiernos priístas. Es por ello que, a pesar de la represión y con mucho en contra, las protestas magisteriales continúan.

Antes de que Veracruz fuera referente a nivel nacional, como un punto candente de insurgencia magisterial, ya se registraron marchas contra la reforma educativa desde enero, y para mayo se consolidó un frente de profesores sin siglas sindicales. En un estado con 14 sindicatos magisteriales -todos leales al gobierno en distintas formas- y que afilian a más de 120 mil docentes, la organización fuera de estos feudos de poder es ya un logro.

En Veracruz se resisten decididamente los golpes gubernamentales de gran magnitud. Desde las marchas contra el proyecto de minería a cielo abierto Caballo Blanco hasta la insurgencia magisterial, el pueblo organizado no deja de salir a la calle para mostrar su inconformidad contra el manejo político y económico de Veracruz y de México. En este contexto, el magisterio es reflejo de lo que sucede en distintas regiones, pues están presentes en cada rincón de la geografía del estado.

Sin embargo, la lucha por defender los derechos labores docentes y la educación gratuita no resulta fácil. Hasta el año pasado los gobiernos contaron a las maestras y  los maestros como voto útil para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y todos los sindicatos apoyaron de una u otra manera al candidato oficial en las elecciones. A pesar de que en casi todas las organizaciones sociales hay docentes participando de diferente forma, el magisterio veracruzano -en su mayoría aún- no estaba politizado, en gran parte por el sistema de control a través de los sindicatos.

Al inicio de las movilizaciones contra la reforma, las profesoras que marcharon lo hicieron sólo por sus derechos laborales; conforme adquirieron fuerza y  con la necesidad de una mayor organización, se dieron cuenta de una realidad política que no habían tenido tiempo de reflexionar.

A mediados de enero, miles de maestros provenientes de distintas partes de Veracruz comenzaron a marchar en la ciudad de Xalapa para protestar contra la reforma promovida por el gobierno federal. Las movilizaciones se extendieron a otros municipios como Poza Rica, Agua Dulce y Orizaba. En esta última región, principalmente en Zongolica, hubo una serie de marchas durante enero y febrero, y se llegó a conformar un frente con padres y madres de familia.

La  Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) amenazó con sancionar a quienes dentro del magisterio marcharan. Hasta entonces las movilizaciones fueron con siglas sindicales, pero rápidamente los líderes dieron muestra de que no seguirían simulando ser oposición. Conforme las protestas aumentaron en distintos estados de México, en Veracruz comenzaron las reuniones fuera de los sindicatos.

Con la creación del Frente Magisterial Veracruzano en mayo, los sindicatos quedaron  superados. El 15 de ese mes, con motivo del Día del Maestro, salieron a marchar con el nombre de “Marcha por la Dignidad Magisterial”, y con la consigna “sin siglas sindicales” comenzaron un camino de resistencia que hasta ahora no termina.

Luego de las movilizaciones “Por la Dignidad Magisterial”, en septiembre estalló la resistencia en todo Veracruz. Se registraron marchas diariamente, a la par de la toma de instalaciones de la SEV y las sedes de las secciones 32 y 56 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), así como de la mayoría de las escuelas en distintas zonas. Las marchas superaron las 50 mil personas, no solo en la capital sino en varias ciudades.

Para la profesora Delia, el movimiento significa el despertar: “en contra de las arbitrariedades de las autoridades y líderes sindicales quienes perdieron el rumbo de sus funciones y han abusado del poder. Es algo que hacía falta pues tal vez por miedo a represalias y al no tener eco las voces de quienes buscaban el cambio esto no se había dado”. En palabras de la maestra Susana, el movimiento es lavar el honor magisterial, “tratando de reivindicar sus derechos pero también es el despertar de los mismos maestros y la sociedad en general ante el abuso de los poderes del Estado.”

El profesor de educación física Eduardo señala que “específicamente en la Ley General de Servicio Profesional Docente (LGSPD) tenemos cinco observaciones: uno, que contraviene y exime al trabajador docente del artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; dos, trasgrede el ámbito jurídico del trabajador docente al no permitir y nulificar su derecho a defenderse en un marco de legalidad laboral; tres, basa su concepto de ‘calidad’ únicamente en el logro de una evaluación, sin considerar otros caracteres propios de una educación integral. Cuatro, los gastos propios del Estado se endosan a los padres de familia bajo el cobijo de su concepto de ‘gestión escolar’, y cinco, su aprobación se realiza de forma unilateral sin considerar a los actores directos de la educación. Cabe señalar que en ningún punto anterior se expresa responsabilidad alguna para el Estado en función.”

Los poderes del Estado intentan detener al amplio movimiento magisterial con represión. La madrugada del 12 septiembre, alrededor de 40 porros contratados por el líder del SNTE, Juan Nicolás Callejas, atacaron a quienes tomaron la Sección 32, y comenzaron así la violencia directa contra el movimiento. Los porros llevaron tubos y robaron carpas y casas de campaña.

La represión se recrudeció la noche del 14 de septiembre cuando en el desalojo de Plaza Lerdo de Xalapa, granaderos de la Secretaría de Seguridad Pública golpearon y dieron descargas eléctricas a maestros y estudiantes que estaban a punto de retirarse pacíficamente tras la orden de desocupar la plaza. A partir de ese día, las profesoras comenzaron a ver la verdadera cara del Estado. El 12 de octubre sufrieron desalojo, también de madrugada, en un plantón frente a la SEV, y se les golpeó incluso bajándoles de sus autos.

Lejos de disminuir al movimiento, la represión hizo que sus acciones fueran más contundentes: liberaron plumas en casetas de cobro en todo el estado; cerraron carreteras durante días enteros y bloquearon el recinto portuario en Veracruz. En dos ocasiones el magisterio tomó la presa Yuribia, en Tatahuicapan, al sur de la entidad, con fuerte apoyo popular de las comunidades de la región. El gobernador Javier Duarte tuvo que aceptar el diálogo directamente con los profesores movilizados y no sólo con los sindicatos, como declaró anteriormente.

El magisterio recuperó la sede de la sección 32 del SNTE, y además, comenzó los trámites institucionales para democratizar ésa y la sección 56. Para la maestra Susana, “la toma de la 32 significa la toma del sindicato, que es nuestro y debe servir al magisterio. Es arrebatárselo a los malos líderes que nos vendieron ante el gobierno”. Se trató de una acción que fomenta la coordinación y el intercambio hacia el interior, señala el profesor de educación física Eduardo: “El ambiente en la toma de la 32 se rige por la camaradería, el apoyo mutuo, el intercambio de información y solidaridad”.

En esta lucha el magisterio no está sólo. Estudiantes de distintas facultades de la UV, normalistas, padres y madres de familia e incluso personal del Instituto Mexicano del Seguro Social apoyan de distintas maneras las marchas y la toma de sus planteles. En el sur ya han marchado junto con trabajadores de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pues no sólo lesiona los derechos laborales docentes, sino que atenta contra la educación pública en todo el país.

La maestra Susana explica que “la reforma trae consigo la privatización de la educación, la eliminación de derechos laborales, y el decaimiento del sistema educativo para sacar de la jugada a la mayor parte de la población, condenándola a una educación de ínfima calidad o el nulo acceso a ella”.

Durante las movilizaciones se puede ver el apoyo de la gente ya sea gritando consignas o tocando el claxon como se pide en pancartas. Estudiantes de la UV han estado de manera permanente haciendo guardias, difundiendo la lucha, acompañando las manifestaciones, y en diversas tareas.

Las más recientes manifestaciones son de padres y madres de familia de varias escuelas, que denuncian que les comenzaron a cobrar la luz de las instalaciones educativas. Incluso hay presencia de niñas y niños, que hacen tareas al aire libre y dibujan  en hojas  al pie de las paredes de palacio de gobierno.

Después de meses de lucha, el magisterio no se conforma con la derogación de la reforma educativa y sus leyes secundarias. A pesar de que tanto el gobierno estatal como los diferentes sindicatos hacen todo lo posible por desmovilizarles, ya sea con promesas o con represión, la chispa magisterial no se apaga.

El magisterio veracruzano aprende a organizarse a través de  asambleas y, se puede decir, se vislumbra un futuro democrático en las secciones del SNTE en Veracruz. Comenzaron ya el proceso de conformar un frente contra todas las reformas y la devastación ambiental de Veracruz.

A pesar de que la mayoría de las escuelas  ya regresaron a clases, el Movimiento Magisterial no decrece ni desiste en sus metas. Tanto a nivel personal como en su conjunto, los integrantes  del Movimiento Magisterial Veracruzano maduran poco a poco y todavía no se acaba de ver todo su potencial.

Publicado el 28 de octubre de 2013

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