La Caravana de Madres, éxito de la sociedad y deudas de los gobiernos

Clayton Conn

México, Distrito Federal. “Esta persona a mi lado es mi madre, que no me ha visto desde hace 10 años”, exclamó Eugenio Gómez con una gran sonrisa en el rostro. Su madre, Narcisa del Socorro Gómez, le devolvió la mirada con lágrimas de alegría mientras Eugenio continúo: “ella vino aquí por mí, algo que nunca esperaba y nunca olvidaré. Es como una salvación, ¿me entiendes? Si ella no hubiera venido por mí, yo no hubiera hecho nada”.

El caso de Narcisa y Eugenio es uno entre las 12 reuniones entre las madres que participaron en la novena Caravana de Madres Centroamericanas Buscando a sus Migrantes Desaparecidos “Emeteria Martínez”, y sus hijos, desaparecidos en territorio mexicano en su intento de cruzar una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo para entrar a los Estados Unidos.

Las 45 madres de Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras viajaron 16 días y recorrieron 4 mil kilómetros a través de 15 estados de México para encontrar a sus familiares desaparecidos, atraer la atención del público sobre la difícil situación de los cerca de 323 mil migrantes centroamericanos que cruzan las fronteras mexicanas cada año, y para exigir que las autoridades mexicanas garanticen la seguridad de quienes van en tránsito.

“Esta caravana fue la más satisfactoria porque, a falta de confirmar todavía algunos datos, localizamos a una decena de personas, algo que no es lo habitual”, expresó Marta Sánchez, coordinadora ejecutiva del Movimiento Migrante Mesoamericano, en una entrevista con El Mundo. La defensora de derechos humanos relató que la mitad del trabajo se realiza en el transcurso del año, siguiendo muchas pistas para poder tener las reuniones previstas durante la caravana, pero la otra mitad se produjo durante el propio recorrido.

La caravana de 2013 tuvo cinco reuniones planificadas, más otras siete que ocurrieron en los últimos momentos de su recorrido.

Los organizadores y las madres atribuyen este éxito al apoyo creciente y la conciencia de la sociedad civil, que crece con cada vuelta de la caravana.

“Al caminar la misma ruta que el migrante, aprendimos lo que soportan nuestros familiares, la violencia, el sufrimiento y el malestar, pero también aprendimos que hay mucho apoyo aquí y que sigue creciendo», reflexionó la salvadoreña Anita Celaya.

La madre salvadoreña resaltó que todavía hay un largo camino por recorrer para lograr justicia y seguridad para los migrantes: “Incluso en nuestros países, aún hay muy poco apoyo. A menudo se cuentan las remesas, en lugar del alto precio que nuestros seres queridos tienen que pagar para buscar un ‘sueño americano’ que de pronto se convierte en una pesadilla”.

En el último día de la caravana, los organizadores y las madres cruzaron la frontera de México hacia Guatemala en balsa para representar las formas peligrosas en las que los migrantes viajan en busca de una vida mejor. Cada uno de los participantes regresará a su respectivo país para continuar con el trabajo de organización en la búsqueda de sus seres queridos.

Aunque la caravana produjo resultados positivos, Sánchez expresó que este Día Internacional del Migrante no es de celebración: “Recordamos que todo los migrantes sufren algún atraco en el camino y recordamos que en todo el mundo se implementan políticas anti inmigrantes. Hay un retroceso en los avances que habíamos logrado. Recordamos que no hay nada que festejar”, aclaró.

Se estima que entre 70 mil y 120 mil centroamericanos se perdieron en México, con la sospecha de que en su mayoría se trata de casos de desapariciones forzadas.

Como culpable del fenómeno está “una fusión entre el gobierno, el crimen autorizado’ y pandilleros», acusó Anita Celaya, una madre de El Salvador, cuyo hijo, Rafael Celaya, desapareció hace 11 años. “Piensan que los inmigrantes son invisibles, que nadie les hace caso, y es por eso que son extorsionados, secuestrados y asesinados», señaló.

Al terminar la novena caravana el 18 de diciembre – Día Internacional del Migrante – en Chiapas, en la frontera entre México y Guatemala, es evidente que los migrantes no son ignorados ni están solos.

El MMM informa que en nueve años de organización de caravanas, se produjeron más de 200 reuniones documentadas entre madres y sus seres queridos, así como un sinnúmero de otras reuniones sin documentar. “A menudo se ponen en contacto después de ver la atención de los medios en torno a nuestros esfuerzos”, explicó Marta Sánchez, coordinadora ejecutiva del MMM, en entrevista con Desinformémonos.

“Cuando Eugenio dejó Chinandega (Nicaragua) para ir tras el ‘sueño americano’, a sus 16 años, yo le dije que no fuera y que era peligroso. Después nunca oí más de él, y me dije, voy a encontrar una manera de localizar a mi hijo, no sé cómo, pero lo haré, ya sea a través de los canales de televisión, de radio o de alguna otra manera”, recordó Narcisa Gómez.

Gómez se puso en contacto con organizaciones defensoras de los migrantes, como el Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), y se encontró participando en las caravanas. Un año más tarde, abrazó a su hijo por primera vez en 10 años.

Publicado el 23 de diciembre de 2013

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