En 1968 «recuperamos el Zócalo para todos»

Jaime Quintana Guerrero Foto: Cuartoscuro y archivo

México, Distrito Federal. “Hoy existe un intento de cerrar el Zócalo de manera simbólica, para ganar desde el poder el derecho para clausurar otros espacios y regresarnos 45 años”, a la época en que se tenía que pedir permiso para ocupar las calles, señala Félix Hernández Gamundi, integrante del Comité 68. El movimiento estudiantil de 1968 recuperó el Zócalo para que cualquier ciudadano se manifieste libremente, “y no permitiremos que nos lo quiten”.

Hace más de 40 años, el presidente chileno Salvador Allende exclamó que “con nuestras luchas se abrían las grandes alamedas”, recuerda el activista. “En 1968 las abrimos, y ahora no vamos a permitir que se cierren”.

El movimiento estudiantil  de 1968 no solo ganó el espacio de la democracia social en México, sino también el Zócalo, declara a Desinformémonos Félix Hernández Gamundi, miembro del movimiento estudiantil en ese momento y ahora parte del Comité 68. “Ganamos todos los espacios abiertos del país para que la gente pueda expresarse y manifestarse libremente en todos los sentidos: política, cultural y socialmente. Ésa fue la trascendencia de haber recuperado el Zócalo de la Ciudad de México”.

Uno de los logros más importantes después del movimiento estudiantil de 1968 fue ocupar el centro de poder de México, la Plaza de la Constitución. Para ganar los espacios democráticos, recuerda Hernández Gamundi, “sí sabemos cómo comenzó y cómo terminó ese proceso. Fue cuando el gobierno autoritario cerró los espacios públicos a la manifestación y a la expresión libre de los ciudadanos”.

El luchador social recuerda que llegó un día en el que ya no hubo forma de que ningún grupo independiente del gobierno se pudiera manifestar en el Zócalo capitalino. “Ellos (el gobierno) hicieron extensiva la restricción para utilizar cualquier otro espacio público con fines políticos distintos a los del poder. Por eso, hoy no podemos permitir que se regrese a esa situación”. A unos metros de donde sucede la entrevista se puede ver a decenas de granaderos que bloquean el paso de la avenida Pino Suárez, a unos pasos de la plancha central.

Si se impide la libre manifestación en el Zócalo, advierte el ex integrante del Consejo Nacional de Huelga, “se seguirán con la intención de frenar el desarrollo democrático y limitar a la gente las posibilidades de protesta y de defensa de sus derechos, cuando son afectados, así como el derecho de expresarse libremente”.

La generación de 1968 aglutinó a miles de estudiantes de diversas condiciones sociales que protestaron por el autoritarismo y la falta de libertades democráticas en México. El desenlace fue de represión, y como consecuencia, hubo “una apertura en la vida social de este país, fue un grieta para la democracia política y la libre expresión”.

Antes, recuerda el integrante del movimiento estudiantil, “se tenía que pedir permiso para poder expresarte”. El presidente de la República era quien daba la autorización para utilizar el Zócalo o “te convocaba al grito del 15 de septiembre, a ver el desfile, a la celebración del 1 de mayo, encabezada por Fidel Velázquez”. Hernández Gamundi precisa que la asistencia era para observar, para estar de forma pasiva, y nunca como un derecho de expresión. “Ellos”, denuncia, “fueron los únicos que tuvieron derecho a utilizar cualquier otro espacio publico con fines políticos”.

La Plaza de la Constitución o Zócalo, después de las confrontaciones revolucionarias y posrevolucionarias, se convirtió en un espacio de lucha por el poder y después de proselitismo. Sin embargo, fue el movimiento estudiantil y popular de 1968 quien abrió el espacio para la disidencia y la protesta contra el régimen autoritario que se generó después de la revolución. Fue en ese año que se retomó el derecho histórico de usar los espacios públicos, por lo que ahora no se debe permitir que lo arrebaten de nuevo, considera.

En 1985, miles de habitantes de la Ciudad de México salieron masivamente, explica Félix Hernández, “para expresar y ejercer su derecho y su obligación a la solidaridad ante la desgracia de ese momento, que fue por el sismo. También se refrendo en 1988, con la gran explosión democrática que encabezó el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas”.

Después de eso, señala Hernández, “los mexicanos ejercimos ese derecho y no lo vamos a dejar ahora, sin importar el pretexto que se quiera utilizar”.

Este 2 de octubre de 2013, denuncia, “se utilizó como pretexto el centro de acopio para el apoyo de los damnificados por los huracanes  Ingrid y Manuel.  La marcha del 2 de octubre no competía con el centro, pero impidieron que llegara al Zócalo de la Ciudad de México”.

Un pasaje de lucha y represión

El 27 de agosto de 1968 se produjo la manifestación más grande que tuvo el movimiento estudiantil de la época, recuenta Félix Hernández, “al grado que la plaza se llenó y aún no salía de Chapultepec el último contingente. Tuvimos que sacar a la gente por las avenidas laterales de la Plaza de la Constitución para dar entrada a los que estaban en camino”.

Ese día fue parte de un plan de acción del movimiento estudiantil, relata Hernández. “Emplazamos al gobierno para un diálogo público, pero decían que no nos interesaba hacerlo, que lo que queríamos era alborotar, y respondieron que no estaba preparados”.

Los estudiantes hicieron pública la propuesta de realizar el diálogo en el Zócalo o en Bellas Artes. Los contingentes prefirieron la plancha central de la capital, pues comprendieron que se trató de una disputa simbólica, y eligieron el día del informe: el 1 de septiembre de 1968.

La respuesta del gobierno fue amenazante, recuerda el dirigente estudiantil. El Consejo Nacional de Huelga se preparó con una guardia de cinco mil personas en Bellas Artes.

“El gobierno reaccionó con miedo y con tanquetas, y nos desalojó del Zócalo”, relata Hernández Gamundi. “Lo más grave fue al día siguiente, cuando Fidel Velázquez y otros líderes sindicales charros organizaron un acto de supuesto desagravio, al que llevaron a todos los burócratas del gobierno al Zócalo”.

Alguien puso la bandera a media hasta, relata el luchador social. “Los burócratas se enojaron cuando comenzó el discurso del regente contra el movimiento: la gente se dio cuenta de que los manipularon y comenzaron a gritar ‘No vamos, nos llevan. No somos borregos’. Entonces, entró nuevamente el ejército hacer un desalojo, más grande que el del propio movimiento”.

“El Zócalo es el centro mas importante del país por decisión de los mexicanos. Villa y Zapata, hace casi cien años, cuando llegaron a la ciudad, vinieron a la Plaza más emblemática del país. Si nosotros admitimos que nos la cierren, permitiremos un golpe brutal en contra de los movimiento democráticos del país”, concluye Félix Hernández Gamundi.

Publicado el 21 de octubre de 2013

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