México, DF. “Lo que está en juego en Nueva Jerusalén es el principio constitucional de la educación laica”. Así define Jorge Cazares, líder sindical magisterial y representante de los padres laicos de la comunidad michoacana, el centro del conflicto que llevó en julio a la quema de la escuela pública Vicente Guerrero por parte de la Iglesia Católica Tradicional de La Ermita.
Nueva Jerusalén fue fundada en 1973 por Papá Nabor, un exsacerdote católico, después de que una monja alegara que había recibido un mensaje de la Virgen del Rosario para crear esta comunidad, donde el grupo religioso que la gobierna no permite que se vea televisión, se lean periódicos, se juegue futbol o haya enseñanza pública.
Pese a que un grupo disidente de aproximadamente mil personas –que se denominan laicas- quiere enviar a sus hijos a la enseñanza pública, las amenazas y actos violentos del grupo principal, ahora encabezado por Martín de Tours, mantienen a los niños sin clases. Éste “no es un caso aislado” en la difícil relación entre el Estado laico y las distintas iglesias, insisten los investigadores del Centro de Estudios Ecuménicos, Jael de la Luz García y José Guadalupe Sánchez.
Para Jorge Cazares, secretario general de la sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), se viola el derecho constitucional a la educación de 250 niños, un mes después de que debieron haber regresado a clases. En entrevista con Desinformémonos explica que “el conflicto estalló hace casi un año, cuando los seguidores de la secta religiosa encabezada por Martín de Tours intentaron imponer su reglamento en la escuela primaria, que es pública”.
En las mesas de diálogo con los tres niveles de gobierno que tuvieron lugar en la semana pasada, el sindicalista notó “una mayor disposición para resolver el problema de fondo”, pero insiste en que esperan “una actuación mucho más firme por parte del gobierno del estado en relación a esta gente que agredió y que sigue violentando el derecho de los niños”. Exigen, para empezar, la emisión de “las ordenes de aprensión contra los responsables, tanto materiales como intelectuales, de la destrucción de las escuelas, que son patrimonio público”.
Los padres laicos piden garantías de seguridad para ellos y sus hijos, la reconstrucción de la escuela destruida y el reinicio de las clases, pero se enfrentan a un gobierno “que no ha hecho nada” hasta ahora. Rechazan mandar a sus hijos a estudiar a la vecina comunidad La Injertada, donde el gobierno instaló aulas provisionales.
Aunque se denominan ellos mismos “laicos”, los aproximadamente mil disidentes comparten las creencias de la comunidad pero piden más apertura hacia el mundo exterior. Jael de la Luz García explica que la gran mayoría son jóvenes que nacieron en Nueva Jerusalén y que emigraron por un tiempo para trabajar. Después de tener contactos con la modernidad buscan introducir cambios en la comunidad, sin querer romper con su identidad religiosa. La construcción de dos escuelas -en 2006- por el gobierno estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) significó un avance mayor para ellos.
De la Luz señalaque “lo que hoy está sucediendo es una lucha de poder y de tensión que existe casi desde los orígenes de la comunidad”; en los años ochenta, una primera disidencia llevó a la exclusión de cuatro mil personas, más de la mitad de la población de la comunidad en ese entonces.
La secta y el PRI
De acuerdo con Cazares, la situación actual “ha derivado en un conflicto mucho mayor que abarca no sólo el aspecto educativo sino también el político, porque se sabe que los dirigentes de la secta promueven en las elecciones el voto por el Partido Revolucionario Institucional (PRI)”.
De la Luz García explica que “en 1973 el fundador, Papa Nabor, no tuvo en la mente crear un espacio del PRI, sino un grupo místico apartado de la modernidad y de los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II, piedra angular de la renovación de la Iglesia Católica. Es con la llegada del vidente Agapito, en 1991, que se vivió una transición a algo más politizado, con vínculos directos con el PRI”.
En entrevista, el teólogo José Guadalupe Sánchez destacaque en las visiones de los sucesivos dirigentes de Nueva Jerusalén aparece también el expresidente Lázaro Cárdenas, uno de los fundadores del PRI: “Es una táctica política interesante porque se puede entender como una arma simbólica para seguir generando el control y la regulación de la propia comunidad”.
Los investigadores del Centro de Estudios Ecuménicos concuerdan en que los vínculos con el PRI explican en gran parte la autonomía por la que los dirigentes pudieron imponer sus drásticas reglas de vida, así como la total impunidad de la que gozaron ante las acusaciones de delitos como acopio de armas, tráfico de drogas, secuestro y violaciones, perpetrados por Agapito Gómez Aguilar, considerado mano derecha del fundador, Papá Nabor. Estas denuncias fueron hechas en 2005 por Bartolo Eugenio de la Cruz, quien fue asesinado pocos días después.
La presencia en Nueva Jerusalén de personas vinculadas con carteles, sobre todo con La Familia Michoacana, se menciona en el último libro del periodista británico Ioan Grillo, El Narco en el corazón de la insurgencia.
Poder político, poder religioso y paramilitares
Jael de La Luz García señala que “la situación sí es política y religiosa, pero sobre todo tiene que ver con una situación histórica y necesita un debate sobre el estado laico. Desde las guerras cristeras, en los años veinte, hay una especie de tregua entre el poder religioso y el poder político debido a la separación muy difusa en los dos.
“En esto contexto de negación a la modernidad y a la implantación de un Estado laico -que los gobiernos revolucionarios quisieron imponer abrupta y violentamente a la Iglesia-, hubo sectores descontentos que se llaman católicos tradicionales porque no aceptan estos cambios y establecen normas propias y costumbres rígidas”.
Para la investigadora, las relaciones entre el grupo fundamentalista y la Iglesia Católica son reveladoras: “La Iglesia se deslinda de Nueva Jerusalén, pero no es casual que cuando murió el Padre Nabor -en el 2008- recibió el perdón de la Iglesia Católica. Se puede preguntar hasta qué punto la Iglesia Católica emplea a estos grupos como paraeclesiásticos de corte paramilitar, porque es una estrategia que aplica con todos los grupos tradicionalistas”.
El teólogo Sánchez agrega: “Lo reiterativo es la impunidad con la que este grupo religioso se ha movido, aprovechándose de la debilidad de la legislación mexicana en materia de separación de Iglesia y Estado, que le permite hacer alianzas concretas con sectores políticos para proceder de manera delincuencial sin recibir algún castigo”.
Para el teólogo, “el proceso de construcción de una autonomía nacional no confesional trató de establecer el origen de la legitimidad del poder no como emanado de una doctrina religiosa o de un principio de esta índole, sino de la voluntad popular.
“La laicidad no sólo es la separación del Estado y de la Iglesia; lo fundamental es la igualdad de todos ante la ley y que no haya prerrogativas de ningún tipo que permitan este tipo de abusos”.
Es esta legitimidad la que, de acuerdo con ambos académicos, debe ser protegida a través de la proclamación firme del carácter laico del Estado y una nueva legislación más precisa, que ya no permita el uso de la ley de organizaciones religiosas como escudo ante la acción del Estado.
Publicado el 24 de septiembre 2012
Excelente artículo, pues pondera muchos elementos que dan atinadamente a un debate que no pareciera importante en el debate nacional: El estado laico.