En Movimiento

Raúl Zibechi

Dos continentes, una misma lucha

En el verano pasado y durante este otoño pude conocer varios procesos de lucha en Italia, en Euskadi y en otros puntos del Estado Español, que muestran sintonía con los procesos de resistencia en muchos sitios de América Latina. La crisis europea de los últimos años llevó a una parte de la población (desempleada, precaria y pobre) a encarar proyectos de vida diferentes mientras sigue resistiendo al neoliberalismo.

No es que los movimientos europeos sigan los pasos de los de América Latina, que sería tanto como pensar que nuestro continente juega un papel central o “guía” en las luchas sociales. Lo nuevo es que empiezan a recorrer caminos comunes, en por lo menos tres aspectos: la territorialización de las resistencias, la formación de sus miembros y la creación de mundos otros en los espacios reconquistados.

En Vitoria/Gasteiz (Álava) un amplio colectivo de jóvenes está recuperando un barrio obrero que pretende la iniciativa privada para especular. Errekaleor está en la periferia de la ciudad y fue construido en la década de 1950 para albergar trabajadores de la industria provenientes de áreas rurales. Se trata de 192 viviendas rodeadas por campos de cultivo y un polígono industrial donde vivían 1.200 personas.

El barrio luce semi-abandonado pero está siendo habitado por unos 120 jóvenes, buena parte estudiantes, que comenzaron a ocupar las viviendas abandonadas y pintar grandes murales. Reabrieron el cine y el frontón, crearon una huerta y un gallinero, cocinan pan y avanzan un proyecto cultural que incluye un centro juvenil en lo que fue la iglesia católica. Además, cuentan con locales de grabación, una sala de conciertos, una biblioteca, un bar y una guardería.

En la periferia de la ciudad de Salamanca, en el barrio Buenos Aires, la asociación de vecinos, la asociación de mujeres y Asdecoba (Asociación de Desarrollo Comunitario), pusieron en pie varias iniciativas notables: cinco huertas y un invernadero en el que producen decenas de toneladas de alimentos para el barrio, un catering en el que trabajan 20 personas, la guardería del barrio y un comedor donde acuden decenas de inmigrantes, pobres y ex presos.

Las iniciativas cuentan con el apoyo del padre Emiliano Tapia que dirige la parroquia Santa María Nazaret desde hace 22 años y se dedica, con notable espíritu militante, al “acompañamiento del proceso de dignificar la vida en este barrio”. Es que Buenos Aires, como tantas periferias, es un gueto de pobreza y marginación, poblado por una mayoría de gitanos, atravesado por el narcotráfico, la desocupación y un elevado ausentismo escolar. Han cortado la autopista reclamando soluciones que no llegan, pero ponen sus energías en los emprendimientos para resolver la vida de los vecinos.

En las afueras de Madrid se celebró del 22 al 24 de abril la segunda edición de la Escuela de Movimientos Sociales Ramón Fernández Durán (en homenaje a uno de los más carismáticos militantes sociales), en la que casi cien activistas proyectaron “análisis y reflexiones para construir estrategias de lucha y propositivas para superar el sistema capitalista”. La escuela de formación fue organizada por tres colectivos: la central sindical CGT, Ecologistas en Acción y Baladre que se define como “coordinación de luchas contra el paro, el empobrecimiento y la exclusión social”.

Acudieron gentes de todo el Estado para debatir las estrategias ante la crisis ambiental, el colapso civilizatorio, la creciente desigualdad, el recorte de derechos, la privatización de los servicios públicos, la represión y el control social. Buena parte de los debates giraron en torno a las relaciones de los movimientos con las instituciones estatales.

Destacó la participación de la Asamblea de Parad@s y Precari@s de CGT Valencia, que sostiene una oficina para asesorar a los desempleados sobre sus derechos, un apoyo solidario en alimentos que bautizaron CAOS (Cesta Obrera Autogestionada y Solidaria) que reparte alimentos donados por afiliados con empleo fijo, como forma de forjar vínculos entre ambos sectores. Un Ropero Solidario entrega ropa a quienes la necesitan y un taller textil q emplea a tres personas de la asamblea que cuentan con una máquina industrial. No reciben ni un euro del gobierno y lucen con orgullo el lema “Frente a la dependencia del Estado, autonomía social”.

En Italia podemos sumar la larga resistencia comunitaria al tren de alta velocidad (No TAV) en el norte, la Azienda Agrícola Mondeggi en las afueras de Florencia y la resistencia a la especulación inmobiliaria en el barrio Pigneto de Roma. En las 200 hectáreas recuperadas de Mondeggi, una veintena de jóvenes cultivan la tierra buscando reintroducir la cultura campesina, pero buscan a la vez “transformar la propiedad pública en bienes comunes”.

Son apenas un puñado de las muchas iniciativas de resistencia que recorren caminos otros en medio de la crisis. Mientras resisten, crean lo nuevo; desde abajo, de modo autónomo y autogestionado. La crisis abrió la posibilidad de convertir los espacios en territorios en resistencia. Estamos en condiciones de iniciar un diálogo horizontal entre los sujetos en territorios de uno y otro continente. La vida nos ha llevado a un lugar maravilloso que no habíamos imaginado apenas unos años atrás.

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