Enfrentando a una “nueva delincuencia” celebra la Policía Comunitaria de Guerrero 17 años de existencia

Gloria Muñoz Ramírez y Adazahira Chávez Foto: Heriberto Paredes (Agencia Subversiones)

Miahuichán, Guerrero. La Policía Comunitaria de Guerrero celebró su 17 aniversario con el crecimiento del 70 por ciento del territorio bajo su influencia. Con nuevos retos, ante el surgimiento de una nueva delincuencia representada por los que “verdaderamente roban, despojan y saquean, como las empresas mineras”, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) enfrenta el desafío de ampliar su estructura “con el fin de consolidar la seguridad y justicia de los pueblos, y al mismo atender otras áreas, como las de salud, comunicaciones, producción, la organización de las mujeres y, de manera muy importante, la consolidación del territorio”, explica Valentín Hernández, asesor jurídico de la organización.

Fueron dos días de reflexión y celebración de aniversario, en un ambiente de fiesta interrumpido por la participación del representante del gobernador Ángel Aguirre, quien con voz temblorosa enfrentó los abucheos y los gritos de ¡Asesino! que le espetaron los visitantes, en alusión a la represión contra los alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa, donde la policía estatal asesinó a dos estudiantes.

“¡Gobierno farsante, que matas estudiantes!”, “¡Esos son, esos son, lo que chingan la Nación!” y “¡Qué se vaya!”, fueron algunos de los gritos arengados por el grupo de San Salvador Atenco y seguidos por el resto de los invitados. El representante del gobernador intentaba con voz temblorosa elogiar el trabajo de la CRAC señalando que es un sistema de justicia “que no le genera gastos al estado”.

Desde su nacimiento, en octubre de 1995, explica Valentín Hernández, “la CRAC se planteó una relación de respeto con el gobierno. Decimos que necesitamos un vínculo de comunicación, pero no de sumisión ni subordinación. El hecho de que exista la Policía Comunitaria es un cuestionamiento al mal funcionamiento del Estado. Si ellos hicieran el trabajo que les corresponde, la CRAC no existiría. No buscamos la confrontación con el gobierno, ni tampoco su reconocimiento, pues ese lo dan los pueblos. Lo que exigimos es que se respeten estas formas de organización de las comunidades para gobernarse, para administrarse, y para darse los derechos que el Estado no les garantiza”.

Bajo el intenso sol de la montaña guerrerense, los guardianes de las 26 nuevas comunidades que se incorporan a este sistema autónomo de justicia, desfilan para presentarse y tomar protesta, encabezados por sus autoridades regionales. La tierra amarillenta se estremece con centenares de pies campesinos, cubiertos lo mismo por botas militares que huaraches de hule o de cuero, que marcan el paso de los nuevos comunitarios que desfilan junto a los cientos de policías provenientes de las 104 comunidades de 13 municipios en los que tienen presencia.

El contigente que recorre las calles después de la homilía es el que resguarda “veredas, caminos, carreteras, a nuestros hijos, hermanos y esposas” buscando a “los malos”, como señalaron viejos integrantes de la Policía Comunitaria al dar la bienvenida a los que se incorporan del municipio Ayutla de los Libres.

El crecimiento más grande, reitera el acompañante y asesor de la CRAC, no es el número de nuevas comunidades, sino el nuevo territorio, que es 70 por ciento más grande que el año anterior. También es importante ubicar hacia dónde se está creciendo. En este caso, explica Hernández, “hablamos de la región de Ayutla, que es una de las zonas más golpeadas y violentadas del estado, desde la época de la guerra sucia hasta los últimos años, acusada de ser cuna de guerrilleros. En esta región está El Charco, la comunidad en la que ocurrió una masacre de indígenas y estudiantes y que hoy también se incorpora a la CRAC. También en esta zona existen grupos paramilitares que han sido denunciados y toda está muy militarizada”.

En el discurso final de la fiesta de aniversario, que se realizó los días 24 y 25 de noviembre, la CRAC advierte que “Ayutla ha sido uno de los municipios más golpeados en el estado de Guerrero, y su reciente incorporación al Sistema Comunitario es una esperanza para la recuperación de su tejido social, vulnerado por grupos de delincuencia organizada y la violencia estatal”. Justo un día antes de la celebración, uno de los nuevos comandantes de la organización fue “levantado” y torturado  por los narcotraficantes en represalia por la detención de un vendedor de droga; el mismo cuerpo policiaco lo rescató, pero quedó malherido.

El narco en esta región está creciendo por los cuatro costados. Para contrarrestarlo, la CRAC se plantea el fortalecimiento de la organización de las asambleas comunitarias. “No los vamos a confrontar como Calderón con su guerra, sino que tenemos que blindar a las comunidades con organización, ver hacia adentro y cerrar filar, pero no a tiros. Este no es un asunto propiamente de la Policía Comunitaria, sino las asambleas de cada lugar”, insiste el asesor de la CRAC.

El primer día del festejo se destinó al debate, en seis mesas de trabajo, de los siguientes temas: Organización de las mujeres, defensa del territorio,  experiencias de seguridad y justicia, represión, salud, y alternativas en el nombramiento de autoridades por usos y costumbres, En la mesa dedicada a las experiencias de seguridad y de justicia se habló de la necesidad de encontrar otras formas de colaboración y vinculación en el caso de procesos “cuya distancia, naturaleza o contexto impida incorporarse a la estructura de la Policía Comunitaria”. Se destacó el caso de Huamuxtitlán, que ya conformó su Policía Ciudadana, y el de Olinalá –que protagonizó un levantamiento apenas hace unas semanas-, donde la institucionalización del movimiento llevó a que la seguridad ya no esté en manos de la población.

Policías indígenas de esta zona sonreían y asentían mientras escuchaban la experiencia de Cherán: “estos ya mandaron a la chingada a los partidos”, le confiaba un joven comunitario a otro. Ambas organizaciones asentaron que “la raíz de la violencia y el delito está en la ausencia de otros derechos fundamentales como la educación, la salud, la falta de autonomía alimentaria y la pérdida de valores comunitarios”, como señalaron en las conclusiones de la mesa.

La propuesta de hacer un espacio de coordinación y análisis entre diferentes experiencias de seguridad comunitaria –a realizarse el 15 de diciembre en territorio comunitario- tuvo el compromiso de habitantes de Huamuxtitlán, Olinalá, Taxco y  Cherán, así como la propia CRAC.

En la mesa de salud, los policías comunitarios descasan las armas mientras discuten con las talleristas cómo construir un sistema de salud integral y que se respete la cosmovisión de los indígenas.

Bailes afromexicanos e indígenas, como la danza de los diablos, poesía a Lucio Cabañas, corridos jaramillistas y cantos en lengua me’pha enmarcaron esta fiesta en una zona donde las principales amenazas al territorio son “las mineras, los proyectos de reservas de la biósfera y la experimentación con el maíz”. Aquí la CRAC anunció una redefinición de su estrategia contra las empresas mineras, donde contemplan declararse territorio libre de minas.

Uno de los temas que más se discutió fue el relativo a las posibilidades de elección de autoridades por usos y costumbres. Por un lado se mencionó la posibilidad de introducir la presencia indígena a las instituciones para hacer valer sus intereses –“como Evo Morales y Benito Juárez”, ejemplificó un participante-; otras voces llamaron a ver el camino de la CRAC, al zapatismo y a Cherán, frente a los intentos de despojo del territorio indígena que realiza el gobierno boliviano en el caso del parque TIPNIS.

Finalmente, coincidieron en el rescate de las prácticas comunitarias, independientemente del marco legal o institucional, y en la construcción de instituciones propias, aunque un sector no quitó el dedo del renglón señalando una necesidad de ocupar curules en el Congreso y crear un partido político indígena.

Los centenares de asistentes al aniversario de la CRAC disfrutaron de comida ofrecida por las mujeres de Miahuichán, la comunidad anfitriona. Tortillas hechas a mano, caldo de res y arroz fueron ofrecidos a todo visitante. Otras mujeres, las directamente integrantes del cuerpo de policía, llevaron el registro de todos los participantes y asistieron a la mesa de discusión sobre mujeres.

Ahí, bajo el llamado a la CRAC para que apoye de manera “integral y contundente” el trabajo de las mujeres al interior del territorio comunitario, las participantes en la mesa demandaron facilidades para la participación femenina en todos los espacios organizativos, y que la impartición de justicia se realice bajo principios de igualdad, no a la discriminación y equidad de género. También exigieron que se realicen talleres de género con todos los sectores de la población –especialmente con autoridades y niños-, y plantearon la realización de un encuentro de mujeres de la CRAC-PC y una red de apoyo a la mujer guerrerense.

Rodeados de centenares de policías indígenas, el fantasma de la represión parece estar lejano, pero en el estado donde fueron desaparecidos los ecologistas Eva Alarcón y Marcial Bautista, y donde fueron asesinados los normalistas Alexis y Gabriel, los movimientos señalaron que a los ataques directos de cuerpos policiales y crimen organizado, se suman el desplazamiento, la desaparición forzada y los asesinatos extrajudiciales como estrategias de represión.

Publicado el 26 de noviembre de 2012

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