México. “En Cabo Pulmo, la lucha no es contra el desarrollo, sino contra la magnitud del proyecto turístico que la empresa española Hansa Baja Investments –en complicidad con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Ambientales (Semarnat)– pretende construir en este lugar”, asegura en entrevista con Desinformémonos Judith Castro, habitante de la pequeña comunidad ubicada al noreste de San José del Cabo, en las costas de Baja California Sur.
Las aguas de este paradisiaco lugar albergan el único arrecife de coral vivo de la parte más septentrional del continente. Se trata de un verdadero cúmulo de riquezas marinas: entre la flora coralina conviven aquí infinidad de peces, crustáceos, equinodermos, moluscos e invertebrados.
El arrecife bajo amenaza
En 2008, la Semarnat aprobó el mega proyecto turístico Cabo Cortés, un emprendimiento de la empresa española Hansa Baja Investments, que prevé la construcción de 27 mil 700 habitaciones de hotel, 2 campos de golf, una marina y un aeropuerto, un proyecto cuya magnitud semeja la capacidad hotelera de Cancún.
La “irresponsable y desafortunada” autorización de la construcción de un proyecto de este calibre –como califica Alejandro Olivera, biólogo marino y coordinador de la campaña de océanos de la organización Greenpeace, al permiso otorgado por la Semarnat en 2008– significa, en la práctica, la construcción de una nueva ciudad que albergaría a alrededor de 40 mil personas. Todo ello en un área donde escasea el agua potable y donde actualmente viven poco más de 120 personas.
De acuerdo con la Manifestación de Impacto Ambiental presentada al gobierno estatal por la propia Hansa Baja Investments, el 35 por ciento del agua requerida para poner en marcha Cabo Cortés provendría de tres pozos ubicados en el arroyo Santiago. A pesar de que el Plan de Ordenamiento Ecológico del Municipio de Los Cabos establece que “los desarrollos turísticos en esta zona deberán asegurar su propio abasto de agua y el de los núcleos de población que generen”, a Cabo Cortés le ha sido concesionada una cantidad de agua que equivale al consumo de 82 mil personas en un día.
El mismo Ordenamiento Ecológico, anota Alejandro Olivera, establece que “no deberá permitirse ningún tipo de construcción en la zona de dunas costeras a lo largo del litoral”, disposición que no se respetó al autorizarse la construcción de una marina que, de edificarse, “tendría consecuencias irreversibles en la conformación de la línea de costa, ocasionando con ello la erosión de las playas colindantes al proyecto y la pérdida de un sitio que es vital para la anidación de las tortugas marinas”.
Dañar el arrecife significaría también la pérdida de un importante sitio para la migración de especies marinas que retornan cada año a la zona como el tiburón ballena, las tortugas marinas, las mantas gigantes y las ballenas jorobadas.
El fin de la pesca y el inicio del desarrollo sustentable
Hace 17 años, al notar que los recursos marinos habían sido sobreexplotados durante años y las especies de pesca comenzaban a escasear, la comunidad decidió abandonar esta práctica –que entonces era su único medio económico de subsistencia– y, en un esfuerzo conjunto con la Universidad de Baja California Sur, Cabo Pulmo fue declarado Parque Marino Nacional en 1995.
Alejandro Olivera detalla que “el parque está conformado por 7 mil 200 hectáreas en el mar consideradas área natural protegida; ésta es la reserva marina más productiva y más saludable del mundo”.
Para para proteger el arrecife y obtener ingresos sin seguir agotando las especies marinas, la comunidad se capacitó para vivir del ecoturismo. “Cabo Pulmo es un ejemplo exitoso de conservación marina”, explica Olivera, “la gente logró que se prohibiera la pesca y tomaron cursos de buceo y de snorkel para ofrecer al turismo estas actividades en lugar de tener que recurrir a las extracción marítima”.
El reconocimiento de la zona como área natural protegida, “no sólo permitió la prohibición de la pesca comercial, sino la construcción de cualquier tipo de obra pública o privada y la realización de actividades que alteren las condiciones naturales del parque, incluyendo el anclaje de embarcaciones o la acuacultura”.
Judith Castro señala: “A pesar de que hemos logrado conservar exitosamente el arrecife, las condiciones del pueblo no son las mejores. No tenemos luz eléctrica ni agua potable. No hay escuelas ni centros de salud. No podemos imaginar que se construya aquí un proyecto con las características de Cabo Cortés. No es algo que se necesite”.
Gracias a las medidas tomadas por la comunidad, el arrecife coralino de Cabo Cortés se ha recuperado con éxito, sobre todo durante los últimos 10 años. “En este periodo de tiempo, ha habido un incremento del 460 por ciento en la flora marina, una cifra que, al ser comparada con los datos de otras reservas, deja ver que en ningún otro lugar del mundo hay tanta recuperación como aquí”, explica el experto en biología marina. Éste el único sitio donde “en un solo día de buceo se pueden encontrar más peces de gran tamaño, de los que se pueden ver si se bucea varias semanas y en muchos sitios a la vez, y donde las agregaciones de reproducción de cabrillas y pargos siguen recuperándose año tras año”.
El proyecto del desarrollo turístico, sin embargo, sigue adelante. En 2011, la Semarnat canceló la aprobación que había otorgado en 2008, pero no negó por completo la posibilidad de emprender la construcción. Únicamente emitió “observaciones”.
“La Semarnat señaló algunas condicionantes para que pudiera iniciar la obra, pero hasta el momento Hansa no ha cumplido y Semarnat dio a la empresa una prórroga por más tiempo del permitido, y ha manifestado que ‘no tienen ninguna pretensión de cancelar el proyecto’”, dijo a Desinformémonos Alejandro Olivera.
Cabo Pulmo Vivo y el futuro de la reserva coralina
Ante esta amenaza, la comunidad se ha organizado y logró conformar –con organizaciones locales, nacionales e internacionales– la coalición Cabo Pulmo Vivo, cuya principal tarea es informar a los turistas y a toda la sociedad de los riesgos que significaría la construcción del mega proyecto de la empresa española. Entre otras acciones, detalla Judith Castro, los esfuerzos están enfocados en:
“Tenemos una página web con mucha información – en español e inglés – sobre lo que significaría acabar con la riqueza natural de Cabo Pulmo para dar paso a un desarrollo turístico. Allí se pueden consultar artículos científicos y documentos oficiales que respaldan nuestra denuncia.
“También recabamos firmas por la defensa de esta área en escuelas, plazas, foros, universidades y en ‘donde nos den chance’.
“Por otro lado, estamos dando seguimiento a las cuestiones legales con el apoyo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental y con el grupo Defensa Ambiental del Noroeste”.
A la campaña se han sumado organizaciones como World Wildlife Fund (WWF), Natural Resources Defense Council (NRDC), Greenpeace, Niparajá, Costa Salvaje, Los Cabos Caastkeeper y la Universidad de Baja California; personajes del medio artístico como Diana Bracho, Demián Bichir, Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacuba, y miles de personas que han dado su firma para salvar este paraíso amenazado.
“Siguiendo la línea del ecoturismo, nuestra comunidad buscará implementar un plan de desarrollo que contempla el uso de energía renovable y reciclaje. Sabemos que se necesita desarrollo para alcanzar el bienestar de la comunidad, pero creemos que esto se puede hacer sin dañar el arrecife. Apostamos a la manutención de nuestros recursos y por eso no permitiremos que se imponga un proyecto de las magnitudes de Cabo Cortés. Que quede claro que aquí no ha empezado ninguna construcción y que la lucha es por la cancelación definitiva del proyecto”, finaliza Judith Castro desde Baja California.
Publicado el 28 de mayo 2012