Beneficiarios de los secuestros de migrantes, desde las autoridades hasta los ciudadanos

Adazahira Chávez Foto: Mario Marlo/ Somos el medio

México. Al borde de la locura; así llegan a la Casa del Migrante de Saltillo, Coahuila, los migrantes que sobreviven a su travesía por México, víctimas de secuestro, violaciones y extorsiones, afirma el padre Pedro Pantoja, director del albergue. Los principales beneficiarios de la industria del secuestro, valora Fray Tomás González, director el Albergue La 72 de Tenosique, Tabasco, son las autoridades. “Pero hasta el ciudadano que ha perdido sensibilidad busca cómo extorsionarlos”, remata Pantoja.

El 19 de marzo, al menos 10 migrantes recién rescatados de un secuestro masivo en Reynosa, Tamaulipas, fueron nuevamente raptados. Amnistía Internacional acusó que en México, muchos migrantes siguen sufriendo abusos a manos de la policía y otros son víctimas de homicidio, secuestro, trata o violación a manos de bandas criminales que actúan selectivamente contra ellos y suelen hacerlo en connivencia con las autoridades locales. Sin embargo, el fenómeno “es cosa de todos los días”, puntualiza Pantoja: masivo en el norte y “hormiga” en el sur del país.

En 2011, la Comisión Nacional de Derechos Humanos informó del secuestro de 10 mil migrantes en tan sólo seis meses “por parte de bandas criminales que solían actuar en connivencia con funcionarios públicos”, indica AI, que continúa: “Son contadas las ocasiones en que se obliga a responder de sus actos a los autores de secuestros y otros abusos contra personas migrantes”.

Los migrantes son secuestrados para obligarlos a engrosar las filas de los sicarios o para extorsionarlos. El reportero José Gil Olmos, de la revista Proceso, informó ya en el año 2011 que “de acuerdo con cifras conservadoras de agrupaciones nacionales y extranjeras, deja ganancias de por lo menos 50 millones de dólares al año a los grupos delincuenciales”.

Fray Tomás González no duda al señalar a los beneficiarios de la industria del secuestro de migrantes: “Las autoridades y el crimen organizado. En ese orden”, afirma categórico.

“Indudablemente hay alguien a quien le interesa que esto siga así, que permanece omiso”, declara Pantoja. “Es innegable que están entre el crimen organizado, la delincuencia común, sectores de la sociedad malvada, policías y fuerzas de seguridad, por eso nunca vendrá un apoyo desde instituciones públicas, desde arriba”.

Al inicio, la esperanza

La 72 es un albergue ubicado en Tenosique, el punto de inicio de la ruta migratoria del Golfo que va de Tabasco a Tamaulipas. Ahí llegan los migrantes “ya despellejados”, afirma Fray Tomás González, “por los de las lanchas que los cruzan, los de los camiones de redilas que los transportan 10 kilómetros y deben caminar otros 40, y por la gente que les vende una soda a 50 pesos, cuando debe costar 12”.

En esta frontera, la violencia, los ataques al tren y el cobro de cuotas contra quienes quieren llegar a los Estados Unidos empeoraron, afirma Fray Tomás. El 6 de abril, el religioso reportó que personal del Instituto Nacional de Migración de la delegación de Tabasco participó en un secuestro de migrantes.

Aquí el rapto es “hormiga”, y el perpetrador es el crimen organizado que se auxilia de las pandillas de maras de Honduras y El Salvador. Lo más común ahora son los ataques a los migrantes que va a bordo del tren La Bestia, no tanto ya en los alrededores del albergue. “Se están cuidando mucho”, informa el fraile, director de La 72, quien en diversas ocasiones ha recibido amenazas de muerte por su labor.

La diferencia con lo que sucede ya en el norte de México es que los migrantes “despellejados” en su cruce de la frontera guatemalteca, “tienen todavía ánimo de seguir, pues apenas están empezando el recorrido”, afirma el padre González.

En el norte, al borde de la locura

Desde Saltillo, Coahuila, la última oportunidad estratégica de refugio para los mirantes antes de intentar cruzar la frontera estadunidense, el padre Pedro Pantoja describe un escenario de terror.

El recorrido por el Golfo de México ha sido de tal violencia que la totalidad de los centroamericanos llegan totalmente “deshechos”, anímica y sicológicamente, describe el sacerdote, por lo que la Casa del Migrante se convierte en su desahogo y debió abrir un área especial de Atención a Víctimas. “Muchos escaparon ya de un secuestro o tuvieron que pagar rescate, y no saben si continuarán el camino”, detalla. Ante esta situación, en el albergue no hay un tiempo límite de estancia, indica.

Los secuestros de los migrantes en el norte de México son masivos, y al menos el 15 por ciento de ellos “nos suplican que los entreguemos a las autoridades migratorias para que los devuelvan a sus países, y otros se quedan en Saltillo a vivir en la precariedad”.

 “Salir de la Casa es una situación de terror para ellos porque ya hay gente del crimen organizado que intentará, en connivencia con los polleros, secuestrarlos”. El religioso afirma que también deben enfrentar la violencia policiaca que va en aumento. “Hace tres meses, la policía municipal secuestro a 30 migrantes”, ejemplifica.

De Saltillo hacia el noreste, describe el entrevistado, está el territorio totalmente dominado por el crimen organizado: De la ciudad de Monterrey, Nuevo León, saldrán “solamente” para enfrentar el secuestro en las ciudades tamaulipecas de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros. Particularmente, “Reynosa es un pozo de maldad y del crimen organizado”, alerta.

La delincuencia organizada tiene diversos rostros, advierte el padre Pantoja: “No son sólo Los Zetas, son muchísimos miembros y cómplices, de la misma policía federal y de otros elementos de los cuerpos de seguridad; y al mismo tiempo, la maldad oportunista de la delincuencia común, que se aprovecha del prestigio maldito de Los Zetas para también secuestrar a los migrantes, hasta en los mismos supermercados”.  Posteriormente el padre Pantoja agrega que la misma gente del pueblo “sin sensibilidad” los explota y los estafa. “Es parte de una descomposición social. Eso, más las instituciones que no sirven para nada”.

Política migratoria, una simulación

Amnistía Internacional denuncia que las reformas legislativas en materia de migración que reforzaron algunos derechos (como a recibir protección y acceder a la justicia) “no se han aplicado debidamente”. El gobierno solamente se dedica a administrar la tragedia, afirma el sacerdote González, “y esperemos que no estalle otra bomba como el caso Cosoleacaque o la tragedia de San Fernando” (que le dio nombre a su albergue, en memoria de los 72 centroamericanos asesinados ahí por el cártel de Los Zetas).

El director de La 72 califica de “simulación” la política migratoria emprendida por las autoridades de los países involucrados. “Prometen un sinfín de cosas y se echan piropos entre ellos, pero no hacen nada”, abunda. El padre Pantoja coincide. “Hace unos días estuvo en la ciudad el cónsul de Honduras, vino a un banquete pero no se paró por el albergue, a pesar de que todos los días atendemos a cerca de 150 hondureños”, ejemplifica.

Fray Tomás González informa que una caravana de migrantes mutilados por el tren está recorriendo México, pero  que no obtuvieron visas humanitarias sino hasta que se apeló a los medios de comunicación. “Es que este gobierno es como las moscas: no se mueven si no es a periodicazos”.

El director de la Casa del Migrante de Saltillo señala que ya se cansaron de gritarle a las autoridades que los secuestros contra los migrantes son un problema ciudadano, “no cosa de unas hermanas de la caridad”. Se trata, señala, de toda una estructura criminal, y de personas y colectivos que deben ser atendidos y restaurados. “Pero el gobierno no atiende”. Ante a ruptura con los poderes del Estado, el único recurso que queda son los diferentes niveles de la sociedad civil, afirma el padre Pantoja. “Si no tuviéramos eso, no tendríamos como responder al dolor de esta migración forzada”.

Al crimen organizado, advierte el padre Pantoja, hay que sumarle que “hay un vacío institucional y una negación de la descomposición de la sociedad mexicana. Nos han mutilado estas estructuras políticas tan manipuladoras y despiadadas. Nos han distraído para que el pueblo no piense. Nos matan de hambre porque un pueblo así, ¿cómo va a a tener capacidad y sensibilidad apara problemas sociales fuera de su ámbito?”, cuestiona.

 “Cuando esto le empiece a tocar a la sociedad civil”, aventura Fray Tomás González, “no sabremos si habrá tiempo para revertirlo. Cuando le toque a la gente común, que sucederá, quizá sea demasiado tarde”.

Publicado el 07 de abril de 2014

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