Palestina, las cosas por su nombre

María Landi

Articular las Luchas por un Mundo sin Muros

Después de un paréntesis demasiado largo, retomo esta columna que busca tender puentes entre nuestras resistencias en esta parte del mundo (Abya Yala) y la lucha palestina contra la colonización y la ocupación de su tierra. En estos meses hemos asistido a un recrudecimiento de las agresiones israelíes. Dos lugares han estado en el foco de atención pública:

– En la Franja de Gaza, desde el 30 de marzo cada viernes han continuado las protestas masivas cerca de la valla impuesta por Israel, con un saldo de más de 200 manifestantes desarmados/as asesinados/as por los francotiradores israelíes (incluyendo periodistas, paramédicas, y muchos menores de edad), y decenas de miles de personas gravemente heridas, muchas de ellas mutiladas o lisiadas de por vida.

– En la periferia de Jerusalén, la comunidad beduina de Khan Al-Ahmar se ha convertido en el símbolo de otras aldeas palestinas que resisten las políticas de limpieza étnica (en el Valle del Jordán, en las Colinas del Sur de Hebrón, en el desierto del Naqab/Negev). El anuncio de su inminente expulsión −para entregar su tierra a  colonias judías en expansión− generó una ola de solidaridad dentro y fuera de Palestina. Gobiernos y organismos internacionales exigieron a Israel detener la destrucción de Khan Al-Ahmar. Activistas palestinas/os, israelíes e internacionales acamparon en la aldea para resistir a las topadoras, logrando que una decisión judicial postergara la demolición. Mientras se abría un incierto compás de espera, las topadoras siguieron destruyendo instalaciones palestinas en el Valle del Jordán y en el campo de refugiados de Shu’fat (también en Jerusalén).

Según Defensa de los Niños Internacional, en lo que va del año Israel mató a 52 niños y adolescentes palestinos. La semana pasada, bombardeos israelíes sobre Gaza mataron a 14 personas, hirieron a decenas y destruyeron edificios y un canal de televisión. La escalada se desató cuando un comando israelí se infiltró en la Franja para matar a dirigentes palestinos; al ser descubiertos se produjo un enfrentamiento que resultó en siete palestinos y un israelí muertos. La resistencia palestina respondió lanzando cohetes hacia territorio israelí, que causaron daños menores. La mediación egipcia logró un alto el fuego, pero el brutal e inhumano bloqueo israelí sobre Gaza continúa y ya lleva 11 años, con la complicidad de gobiernos, instituciones y corporaciones en todo el mundo.

Este año el Parlamento israelí aprobó la Ley Fundamental de Israel como Estado Nacional del Pueblo Judío, otorgándole carácter constitucional a sus leyes, políticas y prácticas de apartheid contra la población palestina. La ‘única democracia de Medio Oriente’ mostró así su verdadero rostro: es un régimen supremacista y etnocrático (o teocrático, según cómo se entienda el carácter judío del Estado), en el cual solo la población de origen judío tiene derecho a la autodeterminación y a la nacionalidad. Esta norma racista es incompatible con cualquier estándar de democracia en el siglo XXI, pues niega el principio fundamental de igualdad de todas las personas ante la ley. Se trata de la más acabada formulación del proyecto sionista, el cual hace un siglo se propuso establecer un Estado exclusivamente judío en la tierra de Palestina, vaciándola para ello de su población árabe nativa.

Adalah, organización palestina de derechos humanos en Israel, afirmó: “Esta ley sanciona constitucionalmente la discriminación institucionalizada”. Najwan Berekdar, ciudadana palestina de Israel, declaró: «Como ciudadana palestina de este Estado, este proyecto de ley ratifica mi ciudadanía de tercera clase en la tierra donde generaciones de mi familia han vivido desde mucho antes de que existiera el Estado de Israel. La mayoría judeo-israelí nos está recordando en voz alta a las y los ciudadanos palestinos indígenas de Israel que no somos bienvenidos en nuestra propia patria ancestral.”

Paradójicamente, estas atrocidades, junto a los esfuerzos de la sociedad civil palestina y global por impulsar el boicot, la desinversión y las sanciones a Israel están haciendo mella en su imagen internacional. En palabras del analista Sheldon Richman: “después de tantas décadas de guerras, masacres, represión y deshumanización brutal rutinaria, la marea ha comenzado a cambiar de dirección. Israel ha pulverizado a Gaza y a su gente demasiadas veces; ha disparado y roto los huesos de demasiados niños ante demasiadas cámaras de vídeo. Así, la opinión pública, especialmente entre los estadounidenses más jóvenes, y en particular entre los judíos estadounidenses más jóvenes, se ha vuelto en contra de Israel. Entonces surgió el movimiento BDS para lograr lo que un movimiento similar ayudó a lograr contra el apartheid en Sudáfrica: llamar la atención del mundo sobre una situación intolerable y tomar medidas concretas para cambiarla.”

Entre los notables avances del movimiento BDS en lo que va del año, el Comité Nacional Palestino (BNC) destacó que 40 organizaciones judías de justicia social en todo el mundo reconocieron que el BDS “lucha contra el antisemitismo y todas las formas de racismo e intolerancia”. Colectivos judíos de las Américas, Europa y Oceanía, así como 35 intelectuales y artistas israelíes rechazaron los intentos de acallar las críticas a Israel asimilándolas con antisemitismo.

Además, el llamado palestino al embargo militar fue respaldado por Amnistía Internacional, así como por partidos políticos y parlamentarios de varios países, incluyendo Irlanda, el Reino Unido, España y otros. Ciudades y ayuntamientos (desde Dublín hasta Valdivia, pasando por Valencia) continúan declarándose Espacio Libre de Apartheid Israelí. Más gremios estudiantiles y universidades han votado en favor del BDS. En el mismo Estados Unidos, las congresistas electas Rashida Tlaib (musulmana) e Ilhan Omar (de origen etíope) se declararon a favor del BDS y de cortar los vínculos militares con Israel. En el Reino Unido, los Cuáqueros se convirtieron en la primera denominación cristiana en declarar el boicot a compañías que lucran con el apartheid israelí, siguiendo los pasos de varias iglesias de los Estados Unidos. Y recientemente, tras años de presión del movimiento BDS, la conocida plataforma de alquileres turísticos Airbnb retiró de su lista los alojamientos israelíes ubicados en el territorio palestino ocupado.

En mi columna de junio reseñaba las victorias del movimiento BDS durante el primer semestre del año en América Latina. En este segundo semestre el énfasis ha estado en articular nuestras luchas.

En julio tuvo lugar en Brasil la segunda reunión de grupos BDS del continente, con la presencia de activistas israelíes y palestinos. El encuentro se realizó en la favela Maré de Rio de Janeiro, en el marco de Julio Negro, una semana de actividades contra el racismo y la violencia policial que cada año llevan adelante los movimientos negros y favelados de esa ciudad. Las visitas, intercambios y debates permitieron vincular las luchas contra la militarización y la criminalización de la protesta en Palestina y en nuestros territorios. En una Audiencia Popular realizada el último día, los grupos BDS presentaron un informe sobre las relaciones militares y policiales de los gobiernos latinoamericanos con Israel, y exigieron un embargo militar de doble vía.

Entre octubre y noviembre, y en el marco de la gira “Us+Them” de Roger Waters por la región, grupos BDS de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y Perú organizaron actos masivos con el principal referente del boicot cultural a Israel para denunciar sus políticas de apartheid[1]. El músico se convirtió en un aliado clave para dar visibilidad y legitimidad a las campañas de BDS que los distintos colectivos están impulsando, conectándolas con las luchas locales por los derechos indígenas, contra la impunidad, la militarización, el saqueo de los territorios, el neofascismo y el racismo. A pesar de los esfuerzos de las organizaciones sionistas en esos países para acusarlo de antisemita por criticar las políticas de Israel, el mensaje humanista de Roger Waters llegó a las multitudes.

Palestina también estuvo presente el VIII Foro Social Mundial de las Migraciones realizado en Ciudad de México. En el Centro Cultural Universitario de Tlatelolco tuvo lugar el 3 de noviembre el panel “Globalización del control de las fronteras y resistencias de los pueblos”, con representantes de Stop the Wall, la Via Campesina, el Observatorio de DD.HH. de los Pueblos, el Movimiento Migrante Mesoamericano, la Plataforma Migrante Transnacional-Europa (TMP-E), el Transnational Institute (TNI) y la Coordinadora de Solidaridad con Palestina (México).

Además, en el marco de las jornadas internacionales por un Mundo sin Muros, entre el 7 y el 10 de noviembre el dirigente palestino de Stop the Wall Jamal Juma dictó conferencias en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y en la Biblioteca Central de Oaxaca, junto a representantes de la Asamblea de Pueblos en Defensa del Territorio, la Educación Pública y los DD.HH −integrantes del Observatorio de DD.HH. de los Pueblos−. Entre el 16 y el 18, la ciudad de Nogales en la frontera Sonora/Arizona fue el escenario de un encuentro que, bajo la consigna ¡Abajo los Muros de la Infamia, Viva la Unidad de los Pueblos! reunió a activistas de ambos países, internacionales y palestinos para denunciar y rechazar los muros que violentan a los pueblos y la complicidad de los gobiernos con las violaciones de derechos humanos, desde Palestina hasta Mesoamérica.

También este mes, pero en el sur del continente, la lucha palestina estuvo presente en el Foro Mundial del Pensamiento Crítico y 8ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales organizada por CLACSO. El día 21, el foro especial “Palestina y América Latina” abordó −entre otros temas como la situación de los derechos humanos y de las mujeres palestinas− los avances del movimiento BDS en la región, así como la injerencia del Estado de Israel en América Latina. El periodista Germán Romano afirmó: “El embargo militar a Israel no sólo es una cuestión de ética para no sostener un régimen de apartheid y limpieza étnica contra Palestina, sino por nuestros propios pueblos, ya que son las mismas armas las que luego reprimen y asesinan los pueblos en lucha de Latinoamérica”.

Con la consigna “Las balas que asesinan palestinxs reprimen argentinxs” como trasfondo, en el Foro se presentó el libro El militarismo Israelí en América Latina. El extenso informe elaborado por los grupos BDS del continente (y publicado por el Comité Argentino de Solidaridad con Palestina) examina sobre los acuerdos militares entre Israel y los gobiernos de la región, desde los períodos dictatoriales hasta hoy. Ese vínculo se está profundizando con el ascenso de gobiernos de ultraderecha: desde Guatemala y Honduras hasta Wallmapu y el Brasil de Bolsonaro, las armas, sistemas de vigilancia y control israelíes están utilizándose para reprimir violentamente las resistencias de nuestros pueblos. Más aún, con la complicidad de organizaciones sionistas locales, se está criminalizando a militantes populares y personas ‘de perfil terrorista’.

Pero estas alianzas del ‘arriba’ solo revelan cuánto preocupa a los poderosos que ‘el abajo’ se organice y articule sus luchas. A pesar de sus millonarios esfuerzos, Israel está perdiendo la batalla de la opinión pública en todo el mundo, y también en Abya Yala. El lobby sionista (incluido el evangélico) sigue moviendo millones, pero no logra frenar al BDS. Como observó el analista palestino Ramzy Baroud: “Sin embargo, para los partidarios del BDS, cada estrategia israelí ofrece una oportunidad para crear conciencia sobre los derechos palestinos y para movilizar a la sociedad civil en todo el mundo contra la ocupación y el racismo de Israel. El éxito del BDS es atribuible a la razón misma por la que Israel no está consiguiendo contrarrestar sus esfuerzos: es un modelo disciplinado de resistencia popular civil basado en el compromiso, el debate abierto y las opciones democráticas, fundamentado a su vez en el Derecho Internacional y Humanitario”.

[1] La gira de Roger Waters terminará en diciembre con varias actuaciones en México, donde también participará en encuentros con la sociedad civil para impulsar el BDS y la solidaridad con Palestina.

Una Respuesta a “Sobre helados, espionaje y otros escándalos”

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