A cada uno de todos los asistentes se nos asignó un surco para limpiarlo: Rogelio Rueda, profesor de bachillerato

Rogelio Rueda Segura Foto: Más de 131

La reciente invitación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional a la sociedad civil para participar en “La Escuelita” zapatista, ha sido una extraordinaria experiencia de vivir la interculturalidad.

Como profesor de nivel Bachillerato, imparto la materia de Taller de Comunicación a alumnos de tercer año del Colegio de Ciencias y Humanidades en el plantel Vallejo; en esta materia definimos el concepto de Comunicación como la Acción que realizan individuos o grupos por el Bien Común, no es sólo “platicar entre dos personas”; Comunicación como un proceso de Acción conjunta por el bien de la comunidad.

Después de la inscripción en el Cideci, nos trasladamos a la comunidad La Garrucha, conocido como Caracol III Francisco Gómez, En la reja de entrada, lo primero que se ve  es un letrero  grande de madera con  la imagen de  Emiliano Zapata y el texto:

BIENVENIDOS  AL PUEBLO FRANCISCO

GOMEZ. NUEVO MUNICIPIO INDIGENA

TERRITORIO  REBELDE   ZAPATISTA.

 

Ahí me fue asignado mi Guardián, mi Votán, el señor Gerardo, y enseguida nos trasladamos a la comunidad Benito Juárez, perteneciente al Municipio San Manuel.

Además del caluroso recibimiento que nos ofrecieron con cantos de la comunidad reunida en la explanada central y del horario de actividades para el día siguiente, lunes 12 de agosto, nos brindaron una sencilla cena de café caliente y galletas de animalito. Después todos nos fuimos a dormir.

“Horario de trabajo zapatista EZLN”

Plan de trabajo

5 de la mañana diana

5:30 desayuno

6:00 trabajo colectivo

8:30 pozol

11:00 descanso

12:00 bañar y almuerzo

1:30 clase

5:00 descanso y comida

7:00 café

9:00 silencio

A la mañana siguiente, fuimos despertados por nuestro Guardianes, a lo lejos se escuchaba a los  músicos tocando la diana, esa divertida frase musical del Jarabe Tapatío.

Un grupo aproximado de 30 campesinos, con su pasamontañas o paliacates rojos, nos esperaban para ir a chaporrear, a limpiar la milpa de yerbas extrañas que pudieran robar nutrientes al maíz, caminamos como 40 minutos para llegar al plantío.

Al llegar a la milpa, los dos hombres más ancianos nos dijeron que primero haríamos una oración, que íbamos a pedir que la milpa esté contenta, y también que nadie se lastime ni pase nada malo durante la jornada de trabajo, oramos todos.

En seguida cada uno de todos los asistentes se nos asignó un surco para limpiarlo, comenzamos todos a trabajar al mismo tiempo, por supuesto que nosotros los caxlanes, los alumnos de La Escuelita, avanzamos muy despacio, por lo que éramos apoyados por los compas que iban a nuestro lado, aun así, las ampollas en las palmas de las manos no se hicieron esperar.

Después de casi dos horas de trabajo, todos descansamos y sorpresivamente nuestros guardianes sacaron de sus morrales el pozol, botellas con agua y jícaras de plástico para hacer cada quien su pozol, también sacaron tortillas y arrancaban del piso una planta llamada Tzul, -creo que es Yerba Santa-, con un sabor a lima, de la que comeríamos el tallo y las hojas.

Cada quien disolvió una porción de masa en su jícara con agua igual que lo hacían ellos, y en un momento dado, mi Votán se llevó la jícara a la boca, tomó un trago, jugó con él en su boca y lo escupió.

Yo tomé un poco y lo digerí, estaba frío y dulce, me gustó, los demás hicieron lo mismo. Pero entonces mi Votán me dijo algo así:

«Es bueno el pozol, lo sacamos de la tierra, la tierra produce maíz; y es bueno darle un poco para agradecerle lo que nos da». Nosotros avergonzados, mientras nos mirábamos a los ojos, tomamos un sorbo y lo devolvimos a la tierra. Nuestros Guardianes no habían escupido, ellos hacían un homenaje a la tierra.

Así pudimos reconocer algo de la vida cotidiana y la cosmovisión indígena. La relación hombre-tierra es muy otra como ellos dicen; no sólo es su tierra, es su espacio, su territorio que conjuga su vida, su pertenencia al universo, su pasado y su presente.

Es por esto que ellos viven la Comunidad, es decir, la Comunicación, llevan a cabo acciones conjuntas por el Bien Común.

En este sentido, La Escuelita ha nos ha permitido reconocer que la utopía es posible: en las comunidades indígenas zapatistas se está llevando a cabo el sueño de una sociedad mejor, donde existe la igualdad y donde se vive cotidianamente la acción en común.

Un factor determinante, pero no el único, se da por las relaciones de comunicación interna que existen, son relaciones de respeto.  Esto permite que la intercomunicación se dé en términos de igualdad y libertad, y que nosotros, los alumnos, hayamos podido por una semana, vivir y relacionarnos en términos de igualdad, respeto y libertad con una comunidad indígena culturalmente distinta a nuestra cultura occidentalizada.

Publicado el 26 de agosto de 2013

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