El grito legítimo de la sociedad chilena

Claudia Villagrán Fotos.Nicolás Tapia/huelladigital.cl

Chile. Los problemas de los chilenos –incluyendo la educación- se originan en el modelo económico neoliberal implantado durante la dictadura pinochetista y que fue perpetuado por la administración de los gobiernos concertacionistas, que estuvieron en el poder durante veinte años (1990-2010).

El conflicto educacional le explotó al gobierno de Sebastián Piñera, el primer presidente de derecha electo por la vía democrática en 46 años, quien no ha logrado articular una salida a las demandas y ha exacerbado más los ánimos al declarar públicamente que la educación es un bien de consumo, aunque pocas horas después se vio obligado a explicarse.

Una muestra más de cómo el modelo económico chileno es únicamente una apariencia macroeconómica de prosperidad, pero sin equidad social[1], por lo que está lejos de ser un ejemplo exportable al resto de la región Latinoamericana.

Protestas creativas contra la criminalización y la deslegitimación

“Hay un problema con toda la educación y ese problema viene de la dictadura. Nos tienen endeudados y yo sé que pagaré la carrera toda la vida. Sólo quería a la U llegar y no sabía lo que allí me ocurriría: estampillas, créditos y pagarés, burocracia, amiguismo y corrupción. Y con esta revolución, ya sé qué quiero en esta vida: voy a exigir educación gratuita y de excelencia por toda la vida. Porque yo no quiero mendigar, no me quiero endeudar, yo quiero gratuidad, educación igualitaria para todos y que no sea un lujo para algunos pocos”[2].

Así cantan los estudiantes en la toma de la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, para dar a conocer el ideario que los mueve a plegarse a las asambleas, tomas y marchas multitudinarias que se vienen realizando en todo Chile desde mayo, en demanda de una sensibilidad compartida por estudiantes de secundaria, universitarios, profesores, padres y ciudadanos en general, alcanzando una resonancia aglutinante: “¡Educación pública, gratuita y de calidad[3].

No es la única canción ni la única expresión innovadora de protesta callejera de una movilización que muestra el aire fresco de una generación que no nació en la dictadura, sino que en una seudo democracia de libre mercado y que, frente a la represión y criminalización[4] perpetrada por la policía y los medios de comunicación monopolizados[5], ha respondido con destacable creatividad. Un thriller por la educación frente a La Moneda, mil 800 horas de corrida por la educación, un genkidama por la educación[6], entre muchas otras acciones que han pugnado por evitar desmanes y que sus demandas no sean deslegitimadas por la violencia. Para ellos las redes sociales y los medios de comunicación electrónicos alternativos han sido sus mejores aliados.

Pasado que aún pena, neoliberalismo que endeuda e inequidad educacional que excluye

Las imágenes de una Alameda repleta de cien mil ciudadanos, la principal avenida de Santiago en un carnaval público y entusiasta por la defensa de la educación, así como las otras cien mil personas que han marchado en las principales ciudades del resto del país o que se han expresado frente a las representaciones diplomáticas chilenas en Barcelona, Buenos Aires o la ciudad de México, no hacen otra cosa que recordar el vaticinio expresado por el ex presidente Salvador Allende en su último discurso del 11 de septiembre de 1973, día del Golpe de Estado. En esa ocasión el mandatario de la UP señaló que: “mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Y es que en Chile el actual modelo social, cultural, político y económico se explica en gran medida a partir de las reformas estructurales, privatizaciones y constitución política de la dictadura pinochetista. Fue en 1981 cuando el modelo económico neoliberal se implantó y se consagró a la educación como un bien transable en el mercado, tanto en la carta magna como en la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE) de 1990, promulgada justo días antes de que la dictadura terminara.

Fue en la década de los ochenta cuando se municipalizó la educación básica y media, desvinculándose el Estado de su deber educacional y perpetuando las desigualdades socioeconómicas en el modelo educativo. Fue en esa misma década cuando las universidades públicas en Chile comenzaron a cobrar matrículas y aranceles, y se crearon las universidades privadas, mientras el gobierno de facto reducía año con año el porcentaje de inversión fiscal en educación[7].

Con la transición a la democracia y los gobiernos de la Concertación las cosas no cambiaron mucho, puesto que sus administraciones perpetuaron el modelo político y económico que ya había normado el modelo educacional fundado en la libertad de lucrar y no en el derecho a la educación como bien social.

Así, aunque debe reconocerse un aumento en la inversión del Producto Interno Bruto (PIB) en educación durante los noventa, también es un hecho que al mismo tiempo el aporte directo del estado a las universidades del Consejo de Rectores (que agrupa a las universidades públicas) ha ido en detrimento[8]. Aunque se creó una Jornada Escolar Completa para la educación básica y media, una reforma curricular con contenidos mínimos y objetivos fundamentales transversales, además de un sistema de evaluación docente para mejorar la calidad educacional, los alumnos de liceos municipales de los estratos socioeconómicos más encarecidos sólo logran, en un 18 por ciento, obtener un puntaje mínimo de 600 puntos en la Prueba de Selección Universitaria (PSU) que les permita postular a una licenciatura[9].

De igual forma, en la década de los noventa avanzó el sistema de los colegios y liceos particulares subvencionados, un sistema mixto de subvención estatal y familiar. En tanto, la falta de recursos estatales directos para las universidades públicas generó la necesidad de subir matrículas y aranceles, con lo cual la deuda y morosidad de quienes han estudiado sus licenciaturas con créditos (Fondo Solidario y Crédito Fiscal con Aval del Estado) ha aumentado a niveles siderales[10].

De hecho, según cifras del OCDE el 73 por ciento del financiamiento de la educación universitaria la aportan las familias, mientras que el promedio de los países miembros de tal organismo es de un 16 por ciento. Como dato anexo, no existen centros de formación técnica ni institutos profesionales públicos y hace un par de años el estado ha puesto a disposición ayudas para los alumnos que optan por este tipo de educación, pero también en una lógica de endeudamiento de mercado.

El 2006 marcó un hito que podría leerse como el preludio de las actuales movilizaciones. Ese año, miles de estudiantes de secundaria llevaron a cabo una serie de paros, tomas y marchas que se denominó la “Revolución de los Pingüinos”. Con una histórica convocatoria en democracia de cien mil alumnos en las marcha, el gran logro de esta movilización, reanudada en el 2008, fue quizás el cambio de la LOCE por la Ley General de Educación (LGE) de 2009. No obstante, la promulgación de la LGE no marcó una diferencia en la concepción de lucro en la educación en Chile. El resto fueron ganancias más específicas[11].

De esta forma, el sistema de segregación socioeconómico consagrado por el modelo dictatorial y neoliberal de educación, sumado a la calidad de la enseñanza básica y media que no permite a los más pobres acceder en igualdad de condiciones a la universidad, además del alto nivel de endeudamiento que hay que contraer por una carrera universitaria que no asegura, ni excelencia académica ni real inserción laboral, ha fabricado una suerte de fraude legal con la educación en Chile. Se ha estado fabricando una especie de bomba de tiempo.

Del lucro a una educación pública, gratuita y de calidad

Entonces ¿qué es lo que hace distintas las actuales movilizaciones estudiantiles respecto a las del 2006 y 2008? Una respuesta podría ser la masiva convocatoria de las marchas, la originalidad de las protestas ya reseñadas, la transversalidad de los actores involucrados. Sin embargo, la respuesta central a tal pregunta parece ser la nueva lectura que se hace de la realidad socio-política y económica de un Chile asfixiado por las ya mencionadas herencias del pasado y las lógicas privatizadoras de un modelo neoliberal que permite que la educación, un bien común de desarrollo humano y social, sea normado por las reglas del mercado.

¿Cómo renació la movilización estudiantil de este año? El 12 de mayo la Confederación de Estudiantes Universitarios (CONFECH) convocó a una marcha para llamar la atención sobre la necesidad de que el presidente Piñera, en su cuenta anual pública en el Congreso Nacional del 21 de mayo, se hiciera cargo de anuncios contundentes para la educación superior, ya sin la excusa de la reconstrucción pos terremoto y sin el exitismo del rescate de los 33 mineros, que marcaron de algún modo la agenda del primer año de administración del nuevo gobierno. Un llamado a dejar esas coyunturas telúricas y aplicarse a gobernar. Poco a poco la convocatoria fue prendiendo y la masividad fue subiendo al alero de diversos síntomas ya claros y compartidos por todos los actores involucrados.

En concreto, el petitorio de la CONFECH incluye: acceso más equitativo para los alumnos de estratos socioeconómicos más pobres con un enfoque de pluralismo, aumento real del gasto público en educación, generando becas completas para los alumnos provenientes de familias de ingresos más bajos y arancel diferenciado para los que realmente tienen capacidad de pago, además de democratizar la participación al interior de las universidades (alumnos, profesores, funcionarios). El eje transversal y central debe ser el fin del lucro con la educación en todos los niveles. Mientras tanto, los estudiantes secundarios han manifestado específicamente la desmunicipalización y la reestatización de la educación básica y media.

En este sentido es que en las asambleas estudiantiles abiertas a la ciudadanía, en foros donde se ha convocado a diversos especialistas, las demandas se han ido ampliando en virtud de buscar alternativas donde el Estado se haga cargo de la inversión social que implica la educación en todos sus niveles. Así, las soluciones han ampliado la mirada a un plebiscito que consulte a la ciudadanía por los temas en discusión, a una convocatoria de asamblea constituyente que permita derogar la carta magna de 1981 que rige, aunque modificada, el destino neoliberal de Chile, así como una reforma fiscal y una renacionalización del cobre. También se han debatido temas tan importantes como una educación intercultural en todos los niveles y que incluya a los pueblos indígenas del país[12].

¿Cuál ha sido la respuesta del Gobierno de Piñera? En un primer momento se planteó un fondo de fortalecimiento de 62 millones de dólares, el cual sería liberado en un 35 por ciento durante este 2011 y el resto a lo largo de un quinquenio. Sin embargo, como lo advirtió el rector de la Universidad de Chile, Víctor Pérez, si tales recursos se dividen en seis años, por 16 universidades estatales existentes, al final quedan unos escasos millones que, en el caso de la entidad que él dirige, sólo representa el cero punto uno por ciento del presupuesto anual de tal universidad[13].

Al ver que las movilizaciones han seguido y que van en aumento, con establecimientos básicos, medios, universitarios, técnico profesionales y privados en tomas, además de las históricas marchas, Sebastián Piñera, a través de una cadena nacional de radio y televisión, el 5 de julio, presentó al país el Gran Acuerdo Nacional por la Educación (GANE, generado unilateralmente) y el Fondo para la Educación (FE) de cuatro mil millones de dólares, con el fin de dar “un pulmón a la educación”, aumentar las becas y otorgar créditos más económicos. En esa misma oportunidad manifestó que era un “grave error” estatizar la educación, ya que dañaría la calidad y la libertad de enseñanza.

A los pocos días, en uno de sus tradicionales lapsus públicos, afirmó que la educación es un bien de consumo, debiendo explicarse horas más tarde. Asimismo efectuó el 18 de julio un cambio de gabinete, moviendo de su puesto al ministro de educación, Joaquín Lavín, quien fue requerido por los universitarios para que transparente sus nexos con una universidad privada que lucra con la educación[14].

Los estudiantes han leído en su propia demanda y organización, y en el apoyo transversal que han logrado aglutinar de la sociedad chilena, que no pueden pedir menos de lo que han solicitado y que la solución no estará dada exclusivamente con más recursos financieros. Por el contrario, el eje central irrenunciable es y debe ser el fin de un sistema político y económico que permite el lucro de la educación en Chile. Ni más ni menos: educación pública, gratuita y de calidad.

El 26 de julio pasado Piñera convocó a los timoneles de los partidos políticos a entablar un diálogo sin que los líderes de la Concertación se apersonaran, mientras que ese mismo día la CONFECH y el Consejo de Rectores acordaron 17 puntos de acuerdo para negociar frente al ministerio de educación y al gobierno. Esa misma tarde el nuevo ministro de educación, Felipe Bulnes, se reunió con los representantes de la CONFECH, de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones) y el Colegio de Profesores, ocasión en que le hicieron entrega de un borrador del Acuerdo Social por la Educación. El secretario de Estado se comprometió a entregarles una respuesta, a más tardar, el primero de agosto a la medianoche. Quizá usted esté leyendo este artículo cuando las negociaciones de verdad comiencen o existan nuevas noticias del nuevo paro nacional convocado para el 4 de agosto.

Un profesor chileno ponía hace unos días –desanimado- un comentario en su red social: “Pdte. Pedro Aguirre Cerda (1938) ‘Gobernar es educar’… Pdte. Sebastián Piñera (2011) ‘la educación es un bien de consumo’”, y agregaba: “¿Cómo hemos fallado los chilenos? La nueva generación de jóvenes estudiantes parece haber entendido esta derrota, sin partidos políticos y con acciones creativas, comenzando a tomar acciones y decisiones. Una generación que ha despertado y se está atreviendo a soñar, sin las mochilas pasadas de la dictadura y de la transición a la democracia en la medida de lo posible, sino que con todas las posibilidades de lo que parecía impensable en Chile hasta hace un par de años atrás”.

Mientras tanto, la lección para otros países de la región, quienes ven con ojos luminosos las cifras del crecimiento macroeconómico anual de Chile, parecen desconocer que ese mismo modelo está en deuda no sólo con la democracia incluyente de sus sectores socioeconómicos empobrecidos y étnicamente excluidos, sino que también con temas tan sensibles e importantes para el desarrollo humano de sus sociedades como es la educación[15]. En otras palabras, el modelo chileno no es exportable a Latinoamérica, por su desatención en la educación y por muchas razones más.

[1] Un estudio realizado por Andrés Zahler Torres, investigador y profesor del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales, da cuenta que el 60 por ciento de la población chilena vive con ingresos promedios peores que Angola, mientras que el 20 por ciento de la población gana lo mismo o más que los habitantes de países considerados ricos, como Estados Unidos, Singapur y Noruega. Más detalles en BBC en español: www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/06/110623_chile_economia_desigualdad_vh.shtml

[2] La letra es una versión ad hoc a las movilizaciones del tema La Guitarra del grupo de ska argentino Auténticos Decadentes. Video con subtítulos disponible en www.youtube.com/watch?v=o5u9wkhJthU

[3] Las universidades en tomas y movilización corresponden a las que integran el Consejo de Rectores, que aglutina a las universidades públicas, además de la Pontificia Universidad Católica considerada tradicional a pesar de ser privada. Varias de las universidades privadas también han adherido a las marchas y movilizaciones. En tanto, los colegios en toma suman 70 y 34 jóvenes de educación media han iniciado una huelga de hambre.

[4] El secretario General de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción (FEC), Recaredo Gálvez, de 21 años, denunció la detención arbitraria de carabineros, la golpiza perpetrada por ellos y la falsa acusación de homicidio frustrado en contra de un integrante de la policía uniformada, supuestamente por lanzar una bomba molotov. La carta completa de denuncia de Recaredo se encuentra en: http://barreracero.net/2011/07/23/comunicado-desde-prision-de-recaredo-galvez/. Mientras tanto, en mayo Paulina Rubilar, alumna de quinto año de sociología de la misma universidad, sufrió el ataque a quema ropa de un carabinero, quien le disparó a 20 metros una bomba lacrimógena en la cara, dejándola con una fractura en su cara y poniendo en peligro su ojo derecho. La carta de denuncia de Paulina se encuentra en www.observatorio.cl/node/2431.

[5] Televisión Nacional de Chile, la única televisora estatal en el mundo que se debe autofinanciar disputando la publicidad del mercado, tuvo que dar disculpas públicas por la cobertura criminalizante de las marchas, al poner imágenes de encapuchados cuando se trataba el tema. Más información en: http://www.lanacion.cl/tvn-reconoce-error-en-cobertura-de-movilizaciones-estudiantiles/noticias/2011-07-26/112836.html

[6] El Thriller por la educación se puede ver en. www.youtube.com/watch?v=iJAmHgUvd_c Las 1.800 horas por la educación comenzaron el 13 de junio y terminan el 27 de agosto. Su página es www.1800.cl y la idea es que no se deje de correr en todo este período. “Son 1800 horas por cada millón de dólares que se necesita para financiar la educación de 300 mil jóvenes (promedio de estudiantes universitarios en todo Chile) por un año en carreras de 3 millones de pesos chilenos” (un valor promedio de una carrera cualquiera en una universidad pública o privada durante un año), equivalente a 6500 dólares el año.

[7] En 1972 el gasto fiscal social en educación alcanzó un diez punto dos por ciento, al año siguiente bajó a un cinco punto uno por ciento. En 1982 el mismo guarismo alcanzó el cuatro punto ocho por ciento y a finales de la dictadura sólo llegó al uno punto cuatro por ciento. Distribución del Gasto Fiscal. En: Milagro o quimera. La economía chilena durante la dictadura. Xabier Arrizabalo (1995) Editorial Los Libros de la Catarata. Madrid, España.

[8] El 2004 Chile invertía un dos punto dos por ciento del PIB en educación superior, lo que equivalía en ese mismo año a que el 77.8 por ciento del financiamiento provenía de las mismas familias de los alumnos, a través de créditos y endeudamiento. El aporte directo del estado a las universidades públicas ha disminuido desde un 21.6 por ciento en 1990 a un 11,25 en 2004, en promedio. Fuente: Financiamiento de la Educación Superior en Chile. Análisis y Propuestas. Marcos Kremerman (2005) Fundación Terram, disponible en: www.opech.cl/educsuperior/poli_finan/terram.pdf . Mientras tanto, la inversión en educación equivale actualmente al cuatro por ciento del PIB.

[9] En: http://saladehistoria.com/wp/2008/12/23/psu-refleja-desigualdades-sociales/

[10] Existen 110 mil morosos en el pago de su crédito universitario, mientras tanto cinco mil estudiantes universitarios chilenos deben 57 mil 550 millones de pesos chilenos, equivalente a poco más de 125 mil dólares. Fuente: www.yodebo.cl

[11] Se logró ampliar el uso del pase escolar que permite a los estudiantes pagar el 20 por ciento del pasaje adulto de la locomoción colectiva, más becas de alimentación para alumnos que están en el sistema de Jornada Escolar Completa, gratuidad de la prueba de selección universitaria para el 80 por ciento más pobre, además de la creación del Consejo Asesor Presidencial en Educación que, a la postre, debatió la derogación de la Loce y la creación de la Ley General de Educación de 2009.

[12] Al alero de la movilización estudiantil nacional, la Federación Mapuche de Estudiantes (FEMAE) realizó la toma de un ex liceo en Temuco, Región de la Araucanía, para solicitar que el inmueble sea ocupado para crear una Universidad Mapuche. Más detalles en: www.elciudadano.cl/2011/07/15/una-universidad-mapuche-el-sueno-de-un-pueblo/

[13] Rector Víctor Pérez en entrevista a CNN Chile, viernes 24 junio 2011.

[14] Más detalles en http://ciperchile.cl/2011/07/06/las-tres-sociedades-que-vinculan-a-lavin-con-la-universidad-del-desarrollo/

[15] Sólo como un ejemplo, no son pocos los chilenos que han estudiado gratis el pregrado y el posgrado en universidades públicas mexicanas y que además gozan de una beca del gobierno mexicano para solventar sus gastos básicos de alimentación y vivienda. Muchos de esos mismos chilenos mantienen deudas millonarias en Chile por sus licenciaturas y los préstamos otorgados por el Estado chileno.

Publicado el 01 de Agosto de 2011

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