Chile. Los hechos: En el frontis de la casa central de Universidad de Chile se puede leer en un lienzo de unos 50 metros de largo una frase que dice: “Educación pública y de calidad, fin al lucro”.
Hace mucho tiempo que ningún actor político o social había expresado su “programa” en forma tan precisa y breve. La frase tiene implicaciones que la institucionalidad política de gobierno y de oposición demoraron en descubrir. Como intentaremos explicar en este artículo, la demanda de los estudiantes no puede cumplirse sin un cambio de fondo, el mercado debe quedar fuera de la solución, simplemente porque ha resultado ser un pésimo gestor. Así de simple.
Pero no siempre fue así, padres y abuelos vivieron lo que estos estudiantes reclaman ahora. En Chile hace 40 años existió un sistema de educación público, de calidad y donde el lucro (léase mercado) no tenía injerencia importante, ¿cómo fue que llegamos hoy a exigir lo que antes era un derecho conquistado?
Antecedentes para entender la movilización estudiantil
Chile desde 1920 tuvo una temprana política educacional, concebida como un derecho individual de libre acceso a la educación garantizado por el Estado. Esta fue la base para la modernización del país, su industrialización y formación de profesionales y técnicos surgidos directamente de las clases obrera y campesina del país.
En 1980 con la dictadura de Pinochet se acaba esa política, cambia el rol asignado al estado, y por tanto también cambian sus obligaciones con la sociedad. Más mercado y menos Estado promete mayor eficiencia y eficacia en la provisión ya no solo de bienes privados sino también de bienes públicos. El estado solo debe de actuar en subsidio , es decir, cuando el mercado no pueda operar como productor (y vendedor) de un determinado servicio público, el estado debe intervenir. Pero no necesariamente el estado central, también pueden actuar los gobiernos locales.
Así, el sistema de educación pública escolar chilena se transformó en tres sistemas simultáneos, a saber:
– La educación pública municipalizada , esta vez operada a través de los municipios, que se financia exclusivamente con una subvención estatal por cada alumno matriculado
– La educación privada (que ya existía desde antes, principalmente en manos de la iglesia Católica, financiada exclusivamente con el pago de los padres de clase alta)
– La educación “particular subvencionada”. (Modelo en que el privado realiza la inversión de infraestructura y gestiona profesores y matricula, por el cual cobra una mensualidad a los padres y recibe una subvención estatal por cada alumno enganchado)
El modelo de educación pública municipalizada es el heredero de la política de acceso universal a la educación, excepto que ahora corre con algunas desventajas:
– Los establecimientos de educación municipalizada deben competir con el modelo de “educación particular subvencionada” por el mismo segmento de estudiantes.
– Las escuelas de enseñanza básica y colegios públicos pasan a ser gestionados por los municipios, el estado central solo se hace responsable del diseño de contenidos educativos y “seguimiento” de las directrices pedagógicas. Es decir que el estado ya no se hace responsable del financiamiento directo de la educación pública excepto mediante un pago mensual al municipio por cada niño con asistencia regular (llamada subvención escolar).
– Los colegios municipales tiene la obligación de aceptar a todos los alumnos que postulen, no así los colegios particulares y particulares subvencionados, que pueden aceptar alumnos con mejor rendimiento, esto les permitir elevar el rendimiento promedio de su establecimiento. Lo anterior genera la fama de que los establecimientos administrados por privados resultan más eficaces que los públicos. Los datos indican que la educación municipal ha venido perdiendo alumno. El sistema público ha seguido funcionando pero con serias restricciones que en los hechos indican que el verdadero objetivo es su desprestigio y final desmantelamiento.
– A lo anterior se suman restricciones en la gestión de los profesores del sistema municipal. El sistema particular y particular subvencionado se rigen por la legislación de contratos del sector privado, con altos niveles de desregulación, trabas a la sindicalización y alta competencia individual entre maestros. El sistema municipal heredó el marco normativo que proviene del anterior modelo educacional (cuando la contraparte de la negociación sindical era el propio estado), con sindicatos de profesores fuertes, garantías de permanencia en los cargos (en especial de Directores de escuelas y colegios) y conquistas de incentivos por antigüedad.
– La suma de todo lo anterior ha significado que el sistema de educación municipal está desde hace ya muchos años desfinanciado, dejando a iniciativa del Alcalde la posibilidad de invertir recursos municipales para complementar los recursos estatales y así mejorar la calidad de la educación en su comuna. Lo anterior ha significado que al interior de la propia educación municipal exista una educación pública de primera calidad en aquellas comunas con más recursos, dejando la peor calidad de enseñanza a las comunas pobres, que sólo pueden operar sus escuelas con la subvención estatal. Esto profundiza la brecha de acceso a una educación pública y de calidad que habilite al alumno para calificarse e insertarse de mejor forma en el mercado laboral.
La matrícula municipal total, ha descendido considerablemente, entre 2000 y 2009 cayó en un 21.2 por ciento, aumentando la matricula del sistema de educación particular subvencionada.
El consenso transversal de la clase política
Llama la atención que la política educacional fundada en la dictadura se mantuvo prácticamente inalterable durante todo el período de la “Concertación de partidos por la democracia”, la cual administró el poder acumulado por el pueblo chileno en los ochenta, y derrotó a Pinochet en el plebiscito de 1988.
La Concertación culpa a los “amarres” constitucionales de la dictadura como los responsables que “habrían” impedido un cambio de política educacional para Chile en los 20 años ininterrumpidos que la Concertación tuvo el poder político, y en los dos años que lleva la derecha en el poder. Estos serían:
– El sistema binominal de elecciones que impide que la diversidad política se exprese, obligando a los partidos a constituir pactos electorales que les permitan ocupar una de los dos grandes mayorías facultadas para acceder al poder político electoral, pues la tercera mayoría no tiene ninguna posibilidad de obtener participación en las instituciones de representación (Gobierno, Congreso, Municipios). Este amarre habría impedido generar mayorías sustantivas en el parlamento como para hacer reformas políticas como las que ahora reclaman los estudiantes en las calles de todo Chile. Si bien este amarre presenta dificultades de orden político (Politic), no explica toda la verdad respecto del consenso en los hechos sobre la política educacional.
– Lo cierto es que las dos grandes alianzas políticas del país – la “Concertación de partidos por la democracia” y la “Alianza por Chile” actualmente en el poder – comparten lo esencial del modelo económico implementado por los economistas de Pinochet y que está a la base del modelo de política educacional chileno (Policy). La regla sagrada indica que el gasto público debe ser controlado, a fin de garantizar los equilibrios macroeconómicos entre gasto e inversión pública, asegurando así estabilidad financiera para que los inversionistas privados (nacionales y transnacionales) puedan invertir en Chile. Este parece ser el verdadero núcleo que ha impedido una reforma del modelo de educación en Chile. Así, se ha considerado que el factor más importante del desarrollo de nuestro país es la condición de estabilidad para el capital financiero, en desmedro de temas como la calidad ampliada del capital humano.
Hasta el año 2008 las explicaciones anteriores serían suficientes, pero este inmovilismo tiene ahora una tercera explicación.
– Un factor adicional que explica la continuidad del modelo educativo heredado proviene del relativo éxito que tuvo la concertación para manejar y desarmar las demandas ciudadanas. Instalada la democracia en 1990, “la gente en las calles” creyó que ahora debían ser los partidos y sus representantes en el parlamento los que debían hacer el trabajo de avanzar en la ampliación de los derechos políticos y económicos de la gente.
Efectivamente en los primeros años de la transición democrática, una parte sustantiva de la sociedad chilena se sentía orgullosa de su clase política. Ésta había aprendido a superar sus sectarismos anteriores y trabajaron conjuntamente un programa que prometía “democracia y equidad”. La clase política creyó que tenía la situación controlada. Hasta que, sin anuncio previo, en mayo del 2006 irrumpe la revolución de los “pingüinos” (así llamados por el uniforme escolar de chaqueta o vestido azul obscuro y camisa o blusa blanca que deben usar los estudiantes). Por primera vez desde la derrota a la dictadura, la “gente en las calles” había cambiado la agenda y el contenido de una política pública, había surgido un nuevo actor, con legitimidad ante la sociedad, claridad programática y fuerza para exigir.
Allí tiene su origen las movilizaciones estudiantiles que desde hace unos meses se han instalado en todo el país, pero esta vez con dos modificaciones respecto del escenario del 2006.
Primero. Con la derrota de la Concertación de parte de los partidos de derecha, ya no está la Concertación para administrar el conflicto entre el Estado, el mercado y los movimientos sociales. Hoy no hay mediaciones del sistema político tradicional de partidos, lo cual muestra un alto rechazo ciudadano. La gran mayoría de los manifestantes no están inscritos en los registros electorales, y por tanto no tienen vínculo formal con el sistema político electoral chileno. Por tanto la movilización estudiantil se trata de una auténtica confrontación entre un movimiento social y la clase política.
Chile tiene una larga tradición de partidos – de izquierda, centro y derecha – que radicaron su proceso de acumulación de fuerzas en los movimientos sociales, que muchas veces terminaron cooptados o suplantados por “cuadros” partidarios (1). La movilización estudiantil de ahora es protagonizada y dirigida principalmente por dirigentes que son orgánicos a su propia base estudiantil, donde los intentos de cooptación de parte de algunos partidos han resultado infructuosos .
Una segunda diferencia con los tiempos de la movilización “pingüina” radica en que el conflicto sobre “fin al lucro y derecho a una educación pública y de calidad”, coincide con expresiones de malestar en muchos otros sectores de la sociedad que hasta ahora no han sido capaces de acumular tanta fuerza como los estudiantes.
La movilización estudiantil ha coincidido (si es que existen las coincidencias) con el crudo despertar de masas de deudores de crédito en tiendas de venta al menudeo, queines descubren que por años han sido engañados y estafados a pesar de que ya casi no tienen nada. Los nombres de algunos directores de esas empresas, gerentes de consorcios extranjeros que amenazan el medio ambiente, dueños de universidades o colegios particulares subvencionados, son los mismos que antes fueron ministros de la Concertación, o muestran sospechosas relaciones accionarias con actuales personeros de gobierno.
En resumen, se ha instalado una desconfianza hacia los poderosos y sus modelos de gestión de los frutos del desarrollo. Este escenario podría indicar que el movimiento estudiantil cuenta con un contexto de alta adhesión ciudadana que le permitiría mantener sus posiciones y lograr lo que su lienzo del frontis de la casa central de Universidad de Chile demanda.
Lo que se viene
Por ahora el movimiento estudiantil debe ser capaz de mantener su unidad, fuerza y legitimidad social para así llegar fortalecido a los espacios de negociación que necesariamente deberán abrirse a la brevedad. Pero el tiempo se acaba para ambas partes.
Los partidos corren contra el tiempo, al gobierno de derecha le restan solo dos años y medio de mandato, y en octubre del 2012 habrá elecciones municipales. Necesariamente deben generar alguna forma de superación de la actual situación que le impide a la clase política tomar control de los temas de la agenda pública.
**Los estudiantes han sorteado con éxito los intentos de división interna (conflictos de representación entre dirigentes de regiones vs. Santiago de Chile), han logrado mantener la identidad de sus movilizaciones en la calle, (uso de la no violencia como instrumento de manifestación pública en contra de grupos no identificados de enfrentamiento con bombas molotov), y han logrado transmitir su mensaje a los medios de comunicación. Pero ahora deberán enfrentar el cansancio de dos meses de huelga, mantener las tomas de colegios, la amenaza de la pérdida del año escolar, y la debilidad de otros movimientos sociales que puedan sumar más fuerza a la ya acumulada. El resto de la sociedad chilena no ha encontrado caminos de movilización masivos como los que exitosamente desplegó en los ochenta.
A esto se suma el hecho obvio de que, si bien la demanda estudiantil mantiene una alta legitimidad en la comunidad estudiantil y de padres y apoderados, ya se observan discrepancias respecto de los costos a pagar por ello.
Debido a la profundidad del conflicto planteado por la demanda estudiantil para un orden de cosas que completa más de 30 años en operación, es probable que no se pueda obtener una solución completa en el corto plazo, esto les obligará a definir qué parte de su demanda debe ser conquistada ahora como condición para bajar el paro, y qué medidas dejan para más adelante. Esta debería ser la pregunta que por estos días deben estar discutiendo las asambleas de estudiantes a lo largo de todo el país.
NOTAS
1. La UDI, el partido más importante de la derecha en el gobierno actual, a desarrollado desde los tiempos de la dictadura a la fecha un importante trabajo en barrios populares donde obtiene gran cantidad de votos.
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