Terror del norte al sur de Sao Paulo

Joana Moncau, Suzi Soares, Cleber Arruda. Con la colaboración de Jéssica Moreira Traducción Waldo Lao Fotos: EBC e Latuff

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Sao Paulo, Brasil. Aquélla noche del lunes 29 de mayo, una denuncia anónima condujo los seis carros de la policía militar hacia el estacionamiento de la zona Este de la ciudad de Sao Paulo. Allá estaría reunido un grupo vinculado a la facción criminal Primer Comando de la Capital (PCC) para planear el rescate de un integrante de su grupo que sería transferido de cárcel. Ya ahí, un comando de 26 policías ingresó caminando al local y ejecutó a cinco hombres, detuvo a cuatro y otros cinco huyeron. Uno de los detenidos fue ejecutado a sangre frío por los policías en una carretera a pocos kilómetros del lugar: una testigo denunció el crimen por teléfono en tiempo real; las cámaras de la carretera lo registraron todo. Por primera vez en la historia policías de las Rondas Ostensivas Tobias de Aguiar (Rota) – la más violenta de Sao Paulo – fueron sorprendidos en flagrancia por homicidio.

Lo que de hecho pasó ese día nadie lo sabe, pero las consecuencias de ese episodio pusieron en evidencia que con él se rompió un frágil y precario equilibrio existente entre el PCC y la policía militar, equilibrio que se sostenía de modo razonable desde el fatídico y sangriento mayo del 2006, cuando en tan sólo 8 días casi 500 personas fueron ejecutadas.

El PCC reaccionó a sus seis muertos. Como en el 2006, los policías militares empezaron a ser ejecutados – ese año fueron más de 90 víctimas (contra 47 del año anterior), y sólo 29 de esas muertes ocurrieron antes de ese día 29 de mayo. Las consecuencias de esto se sintieron sobre todo por los jóvenes negros de las periferias, quienes empezaron a ser ejecutados por la policía aún en mayor número que el (ya alto) habitual. En la ciudad de Sao Paulo el número de asesinatos de civiles de junio a octubre de ese año fue de al menos 669, casi el doble del verificado para el mismo periodo en 2011 (357).

El gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alkmin, concede carta blanca a la policía militar para matar, defiende públicamente esa posición, y su consigna parece ser la de “quienes no reaccionaron están vivos”, como ha declarado para justificar la masacre en la que la Rota ejecutó a nueve supuestos integrantes del PCC que estaban reunidos, en septiembre pasado.

Cada día las cifras de muertos suben y los noticieros ofrecen las bajas de esa guerra. Ciertamente, cuando el lector esté leyendo ese texto el número de muertos ya se habrá incrementado en decenas. La policía y el gobierno intentan – en vano – defender que todos los civiles ejecutados por la policía han reaccionado frente a supuestas confrontaciones– y que ese “reaccionar” es motivo suficiente para ejecutar.

La acción de los grupos de exterminio compuestos por policías militares o agentes estatales; la ostentosa presencia de esa policía en las periferias; los toques de sitio impuestos hora por el PCC, y ahora por la policía militar, que por las noches dejan desiertas las calles, las escuelas y  las cantinas. Todo ello hace que el clima que se vive hoy en las periferias de Sao Paulo sea de terror.

A continuación el testimonio de dos pobladores de distintos barrios de la ciudad de Sao Paulo, que viven este conflicto. Suzi Soares, que vive en la zona sur de la ciudad y es maestra en una escuela pública afectada por el toque de queda; y Cleber Arruda, habitante de la zona norte. Ambas relatan la cotidianidad de esa tensión y dejan sus puntos de vista.

 “Están matando la vida de nuestra periferia”

Testimonio de Suzi Soares, habitante de un barrio en la zona sur de Sao Paulo.

“Soy profesora de la red pública y en los últimos días medoy cuenta de una situación que asusta: la muerte de los jóvenes en esta misma periferia y en otras de la ciudad. En la escuela tuvimos el toque de queda por algunos días. No sabemos qué hacer, como actuar. La población está en pánico y asustada”. (Leer más)

El terror de la vida real: “Mis regresos a casa nunca más serán como antes”

Testimonio de Cleber Arruda, habitante de Jardim Damasceno, zona norte de São Paulo.

“El camión continuó  y miramos que era lo que estaba interfiriendo el camino: un camión de los grandes, estaba en llamas. En ese momento, ruidos extraños que muchos identificaron como tiros. Al día siguiente, las noticias de la violencia en la región dieron un saldo de guerra. Dos camiones fueron atacados, uno de ellos atropelló a un señor de mi barrio y el otro (el que vi) fue quemado, y más de siete personas fueron ejecutadas”. (Leer más)

Publicado el 10 de diciembre de 2012

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