Caminos de la Memoria

Huellas de la Memoria

Un muro para la Memoria

Hace varios años que conocemos a Ana Enamorado, desde que nos entregó los zapatos con los que cruzó Honduras por primera vez. Venimos acompañando su lucha por el regreso de su hijo a casa. Ella, junto con esos zapatos, también acompañó parte de la ruta de Huellas de la Memoria en Europa y recorrió con su historia dignamente las ciudades de Roma, Verona y Venecia. La participación de Ana en nuestras exposiciones encarna y hace presente la búsqueda que realizan miles de madres personas migrantes desaparecidas.

A inicios de enero de 2020 recibimos una llamada de Ana. Estábamos en un evento académico, en el que, a decir verdad nos sentíamos bastante ajenos. “Quiero hacer algo –nos dijo–, por los diez años”. Óscar Antonio López Enamorado cumplió ese mes 10 años de desaparecido. El joven migrante salió de Honduras para buscar un mejor futuro en Estados Unidos, pero fue desaparecido en Jalisco.

Para el día de la protesta Ana pensaba ir a la Fiscalía General de la República, en la Glorieta de Insurgentes de la Ciudad de México. Entonces, un compañero del colectivo y ella fueron a recorrer los alrededores, pensando en acciones contundentes para ese día. Coincidíamos mucho con Ana, queríamos llevar las huellas a la calle. Huellas que hemos expuesto en museos, que han inspirado investigaciones académicas, que han llenado páginas en periódicos y revistas, tenían que regresar a caminar en la calle porque la memoria es pública o no es.

Hasta 2019, Huellas de la Memoria había ocupado el espacio público en situaciones esporádicas: el 10 de mayo nuestra larga manta llevaba el caminar de los familiares plasmado en sus huellas, de regreso a la calle, durante las “Marchas de la dignidad de madres buscando a sus hijxs.”

También, en algún momento, se habían realizado pegas con las Huellas durante una ruta que la caravana migrante hizo hacia la zona norte del país. Los primeros mosaicos con Huellas de la Memoria están en la carretera a Monterrey, fueron instalados por Lucía Baca y Alfonso Moreno, padres de Alejandro Moreno Baca en el KM 133+500 de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, lugar donde fue desaparecido su hijo el 27 de enero de 2011 y a quien hasta la fecha sus padres siguen buscando incansablemente.

Lucía Baca y Alfonso Moreno colocan sus huellas de la memoria y el retrato de su hijo Alejandro Moreno Baca en el último lugar en el que se supo de él, el KM 133+500 de la autopista Monterrey- Nuevo Laredo.

Un año después, en febrero de 2018, en un acto de memoria convocado por H.I.J.O.S, pegamos las huellas de Ofelia Maldonado, que busca a su hermano Benjamín Maldonado, quien fuera desaparecido de su trabajo en una oficina de Correos el 27 de febrero de 1978. En esa ocasión, colocamos las huellas de Ofelia y de su padre Francisco frente a un edificio que en los años 70 fue oficina de Correos en la avenida Tlalpan, sitio en el que Benjamín fue detenido y posteriormente desaparecido.

Las huellas de Francisco Maldonado y Ofelia Maldonado, padre y hermana de Benjamín Maldonado Santos, fueron colocadas sobre Avenida Tlalpan, junto a una baldosa de memoria.

Así pues, mientras recorríamos las inmediaciones de la Fiscalía y platicábamos con Ana, recordando estas experiencias y pensando qué acción realizar, nos dimos cuenta que frente a nuestros ojos estaba una barda perimetral de dos metros de alto y no menos de 40 metros de largo. Nos alegramos de que esa barda existiera justo a las puertas de la Fiscalía, y acordamos intentar pegar en ese muro las Huellas de la Memoria, obligando al personal de la Fiscalía a ver diariamente a lxs desaparecidxs, recordándoles permanentemente la deuda que tienen con sus familias, que lxs buscan.

Vimos muy viable hacer un acto contundente y Ana planteó invitar a más familias, pues la fecha de desaparición de su hijo es cercana a la señalada en otras huellas que están en nuestro acervo. Tomamos fotografías del sitio y al día siguiente se tomaron medidas con la discreción requerid para luego iniciar la preparación de lo que fue llamada acción de memoria.

La primera pega de mosaicos se inició una mañana fría del 20 de enero del 2020. Instalamos 12 Huellas de la Memoria y 12 fotografías de lxs desaparecidxs cuya búsqueda ha producido esas huellas. En cada foto la leyenda “Fue desaparecido tal día, en tal lugar”.

Ana Enamorado junto a los primeros mosaicos que instalamos, el 20 de enero de 2020.

Menos de una semana más tarde, el 24 de enero, acudimos de nuevo. Esta vez convocados por Doña Lupita Fernández para acompañarla en su acción de protesta por la negligencia de las autoridades en la búsqueda de su hijo, José Antonio Robledo Fernández, quien fuera desaparecido en Coahuila el 25 de enero de 2009.

Lupita Fernández junto a los mosaicos de sus huellas y de la foto de su hijo, instalados el 24 de enero de 2020.

Entre una y otra acción Ana Enamorado viajó a Guadalajara e instaló en un muro de la Fiscalía General del Estado de Jalisco los mosaicos de sus huellas y la foto de su hijo Oscar. Al día siguiente habían sido retirados. Un mes más tarde, el 20 de febrero, tres madres colocaron en un muro interno de la Fiscalía General del Estado de Nuevo León, en Monterrey, sus huellas y las fotos de sus hijos: Juan Hernández Manzanares, Kristian Karim Flores Huerta y César Guadalupe Carmona Alvarado. Al día siguiente y pese a la promesa del fiscal de respetarlos, ya habían sido retirados.

Las mosaicos que instaló Ana Enamorado en la Fiscalía General del Estado de Jalisco el 22 de enero y que fueron retirados por la Fiscalía al día siguiente.
Patricia Manzanares junto a los mosaicos que instalaron en la Fiscalía General del Estado de Nuevo León el 20 de febrero y que al día siguiente fueron retirados por la Fiscalía.

Decidimos entonces hacer una acción cada mes en el Muro de la Memoria de Glorieta de Insurgentes, en la Ciudad de México. Así, nos juntamos el 24 de febrero para recordar a aquellxs que han sido desaparecidxs en el mes de febrero.

Lucía Baca junto a los mosaicos de sus huellas y la foto de su hijo durante la tercera acción de memoria, el 24 de febrero de 2020.

En marzo suspendimos temporalmente las acciones por la contingencia por la pandemia del Covid y no volvimos a pegar sino hasta el 4 de septiembre, cuando acompañamos a Verónica, madre de Diego Rosas Valenzuela, a 5 años de su desaparición.

En la imagen Verónica Valenzuela junto a los mosaicos de sus huellas y de la foto de su hijo, que instalamos el 4 de septiembre de 2020.

En la tercera acción y cuarta acción el sitio fue llamado ya “El muro de la memoria”. En la quinta acción, padres y madres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, instalaron las fotos y huellas. Conforme ha pasado del tiempo se ha consolidado un sitio donde las familias de manera organizada o de manera espontánea instalan los retratos de sus hijos, hijas o familiares desaparecidos y denuncian a las autoridades por su inacción, falta interés e irresponsabilidad para acabar con esta grave y dolorosa situación.

Hilda Legideño, madre de uno de los normalistas desaparecidos, junto al Muro de la Memoria el 25 de septiembre de 2020.

Hemos visto con orgullo y gusto cómo las personas dedicadas a la búsqueda se apropian de sus Huellas como objeto y marca de memoria y cómo otras familias, de manera autogestiva y autónoma, han decidido sumar mosaicos con los rostros de sus desaparecidxs al muro. Hasta ahora se han sumado: Álvaro Ramírez Rodríguez, Julio César Lara García, Ramiro Osuna Ríos, Ángel Gerardo Ramírez Chaufón, Jesús Armando Reyes Escobar y Leonel Báez Martínez.

El muro no fue tomado para Huellas de la Memoria, pertenece a las familias, es de todxs a lxs que nos duele la ausencia y nos llena de indignación la inacción de la Fiscalía y la impunidad. Es un muro diverso, heterogéneo, que a medida que crece y crece grita más fuerte:

¡MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA! ¡HASTA ENCONTRARLES!

Colectivo Huellas de la Memoria

Colectivo que registra las historias de personas desaparecidas y los procesos de búsqueda de sus familiares en México y América Latina. La propuesta es grabar mensajes de lucha y esperanza en las suelas de los zapatos, usados por los familiares durante la búsqueda y denuncia de las desapariciones, y convertirlos en objetos de memoria viva.

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