Subasta de mitos para la donación de órganos en México

Cristina Fernández y Alejandro Piñón

México. La ciencia avanza, y con ella la posibilidad de vivir por más tiempo y en mejores condiciones. Francisco Mercado y César Padilla autores de La donación y el trasplante de órganos según los profesionales de la salud. Panorama bibliográfico y bibliografía anotada, apuntan que “los impresionantes avances en las ciencias médicas permiten que, actualmente, los órganos insuficientes puedan ser sustituidos exitosamente por órganos sanos obtenidos o bien de cadáver o de individuos vivos sanos”.

Las fronteras de la cultura de donación de órganos en México, sin embargo, están determinadas en gran medida por la inversión en la infraestructura del servicio de salud mexicano y por la falta de información emitida por las instituciones de salud del país.

Las consecuencias son la lenta recepción de donadores y una lenta planeación por parte de los individuos para convertirse en dadores de vida si es que llegan a fallecer. “Es un proceso complicado que requiere no sólo de la buena disposición de la población en general, sino de sistemas de salud bien organizados” señalan Mercado y Padilla.

“Si se está muerto, no le sirve nada; y si hay alguien a quien le pueda servir, es lo mejor”

México es un país solidario. Sus habitantes lo demuestran, por ejemplo, con generosas donaciones de víveres en casos de desastres naturales. En el ámbito médico, esta característica también está presente. De acuerdo con el Reporte Anual 2011 del Centro Nacional de Trasplantes, México ocupa el lugar número nueve en trasplante y donación de órganos a nivel mundial, por encima de España, Canadá y otros países de primer mundo, y el número cuatro, después de Estados Unidos, India y Turquía, en trasplantes de origen vivo.

El primer trasplante de órganos en México se llevó a cabo en 1963, treinta años después de la primera operación de este tipo en Estados Unidos. Fue un riñón que funcionó por un mes antes de la muerte por septicemia del paciente receptor.

En 1989 hubo tan solo dos donaciones. Para 1997, cerca de 10 mil enfermos esperaban a que alguien les donara un órgano o tejido, pero el número de donadores era de apenas 300 ó 400 al año. Iniciado el siglo XXI, en menos de una década –de 2000 a 2007– se alcanzó una cifra mucho mayor a la obtenida en los 37 años anteriores: 12 mil 700 órganos y tejidos de fallecidos fueron donado, 65 por ciento más que el total de donaciones hechas a partir del inicio de la práctica. Asimismo, en el 2002 incrementó en un 17 por ciento el número de trasplantes de córneas y se captaron alrededor de 26 mil posibles donadores.

Estos avances han sido posibles gracias a la importancia que se le ha dado a la materia de donación y trasplantes en el ámbito legislativo. Apenas en marzo de este presente año, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó por unanimidad una reforma a la Ley de Salud del Distrito Federal para promover la cultura de donación. En ésta se enuncia que existen dos tipos de donaciones: 1) Mediante acuerdo expreso (cuando el donante autoriza en vida la extracción de sus órganos con fines altruistas), y 2) Por consentimiento tácito (cuando la persona no expresó su desacuerdo con la práctica y sus familiares lo aprueban). También se prevé la creación de un Consejo de Trasplantes en el Distrito Federal para dirigir y orientar sistema un de trasplantes local.

Así, la cultura de la donación en México va en ascenso. En un estudio realizado por la Universidad Veracruzana para la revista Psicología y salud, 77.55 por ciento de los entrevistados respondió afirmativamente a la interrogante de si aceptarían donar algún órgano o tejido en caso de presentarse la oportunidad, y 34.68 por ciento de ellos dijo que donaría sus órganos y tejidos a cualquier persona que lo necesitara. ¿Las razones principales expresadas por los encuestados? Darle vida a otro después de la muerte (61.8 por ciento), por sentir empatía y reciprocidad ante la situación (31.6 por ciento), por solidaridad (27 por ciento) y para evitar la destrucción inútil de órganos (un porcentaje no especificado en el documentoi. “Si se está muerto, no le sirve nada; y si hay alguien a quien le pueda servir, es lo mejor”, mencionó uno de los entrevistados.

Sin embargo, la donación en México en la actualidad no ha alcanzado el nivel necesario para satisfacer las necesidades de las personas que requieren de un trasplante. Maricela Contreras, presidenta de la Comisión de Salud de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, menciona que existen tan sólo siete individuos por millón de personas que se someten a la donación de uno de sus miembros, cifra que representa una quinta parte de los 40 por millón que se necesitarían para cubrir la cuota requerida.

Datos del Consejo Estatal de Trasplantes de Órganos y Tejidos (CETOT) indican que la lista de espera de trasplantes de órganos en 2011 superó los 3 mil 500 pacientes, “la cifra más alta de su historia”, de acuerdo con la revista Proceso.

La razón principal: falta de información. De acuerdo con el estudio, del 77.55 por ciento de personas que estaban dispuestas a donar, sólo el 36.73 por ciento manifestó su acuerdo con firmar las tarjetas de donaciones que les fueron mostradas en el momento. Una de las principales razones para no hacerlo fue la falta de conocimiento acerca de la tarjeta y acerca de la práctica misma de la donación.

En el órgano familiar “uno dice una cosa y ellos piensan otra”

Una vez que muere el individuo el cadáver pasa a ser propiedad de nadie. Sólo un vivo puede decidir sobre su propio cuerpo. Sin embargo, en el caso de la donación de órganos de tipo cadavérico, la familia tiene que adoptar la tarea de disponer sobre su conocido muerto, de acuerdo con la voluntad de éste cuando vivía.

En México la Ley General de Salud establece que todos los ciudadanos mexicanos son donadores de órganos (donador tácito). Sin embargo, la ley también reconoce el derecho de un ciudadano a no ser donador.

La donación de órganos es, entonces, un proceso social en el que la familia juega un papel muy importante, pues se convierte en la voz del recién fallecido para emitir la decisión de éste acerca de lo que se hará con su cuerpo. Así, quedan sólo dos opciones: donar o no donar.

¿Por qué no donar? El principal factor: la falta de conocimientos sobre la voluntad del muerto: “Uno dice una cosa y ellos piensan otra”, “Si dependiera de mí lo haría, pero depende mucho de los familiares”, fue lo que dijeron los entrevistados para la investigación de la Universidad Veracruzana en la revista Psicología y Salud.

En vida, cuando una persona decide convertirse en donante, adquiere una tarjeta de donación y la firma. En la actualidad, también puede recurrir a los medios virtuales para llevar a cabo su registro vía internet. Pero quien tiene la última palabra es la familia, sin importar si se tiene la tarjeta de donador o el registro por internet, pues el fallecido bien pudo haber cambiado de opinión.

En la investigación “Factores psicosociales de la donación de órganos para trasplantes en Venezuela” realizada para la revista Psicología y Salud, se menciona que “el público en general tiene una actitud favorable hacia la donación y los trasplantes, lo que no necesariamente se traduce en conductas de donación efectiva cuando se solicitan los órganos al momento de fallecer un donante potencial”.

Uno de los principales factores para que esto suceda es que el individuo nunca habló con la familia sobre el tema para expresar su deseo de ser donante. “Por eso les decimos, toma tu decisión y coméntala con tu familia”, explica, en entrevista, Arturo Dib Kuri, director general del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra).

Subasta de mitos: “No tiene caso donar algo que no sirve”

En la iniciativa “Héroes por la vida”, una campaña de promoción de la cultura de donación, se presume que cuando un donador voluntario fallece tiene la posibilidad de salvar la vida de hasta siete personas y ayudar a que dos más recuperen la vista. Sin embargo, la donación de órganos aún se ve limitada debido a la carente información proveniente de las instituciones de salud mexicanas.

A este respecto, el estudio de la Universidad Veracruzana reveló que, 40 por ciento de las personas que mantenían una postura negativa con respecto a la donación de órganos tenían miedo a que se extraigan sus órganos antes de la confirmación del diagnóstico de muerte. Asimismo, 26 por ciento mencionó que mantenía su postura negativa por falta de conocimiento acerca del procedimiento para hacerse donante, 18 por ciento tiene desconfianza debido a la crisis hospitalaria y 16 por ciento tiene un rechazo a la idea de mutilar el cuerpo y dudas sobre la capacidad del personal médico.

Estas razones son comúnmente obtenidas de los mitos que se han creado en torno a la donación y el trasplante de órganos. De acuerdo con la página de la Asociación ALE, organización de fomento a la cultura de donación de órganos, existen varias creencias erróneas. “No tiene caso donar algo que no sirve”, fue la respuesta de uno de los entrevistados por Psicología y Salud cuando éste se refirió a su negativa de donar por causas de salud.

La Asociación ALE menciona en su página de internet que “personas de todas las edades y con distinto historial médico deben de considerarse a sí mismas donadores potenciales de órganos”. Por tanto, ninguna persona puede ser descartada para ser donador, aun cuando esté enfermo. “Tu condición médica al momento de la muerte determinará que órganos y tejidos pueden ser donados”, recalca la Asociación.

Aunado a esto, hay personas que piensan que este tipo de donaciones no funcionan y sólo son usados para la experimentación. Al respecto, el director del Cenatra, Arturo Dib Kuri, dijo que para cada caso “debe haber una sesión del comité interno, expedición de actas y firmas de médicos integrantes de éste que avalen la compatibilidad”. Después de eso se determina si el órgano puede ser utilizado o no en la persona. Primero se decide y luego se trasplanta, no al revés.

Un mito más es el de considerar que al donar los órganos de un familiar, el cadáver de éste será maltratado; sin embargo, “la mayoría de las donaciones se realizan dentro de las 24 horas siguientes al fallecimiento de la persona y no interfieren con los arreglos fúnebres”.

En menor medida, el factor religioso perturba la decisión de donar órganos. Arturo Dib Kuri precisa que la religión influye sólo en un 6 por ciento de manera negativa y que, generalmente, no representa un problema. De acuerdo con el portal de Ale IPA, la religión que mayor oposición tiene respecto a la decisión de órganos son los Testigos de Jehová, quienes ponen como condición que la sangre del órgano a trasplantar se drene completamente para que no haya una mezcla de sangre.

La religión católica, profesada por el 85.3 por ciento de la población total mexicana (datos del Censo de Población y Vivienda 2010) ve el acto de donar órganos como un acto caritativo, que representa un sacrificio por el otro.

El sacerdote Jesús Hernández, Párroco de Santa María Magdalena Atlític, explica que «no hay una legislación eclesiástica en ese asunto. La iglesia tiene como base la caridad, entonces todo aquello que produzca el bien al hermano, al otro, está permitido; ya le tocará a las autoridades civiles legislar respecto a ello, pero la iglesia está en total apertura a la donación de órganos como gesto de caridad».

“No tengo dinero, ni nada que dar…”

“Tengo miedo de ir a un hospital y decir que soy donadora. Lo que pasa es que escuché que si dices eso y estás a punto de ser operada o algo así, los doctores lo dejan morir a uno, para poder hacer uso de sus órganos”, expresa la señora María de 84 años.

De acuerdo con la asociación mexicana ALE, lo más importante para los médicos es salvar la vida de las personas, aun cuando sean donadores voluntarios puesto que en última instancia se hará válida la donación.

Sin embargo, la señora Victoria, de 58 años, manifestó tener el mismo temor, aunque dice: “Ya le dije a mi familia que en caso de llegar a fallecer —primero Dios, que no me pase pronto—, sí quiero donar mis órganos, pero que le digan mi decisión a los doctores después de que haya muerto y que se fijen que no se vayan al mercado negro; no confío en el sistema”.

La Secretaría de Salud es la dependencia encargada de establecer los medios legalespara que todos los trasplantes se realicen con transparencia, asegurando que el órgano sea donado de manera correcta. Además, de acuerdo con Dib Kuri, no es tan fácil extraer un órgano: para ello se necesitan conocimientos médicos, infraestructura, material —el cual no es fácil de conseguir y no es nada barato— y mínimo cuatro horas en sala de operación para poder hacer la sustracción del miembro. No obstante, no se puede aseverar que no existe negociación alguna con los trasplantes y los órganos y aún existen irregularidades en éste ámbito.

Muestra de ello es el caso del Hospital Civil Fray Servando, uno de los más importantes de Jalisco, donde el cirujano Luis Carlos Rodríguez Sancho realizaba cobros adicionales a los pacientes de hasta un millón de pesos para agilizar los trámites de donación.

No es legal que los familiares depositen dinero en las cuentas de los médicos, en México, la venta de órganos está prohibida. El artículo 462 de la Ley General de Salud contempla como delito grave la donación o trasplante que se realice sin atender el criterio médico o la lista de espera, por lo que se imponen penas de entre seis y 17 años de prisión.

Un ejemplo más es la venta de órganos previa a la extracción y el trasplante. Actualmente hay cerca de 2 millones de anuncios en internet, en sitios como Terra, anunciame.com.mx, jalisco.quebarato.com.mx, yaclasificados.com.mx, publicargratis.org y mundoanuncio.com.mx en donde los usuarios subastan sus órganos a cambio de dinero. La mayoría de estos casos se han presentado en Jalisco, en donde, pese a los “alentadores” informes del gobernador Emilio González Márquez, el 41 por ciento de la población vive en pobreza extrema.

Gancho al hígado: dinero e infraestructura

Arturo Dib Kuri explica que “en México sí hay una cultura de donación de órganos. Este país es solidario, sólo que ha faltado planeación por parte de las personas e infraestructura por parte del gobierno”. Su propuesta es “abrir más hospitales, pero se requiere de mucho dinero y muchos recursos humanos: un buen equipo de infectólogos, sociólogos, patólogos y médicos nucleares. Es mucha la infraestructura, eso es lo que hace falta”.

Pese a los indicadores favorables acerca del número de donantes, se piensa que “las barreras que impiden la donación no están sólo en el público, sino también en algunos profesionales de la salud y en las condiciones del sistema sanitario, donde las donaciones potenciales no se convierten en donaciones reales por problemas inherentes a la propia infraestructura sanitaria”.

En el sistema de salud mexicano, la inversión es muy diferente a la de otros países como España; el presupuesto de ese país europeo es mayor que el asignado en materia de salud en México, precisó Dib Kuri. Esto se refleja en el personal capacitado disponible que, según datos de la Organización Mundial de la Salud, se representa en 1.85 médicos por cada mil habitantes.

Los datos del Reporte Anual 2011 del Centro Nacional de Trasplantes revelan que de los 402 hospitales vigentes en el país (certificados ante la Secretaría de Salud), 324 tienen licencia para realizar trasplantes. De éstos, sólo 64 tienen licencia para ser bancos de órganos.

Otra de las debilidades del sistema nacional en cuestiones de salud es “la ‘casi inexistencia’ de centros estatales de trasplantes, que están facultados para vigilar y supervisar que en los hospitales autorizados para disponer de órganos y tejidos se cumplan los requisitos legales”. En el país existen sólo cinco de estos centros, pero algunos de ellos, como el de Jalisco, tiene atribuciones enfocadas más hacia la parte de promoción y difusión que a la de control. Asimismo, “el actual programa de procuración, donación y trasplantes obliga a los estados a trabajar, hay entidades muy productivas y otras cero productivas”.

Hay estados que están dentro de la lista de espera, pero que no hacen nada para gestionar la petición de trasplante requerido. Por su parte, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) tiene el 60 por ciento de la lista de espera y realiza el 70 por ciento de los trasplantes del país, por lo que es complicado conocer si se lleva a cabo alguna otra práctica de trasplante fuera de las instituciones públicas.

¿Qué no se debe hacer? El director del Cenatra expresa que “cualquier cosa que se salga de la ética de lo profesional. Por eso es que preferimos que haya pocas donaciones, pero bien hechas, por eso es que no se pueden donar órganos en un hospital cualquiera, porque no hay supervisión. Está prohibido”.

México sigue en espera de donadores. Aunque ha habido un avance aún falta mucho que hacer y mucho que donar. Para elevar el nivel de participación de la gente en la donación de órganos es preciso que “nos pongamos a pensar como sociedad que el hecho de que estemos sanos no significa que mañana vamos a estarlo, pues cualquiera podría necesitar un trasplante. Yo me pregunto, ¿aceptarías que alguien te diera sus órganos?, y ¿por qué tú no los donarías?” concluye Arturo Dib Kuri.

i Los porcentajes suman más de cien porque algunos de los entrevistados dieron más de una respuesta.

Publicado el 7 de enero de 2013

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