“Soy un milagro de las calles”

Testimonio recogido por Bárbara Mengardo en Sao Paulo, Brasil Traducción: Waldo Lao Fuentes Sánchez

Para ler em português clique aqui.

Sao Paulo, Brasil. En una ciudad responsable del diez por ciento de la basura producida diariamente en Brasil (cerca de 17 mil toneladas), que sólo recicla el uno por ciento de esos residuos, la lucha para que se valore a los recolectores de materiales reciclables no es nueva.

La estimación del Movimiento Nacional de Recolectores de Materiales Reciclables (MNCR, por sus siglas en portugués) es que existen un promedio de 20 mil recolectores tan sólo en la ciudad de Sao Paulo. Un sector que crece, pero cuyo reconocimiento y la efectividad de sus derechos tarda en llegar, por lo que tiene que enfrentar duras condiciones de trabajo para garantizar su sustento.

Mara, debido a su actuación en la Cooperativa de la Granja Julieta, se ha vuelto una referencia en la lucha contra la poca atención que las autoridades gubernamentales prestan a la elaboración y ejecución de políticas públicas para ese sector. Ella es Mara: ex-habitante de la calle, y criada en un clima de violencia doméstica.

 

Perdí a mis padres a los nueve años, con esa misma edad fui a parar a la FEBEM (Fundación Estatal para el Bienestar del Menor), de donde me escapé y me quedé viviendo en las calles. Estuve junto al tráfico de las drogas, pero después me cansé de esa vida y comencé a empujar una carroza para recolectar basura. Actualmente soy la presidente electa por los integrantes de la Cooperativa Granja Julieta Nossos Valores en la zona sur de la ciudad de Sao Paulo. Aquí, desde el presidente hasta el catador que permanece en la calle, todos ganamos lo mismo, tenemos los mismos derechos, todo se decide en asamblea.

Nosotros recolectamos los materiales de la calle y los vendemos a los dueños de los fierros-viejos, que a su vez los venden a las industrias. Ésta es una cooperativa de reciclaje que trabaja con gente en situación de calle, ex-presidiarios, mujeres que vienen de los presidios y con los dependientes de sustancias químicas que se encuentran en tratamiento. De los que trabajan aquí, la mayoría o son mujeres o madres Nuestra mayor lucha con las personas en situación de calle es dar visibilidad a aquellos que son invisibles en la sociedad capitalista en la que vivimos.

Nosotros existimos desde hace cinco años y ya hemos sufrido dos incendios alevosos. El último de ellos ocurrió en la madrugada del día 9 de diciembre del 2008, cuando alguien brincó los portones e incendió nuestra cooperativa. Hasta hoy no conseguimos el fallo de los bomberos, pero sabemos que estábamos debajo de un condominio de lujo carísimo y sabíamos que no podríamos quedarnos ahí por mucho tiempo. La verdad, lo que incomoda hoy al ser humano no es la droga, no es el clima: es la pobreza.

Después de un año y seis meses de lucha por otro espacio, acabamos ocupando este lugar cedido por la Alcaldía, donde estamos hasta hoy. Pero también sabemos que ellos no quieren que nos quedemos aquí, porque el espacio es muy pequeño y ellos alegan que no tenemos la menor condición para quedarnos. Durante ese año y seis meses que estuvimos parados, muchos integrantes de la cooperativa volvieron a las calles y los que volvieron a trabajar, volvieron muy enojados con el sistema. Yo sufrí mucho, hasta me emociono cuando hablo. Creo que no fue tan duro quedarse en la calle como correr el riesgo de volver a ella después de tanto tiempo.

Pero aquí pasamos el día muy agradable, nos sentimos protegidos uno con el otro. Nadie come un pan sin antes ofrecerles a los demás. Si alguien llora en la mesa, todos se detienen para preguntar qué es lo que pasó. Entonces, nos une un lazo. Un día en este lugar, es un día de mucho aprendizaje, se vuelve un día muy bueno.

Nosotros los de la cooperativa ya no trabajamos con las carrozas, ahora hacemos el trabajo con un camión. Los cooperativistas pasan de puerta en puerta, llevan un panfleto, enseñan cómo es que se debe reciclar. Una vez por semana pasamos con el camión para recoger. Al final del mes, después de todo el pago, nos sentamos y lo repartimos en partes iguales según las horas trabajada por cada quien.

Aquí en la cooperativa una de nuestras prioridades es enseñar política. Al entrar, la primera cosa que hacemos es enseñar lo que es el gobierno municipal, lo que es el gobierno estatal, para dónde va el dinero de la intendencia. Procuramos informarnos, porque el pueblo perece por falta de información. Porque todo el mundo quiere que nosotros digamos “muchas gracias” y no “eso es un derecho de los trabajadores”.

La verdad, todavía tenemos muchas dificultades en Sao Paulo, porque existe una mafia de intermediarios que limita el trabajo de los recolectores. Esa es una de las mayores dificultades de los basureros, porque intentamos llegar directamente a las grandes industrias y ellas no nos dejan, prefieren trabajar con intermediarios.

También luchamos mucho para terminar con quienes dirigen los centros de fierros-viejos, pues explotan mucho la mano de obra barata. Para abrir una cooperativa es necesario presentar muchos documentos, para montar un lugar de fierro-viejo no, es sólo abrir las puertas y comenzar a esclavizar la mano de obra barata sin ninguna fiscalización. La Cooperativa Granja Julieta no puede concordar con esa forma de trabajar.

Nosotros buscamos a los carroceros y los intentamos traer a la cooperativa, pero no lo logramos de inmediato. Hay que empezar comprando sus materiales, y así, poco a poco, ganar su confianza para después meterlos como cooperativistas. Es un proceso que tarda.

Todo mundo habla sobre reciclaje como una cosa de la clase media, que coloca aquellos botes coloridos lindos y enseña a reciclar de una forma muy educada. Pero la verdad es que la vida del recolector es muy sufrida. El día a día aquí es duro, el trabajo es muy precario y es todo muy manual.

Tenemos un convenio con la intendencia: ellos nos dan dos camiones, pagan el agua, la luz y el chofer, ¡pero sólo eso! porque el trabajo que hace el recolector de colecta selectiva, la alcaldía lo tendría que hacer, y lo que ella invierte es mucho menos de lo que invertiría si no existiera la cooperativa.

Aquí el área no está cubierta, no tenemos comedor, sólo un baño para cuarenta personas, el piso es de tierra, entonces es muy difícil. Si tuviéramos una carpa o una lona, por ejemplo, conseguiríamos trabajar más, con más dignidad, porque si llueve ahora el trabajo para.

El gobierno federal liberó un dinero para la intendencia de Sao Paulo como parte del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) [$ 5,965 millones de reales], que sería usado para la construcción de diez centrales de reciclaje en la ciudad. Pregunta: ¿fueron construidas?

A veces yo me pregunto, ¿será que hay interés de que en Sao Paulo se tenga una colecta seria? ¿Será que realmente existe ese interés en salvar el medio ambiente o es sólo querer construir grandes edificios? En la zona sur hay edificios para todos lados, muchos condominios y ¿cuál es la responsabilidad de esas constructoras en garantizar el cuidado del medio ambiente? ¿Seré que realmente estamos creando una nueva ciudad de Sao Paulo para todos o, como siempre, estamos solo creando una ciudad sólo para los que pueden? ¿Y en esta historia, dónde quedan los recolectores?

Nosotros, recolectores, contribuimos a la economía de esta ciudad, movemos toda una concientización ambiental, somos parte de este mundo. Y ni siquiera tenemos el debido respeto de las autoridades. La colecta selectiva en Sao Paulo es un problema serio, de todos, y sólo será resuelto por todos. Todo mundo habla de concientización, pero no tienen ni idea. Yo tengo mucho miedo de la naturaleza, porque cuando viene con furia el hombre no puede estar seguro.

Hoy hice mi casa, tengo nueve hijos adoptados. Todos dicen: “Pero usted es pobre y no puede darle lujos a sus hijos”. Yo creo sinceramente que el cambio del ser humano no está en lo que tiene, sino en lo que el conquista de amor y felicidad. Y felicidad es tener dignidad, poder trabajar, construir una familia. Tener una casa no es tener pared, es tener hijos que te escuchen y te aconsejen para conversar.

Yo intento luchar contra todo eso que yo no creo correcto. Y a veces las personas me preguntan ¿qué es lo que espero de todo esto que hago? Espero hacer más y más. Espero cambiar la historia de las personas. Como la basura salvó mi vida, yo quiero ayudar a salvar otras vidas. Yo soy un milagro de las calles.

Publicado el 01 de Junio de 2011

Etiquetas: , ,

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de  Num. Anterior   Brasil   Geografía   los nadies  

Dejar una Respuesta