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Una multitud firme y en paz puso el cuerpo para preguntar dónde está Santiago Maldonado y exigir la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Al terminar ese acto, comenzó otro, que dejó en claro cómo responde el Estado: 27 personas detenidas, 17 heridas y una represión brutal que se desató tras la intervención de los sospechosos de siempre.
De a uno, en grupos, de a dos, en columnas, en familia, en silencio, de la mano, sueltas, serias, cantando, susurrando, preocupadas. Así se fue conformando esa multitud que desbordó Plaza de Mayo. Algunos sacaron cuentas: trescientas mil. Difícil calcular la cifra exacta de todas las personas que pusieron el cuerpo para preguntar ¿Dónde está Santiago Maldonado? Difícil también transmitir lo que representa que todas esas voces se unieran en un solo grito cuando Sergio, su hermano, dijo: “A la señora ministra de Seguridad le pido que dé un paso al costado y deje al lugar a alguien realmente capacitado”.
Fue entonces cuando una Plaza de Mayo entera gritó: “Que se vaya”.
Fue el grito que selló el significado de este acto.
Un mes sin Santiago
Con la foto de Santiago en el pecho, en la mochila, en la mano, en la remera, en las banderas, en la espalda, esa multitud esperó el momento exacto para expresar para qué se había reunido. El porqué estaba claro, encerrado entre signos de pregunta y repetido cada día en este largo mes que Sergio resumió así desde el escenario:
“A un mes de la desaparición forzada de Santiago el Estado sigue negando su desaparición en manos de la Gendarmería. En ningún momento se cuestiona el accionar de la fuerza el día de la represión en la comunidad mapuche, de lo cual fue testigo el mundo. Lo único que hicieron fue cuestionar a Santiago, a sus amigos y a mi familia. Somos maltratados por la señora ministra de Seguridad que ha demostrado no estar capacitada para ocupar ese puesto. Somos hostigados por informaciones falsas, que lo único que hacen es sembrar la desesperanza en mi familia. Tenemos que soportar también declaraciones de funcionarios que lo único que hacen es aportar dudas y confusión. Nuestra familia colaboró desde el primer día con todos los requerimientos que le fueron pedidos, como son las muestras de ADN tanto mía como de mis padres. Jamás nos negamos, porque negarse sería no querer que Santiago esté con nosotros. Queremos una investigación seria e imparcial. Queremos que se investigue todo el personal de la Gendarmería que actuó en el operativo del 31 de julio y 1 de agosto: ellos son los responsables y tienen que dar cuenta de su actuación. ¿Hasta cuándo debemos sostener esta situación? ¿Hasta cuando seguirán cuestionando a Santiago, sus fuertes convicciones, su ideología y solidaridad?”.
“Que aparezca con vida”
Minutos antes esa multitud había escuchado a Andrea, la cuñada de Santiago. Sus palabras no hilvanaron un discurso, sino un abrazo : “Les quería agradecer a todos acá. A las miles y miles de personas. Sabemos que la lucha no es solo de la familia sino de todas las personas que quieren que aparezca, que no haya otro Santiago. Es una persona solidaria. En este caso con la comunidad mapuche. Él se jugó, acompañó el reclamo. Nosotros estamos agradecidos a todos. Con Sergio somos la cara visible, los que hablamos con el juez, con la fiscal, las personas que estamos en la causa, los que recibimos los palazos, las indiferencias cuando hablamos con el juez y la fiscal, que nos dicen una cosa en la cara y después hacen otra, que nos niegan información. Santiago está desaparecido por una desaparición forzada de persona. Por un lado, la fiscal nos decía que no había indicios de que había sido desaparecido por la Gendarmería. Si no fue así, que nos lo demuestre. Les pido a todos que nos sigan acompañando. Que pidamos por Santiago Maldonado. Que aparezca con vida. Gracias”.
Que aparezca con vida.
Gracias.
Ese fue el reclamo y ese fue el mensaje de este acto.
La respuesta
Pasadas las 19, el acto había terminado.
Lo que comenzó después fue otro acto, montado para las cámaras de televisión que recién a esa hora transmitió en vivo y en directo lo que ya estaba anunciado. “El operativo de seguridad va a tener todo lo que tiene que tener”, confesó hoy el diario La Nación.
Y lo tuvo.
27 personas detenidas -entre ellas, trabajadoras de prensa-, 17 heridas, cacería policial, gases, piedras, palos y una brutal represión, desatada por la actuación de los sospechosos de siempre: policía de civil, infiltrada.
Un signo de impotencia, de crueldad y de terror, que dejó en evidencia y en dos actos cómo pregunta la sociedad y cómo responde el Estado.