Fronteras Abiertas

Laura Carlsen

Presidente Trump, pesadilla para México

La cercanía de México con los Estados Unidos siempre ha sido un gigantesco dolor de cabeza para México, que está reflejado en refranes populares como “Cuando EEUU estornuda, a México le da pulmonía” y “Pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Ahora con la elección de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos se ha vuelto una verdadera amenaza.

Trump utilizó a México como lo que llaman en la nomenclatura política en EEUU, un “wedge issue”. Esto es, un tema que divide a la población por ser altamente polarizante, pero que consolida y moviliza a un núcleo de apoyo entre las personas que están a favor. En un momento en que hasta los republicanos decían que los insultos directos a los mexicanos (“ladrones”, “violadores” y “bad hombres”) llevaría a la pérdida del importante voto latino, Trump lo sacó provecho, mostrando que el país es mucho más racista que se creía.

Habilidosamente, y a con el amplio uso de mentiras, culpó a México por el desempleo (“México nos roba los empleos”), la pérdida de poder de compra entre las familias trabajadores y el déficit comercial. Y ganó la elección en el anti-democrático Colegio Electoral.

Para México, su victoria nos pone ante una crisis política y social y una eminente crisis económica. ¿Cuáles son las implicaciones del triunfo de Trump para el país?

En la plataforma de Trump y sus propios documentos, hay varias propuestas y promesas que tendrán un impacto directo a México. El primero es la deportación de 11 millones de trabajadores no-documentados, entre ellos más de 5 millones de mexicanos y mexicanas. Poco después de convertirse en presidente-electo, Trump anunció que, lejos de abandonar su amenaza de deportación, comenzará con la deportación de entre dos y tres millones de migrantes en los primeros días de su gobierno y que revertiría los programas de permitir que hijos de indocumentados tengan permiso a permanecer en el país (DACA).

El retorno de tantos migrantes de repente sería un golpe a la economía mexicana. Peña Nieto y su gabinete, a mano del sector privado, recientemente anunciaron un programa de empleo para retornados. Según reportes de prensa dijeron “muchos trabajan en la industria, servicios y el comercio por lo que van a fortalecer el desarrollo industrial de México.” ¿Hasta ahora? ¿No se supone que este objetivo forma parte de la estrategia desde la formación de la República? Hasta ahora lo único concreto que han anunciado es un programa del sector maquiladora para crear 60,000 empleos en las fronteras, sin decir cómo. Es una fracción de la gente que podría retornar, como deportados o debido al ambiente de miedo y odio que crece en EEUU, y además no dicen como. Tomando en cuenta la promesa de Trump de multar con una tarifa de 35% a empresas que mandan producción, y empleos, a México, es difícil imaginar de donde van a sacar la inversión.

Por supuesto, el costo de la deportación masiva en sufrimiento humano que causaría—con la separación de familias y comunidades, el miedo constante y el cese de relaciones laborales establecidas por décadas en muchos casos—es inmensurable.

Quizás la propuesta que pudiera tener el impacto más dramático es de congelar o multar las remesas que envían los mexicanos en EEUU a México. Esta medida no requiere de la aprobación del Congreso y podría afectar a miles de familias más pobres del país.

La promesa de renegociar o salir del Tratado de Libre Comercio también tendría un impacto directo. A pesar de que el TLCAN ha tenido una serie de consecuencias negativas para México, es el pilar de la arquitectura de dependencia hacia la economía mexicana. Se quita este pilar y se cae el edificio. El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) calcula una pérdida de 10 millones de empleos directos si Trump se retira del tratado. El gobierno de Peña Nieto no ha dicho nada sobre como enfrentar esta posibilidad con una transición a la diversificación de mercados y la reactivación del mercado interno, aunque organizaciones campesinas y de consumidores ya están promoviendo alternativas.

En seguridad ya se perfila una intensificación de la terrible guerra contra las drogas. Trump anunció que el general John Kelly, ex jefe del Comando Sur tendrá el puesto de Seguridad Interior. Junto con el general Michael Flynn, nombrado Asesor de Seguridad Nacional y James Mattis en Defensa implica la militarización de la política exterior de Estados Unidos y en términos prácticos entregar la diplomacia al Pentágono. El problema es mayor—el Pentágono no hace diplomacia; hace guerra. El Comando Sur inició las Fuerzas Especiales para México para hacer de la lucha contra el narcotráfico una guerra contra el “narcoterrorismo” a nivel regional. Los 160,000 muertos y 27,000 plus desaparecidos a causa de esta política hace podrían llegar a miles más bajo el nuevo gobierno EEUU. Además, Trump ya recibió felicitaciones de organizaciones anti-migrantes por el nombramiento de Kelly. “General Kelly… entiende el papel crítico de la seguridad fronteriza en proteger al país de las amenazas de terrorismo, migración ilegal descontrolad y drogas,” dijo el presidente de FAIR uno de las organizaciones anti-migrantes mas conocidos en el país.

El único plan de contingencia que parece tener el gobierno mexicano frente esta situación es rogarle a Trump que no sea malo con nosotros. Se amplian los servicios consulares sin protestar el trato indignante a las personas migrantes mexicanas que sostiene buena parte de la eocnomía estadunidense. Entre la sociedad civil hay otras propuestas–de afirmar la dignidad de nuestro pueblo, rechazar las políticas de odio y volver a construir la soberanía nacional. Hace falta una gran red de resistencia para enfrentar la pesadilla vuelta realidad de la presidencia de Donald Trump.

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