Nigeria: “¡Devuélvanos a nuestras niñas!”

Bayo Oluwasanmi Traducción: Lindsey Hoemann

Nigeria. Desde el comienzo de los tiempos, las mujeres tienen menos derechos legales y oportunidades profesionales que los hombres. Ser esposa y madre se consideraran las profesiones más significativas para ellas. La discriminación histórica y los prejuicios sembrados en sus caminos de la mujer y tan comunes como las señales de alto en una calle.

Históricamente, se considera a la mujer intelectualmente inferior al hombre. Algunas mitologías las pintan como peligrosas y malvadas. Por ejemplo, en la mitología griega, fue Pandora, una mujer, quien abrió la caja prohibida y trajo plagas y tristeza a la humanidad. Y leyes antiguas de Roma describieron a las mujeres como niñas, por siempre inferiores a los hombres.

La educación formal para niñas históricamente está en un plano secundario en relación a la de los niños. La larga historia de prejuicios, discriminación y parcialidad contra las féminas es el enfoque de las luchas de mujeres y movimientos feministas. Por siglos, a ellas se les negó la igualdad, el derecho al voto, el derecho al trabajo, el derecho a tener propiedad, el derecho a ser escuchadas, entre otros fundamentales para el ser humano.

Mientras celebramos otro Día de las Madres, en el año 2014, nuestra historia moderna es de daños repetidos y usurpaciones por parte del hombre hacia la mujer. Sin lugar a dudas, las mujeres avanzaron mucho. Sin embargo, en África y otras sociedades feudales islámicas y países del Tercer Mundo, las mujeres siguen siendo esclavas de los “leñadores y aguadores”. Es en este contexto que podemos entender los excesos evangélicos de los militantes de Boko Haram y la canonización del terror y maldad. El secuestro de 300 alumnas hace tres semanas -como pollitos del gallinero- en Chibok, Nigeria, marcó la rendición extraordinaria y amargada del terror por parte del grupo.

Aun con todas las maldades por las que las mujeres nigerianas pasan día a día, el secuestro de las niñas fue un terror mayor que la suma de todas las otras brutalidades impuestas a las madres.

Una tierra llena de dolor, angustia y “pecados” hizo de la maternidad una lucha en Nigeria. Las consecuencias devastadoras de violaciones, abusos y secuestros en esta selva devalúan y degradan a las mujeres. Como las jóvenes secuestradas, nuestras madres cambiaron sus vidas por un ambiente doloroso, hostil y hasta brutal. Se convirtieron en objetos de burla cruel para el mundo. Sin embargo, sus vidas demuestran la habilidad para salir adelante después de un fracaso y seguir avanzando. Cuando piensen en madres nigerianas, piensen en la persistencia, la gracia bajo presión y una fe que mueve montañas.

La paciencia y sumisión de las mujeres durante tiempos difíciles, así como su sabiduría y habilidades para resolver problemas, las prepararon para ser excelentes. Su valor excepcional, sentido común, y unas habilidades relacionales fabulosas salvaron a sus familias de una casi inevitable destrucción económica, política y social impulsada por la economía más grande de África.

Las madres nigerianas cuentan la historia de gente ordinaria que se hace líder extraordinaria en un contexto poco común. Son mujeres en un mundo dominado por el hombre, una minoría dentro de una minoría. Sin embargo, lideran sus hogares con integridad, disciplina y destreza.

La vida empezó con una mujer. Muchos pilares de la historia fueron mujeres fieles que se encargaron de las necesidades de la gente y eran líderes fuertes. La fidelidad de las madres nigerianas, en un tiempo sin fe, país nos recuerda a nuestras heroínas del pasado.

La fuerza y competencia, mezcladas con la belleza, ponen a las madres nigerianas a la par de mujeres ilustres como Funmilayo Ransome-Kuti, “La madre de África” y la “Leona de Lisabi”, que encabezó el movimiento de mujeres en la tierra de Egba en una campaña contra los impuestos arbitrarios a las mujeres, lo cual provocó la abdicación de Oba Admeola II en 1949; la reina Amina de Zaria, quien fue la arquitecta que creó las fortificaciones que rodean su ciudad; y las tres líderes que encabezaron la Revuelta de las Mujeres de Aba en 1929 – Ikonnia, Mwannedia, y Nwugo –, que obligó a los ingleses a abandonar sus planes de imponer impuestos a las mujeres vendedoras en los mercados.

Los debates van en círculo, de un lado para otro. El ping-pong verbal sobre el secuestro de nuestras niñas continúa, capítulo tras capítulo. Cada día que pasan en cautiverio, también sigue el debate aparentemente sin fin sobre Boko Haram, que pinta una imagen horrorosa del terror y destrucción que esperan a esas 300 jóvenes.

Cuando el argumento y la acusación no producen soluciones, reina la ira. A las autoridades nigerianas se les acabaron los argumentos, pero no las palabras: “Creo que el secuestro de estas niñas,” alegó el presidente Goodluck Jonathan en su discurso ante el Foro Económico Mundial, en Abuja, “será el principio del fin del terrorismo en Nigeria.”

Mientras cada ciclo de debate avanza, la administración de Jonathan tiene menos que decir. Hay cada vez menores campañas a la ofensiva y contraofensiva del equipo del control de daños de la casa presidencial. Por fin los consejeros incómodos se callan, sus argumentos agotados, sin que el rescate de nuestras niñas esté más cercano.

Nadie anhela ser destrozado, nadie quiere el dolor y presión de la adversidad. Ser destrozado es un proceso agonizante, y las cicatrices que deja son reales. Este Día de las Madres, ellas sienten el destrozo, el dolor, el calor y la presión de sus hijas secuestradas.

Madres de todo el mundo ofrecen su apoyo y expresan de manera elocuente su ira, tristeza, impaciencia y sus estallidos. Reclaman: “regresen a nuestras niñas.” Y en muchas partes del mundo en donde se celebra el Día de las Madres, lo es como ningún otro.

Las vidas de servicio y sacrificio de las madres nigerianas se pusieron a prueba. Hoy, lloran y lamentan como quien pierde a su único hijo. Pero en contraste, las autoridades nigerianas se hacen apáticas y orgullosas, y se ahogan en sus propios lujos.

A pesar de esta desesperación, sigue la esperanza de que nuestras niñas estarán de regreso con nosotros, sanas y a salvo. #BringBackOurGirls!

18 de mayo 2014

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