El poder construye el estigma de que las personas migrantes son malas, peligrosas, delincuentes. Lejos de ello, sostiene Amarela Varela, investigadora de la UACM, se trata de gente valiente que se apropia de su destino y, en consecuencia, recurre a la fuga individual, en familia o colectiva como una práctica de desobediencia del lugar que se les asigna
Migrantes: “los desobedientes del capital”
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