Chiapas, México | Desinformémonos. Algo menos obvio sucede al paso de la vocera del Consejo Indigna de Gobierno, María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, en su recorrido por los Caracoles zapatistas en el estado de Chiapas. Iniciado su recorrido el 14 de octubre, lo que se podría ver desde quien mira a la distancia, es a un grupo de simpatizantes zapatistas o militantes zapatistas recibiendo con alegría a una civil, que como hace 23 años no sucedía. Con fiesta, con palabras de compañerismo y con las bases movilizadas.
Pero más allá de lo evidente, lo que sucede en el territorio de influencia zapatistas es también una recomposición de las fuerzas sociales, de las bases de las organizaciones independientes, es decir, alejadas del oficialismo, que aunque mantienen lazos con los partidos políticos y con una ala de la iglesia católica “liberadora”, se dieron cita en la bienvenida a la vocera-candidata.
El 15 de octubre fuimos a echar una pequeña mirada a lo que sucedería en el Caracol IV de Morelia, “Torbellino de nuestras palabras”, donde se darían cita miles de bases zapatistas, cientos de bases del Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite) quienes tienen presencia al menos en 17 zonas parroquiales, y otro frente campesino que no pude retener en su momento su nombre. Desde Ocosingo hacia Altamirano, por la carretera vimos mantas y lonas invitando a los eventos por realizarse en la región con Marichuy como vocera del CIG, formado por el Congreso Nacional Indígena con el apoyo del EZLN.
Durante el recorrido se miraba que algo poco común estaba sucediendo. A nuestra llegada a la entrada del Caracol logramos ver dos columnas que se alargaban hacia la sede del caracol, enmarcadas por un gran letrero que daba la bienvenida a la vocera-candidata. Eran miles pudimos ver a simple vista, pero no nos percatamos de que había otras organizaciones, no sólo zapatistas.
Ni la larga espera, el evento estaba programado a las 11 de la mañana, ni la lluvia pertinaz lograron debilitar el ánimo de quienes ahí estuvimos presentes, una banda amenizaba cada tanto, y con la lluvia se refugiaron bajo un plástico y bajo el cobijo de la música pero no se “hicieron un lado”; ni los visitantes, simpatizantes y otras almas diletantes le rehuyeron a la lluvia, bajo capas, paraguas o techos de lámina, miles de personas se mantuvieron a la espera de la vocera-candidata, de quien rumores por allá y por acá ya la hacían a unos minutos, ya la hacían a la entrada de Altamirano, ya la hacían cerca.
No sería hasta pasadas las 4 de la tarde que el convoy de autobuses y camionetas con Marichuy y las Concejalas y Concejales del CIG llegarían; los asistentes, militantes de las diversas organizaciones inmediatamente volvieron a hacer las vayas para dar la bienvenida de su vocera, de su candidata. Personas que vivieron una especie de emoción por conocer a quien fuera nombrada como la vocera de los pueblos del CNI, la personas que representaría en el escenario mediático y electoral el rostros de miles, quizá millones de rostros no vistos por cámaras y micrófonos de los medios convencionales y los no convencionales.
Como anecdotario, intentábamos recordar en qué ocasión los pueblos zapatistas habían organizado una recepción masiva como ésta a un civil proveniente del exterior de sus pueblos, comunidades y barrios, y todo nos llevaba al recuerdo de 1994, cuando Cuauhtémoc Cárdenas pisó por vez primera, y si no me falla la memoria la única, territorio rebelde zapatista; en aquel año el EZLN hizo un acuerdo para apoyar la candidatura del ingeniero, sin comprometer el proceso propio de la organización. En la gira de Marichuy, los zapatistas no sólo están haciendo un compromiso de apoyo, también están retejiendo su estructura y sus alianzas, donde muchos ven una coyuntura electoral más, ellos han visto junto con el CNI una oportunidad de crecer y fortalecer la organización.
La llegada de Marichuy fue fugaz, pero intensa, los rostros de alegría, de esperanza, de expectativa de miles de personas, miles de indígenas si se quiere pues, miles, vieron por primera vez a la compañera que carga en sus hombros un duro y pesado compromiso, representar sin suplantar las miles de voces que gritaban vivas y saludos efusivos a la vocera-candidata.
Niñas, niños, ancianos, ancianas, jóvenes, familias completas se habían dado cita para saludarla, para darle la bienvenida, ahí volvimos a ver la renovación generacional de los zapatistas, de las organizaciones de base de la región.
Montada en un enorme camión adecuado para la ocasión, Marichuy compartió el espacio con las “madres fundadoras” de la organización en las montañas y comunidades de la región, con las compañeras que vieron nacer al EZLN, que lo “criaron”. Quizá, para mi gusto el camión estaba muy desproporcionado para la ocasión, demasiado grande, demasiado alejado de las miles de personas que durante un kilómetro saludaban su paso.
El rostro de Marichuy no podía ocultar la enorme responsabilidad de representar sin suplantar a todas esas personas que con enorme entuciasmo saludaban su presencia, uno no quisiera estar en sus zapatos, pero uno quisiera conocer sus pensamientos, saber qué le dice su voz interior cuando mira a todas esas personas, cuando siente todo ese calor entrañable de quienes en el día a día construyen un proyecto político que sigue siendo referente nacional; una propuesta política que con todas sus contradicciones y limitaciones, es una realidad sin precedente; que le sigue apostando a la resistencia por la vía de la construcción de la propuesta.
Muchos medios de comunicación masivos convencionales intentan meter a Marichuy y al CIG en el mismo saco que los candidatos de los partidos, pero fallan en la lectura, pues no es a Marichuy la candidata la que tienen enfrente cuando la entrevistan, sino a una persona elegida para llevar lo más lejos la palabra de quienes todos los días se construyen en la resistencia al gran capital, al gran cacique, al crimen organizado, al político corrupto, al gobierno mafioso, al despojo y la ignominia.
No tienen a una candidata para presidenta, sino una vocera que tiene como compromiso llevar la denuncia, promover la organización local y nacional desde la base, desde los sitios donde la comunidad, lo común nos hace participes, donde la necesidad y la desgracia urge la organización y el empoderamiento desde abajo. Los medios hacen sus encuestas y tratan de llevar la imagen de Marichuy el terreno de los símbolos y códigos conocidos, todos los candidatos son personajes individualizados y en consecuencia vulnerables o en su caso, corruptibles.
El sistema mediático y político intenta, como sabe hacer, llevar a las luchas a un terreno de individuos, deja a las colectividades, deja al sujeto social fuera del radar de los televidentes, de los lectores, de los radio escuchas, porque el individuo es vulnerable, el individuo es combatible, el individuo es el eslabón más débil.
Si bien con está gira de Marichuy y los y las Concejales del CIG inician una campaña poco común, tienen frente a si un enorme compromiso compartido, sumar dolores a procesos organizativos, sumar indignación a procesos participativos, sumar diferencias en plataformas comunes; hacer del 2018 una campaña donde los de siempre se muestren descarnados y los de abajo de siempre se muestren razonables, no por moderado, sino porque lo que piden no es menos que justicia y en eso, nadie puede estar en contra, o no al menos moralmente o no al menos públicamente o no al menos razonablemente.
Los zapatistas desde que se comenzó este nuevo proceso se pusieron a tejer alianzas, fortalecer zonas y regiones, lo mismo se espera del CNI. Saliendo de los Caracoles zapatistas, saliendo de Chiapas, la vocera-candidata y el CIG tienen un enorme reto frente a ellos y ellas, la fuerza zapatista no bastará para enfrentar los embates que el camino les depara, el proceso electoral es un juego con muchas trampas, donde los rivales son viejos “lobos de mar” que no tienen ningún límite moral o ético para conseguir sus fines; muchas de sus huestes son fanáticos con títulos académicos, con “líderes de opinión” y con aliados empresariales que no escatimarán recursos para sostener el modelo económico y cultural frente a unos “indios”.
Ante el dicho de: “Todos los políticos son iguales”; “La política es una mierda” y “Para qué intentarlo si nada va cambiar”, valores que apuestan a desmoralizar e inmovilizar; la vocera-candidata y el CIG intentarán impulsar una batalla más del México subordinado y subversivo, ¿es posible que todo se pierda en el camino? Es posible, pero sería más lamentable no intentarlo.
La bienvenida en el Caracol IV de Morelia, “Torbellino de nuestras palabras”, a la vocera-candidata Marichuy y al CIG, es una muestra más de la vitalidad del zapatismo y de los pueblos en resistencia, que de nueva cuenta se han dado a la tarea de resignificar la política y la participación desde las bases; la vocera en su figura de candidata, intenta devolverle, si es que alguna vez la tuvo, la dignidad a la política y a la participación de los pueblos indígenas en el escenario nacional. Ante un escenario adverso por todas partes para los pueblos debido al avance del modelo económico de explotación de sus territorio y a la impunidad de todos los niveles de gobierno, demostrar que sus propias reglas del juego son insostenibles, es una tarea para seguir agrietando lo indefendible y a su vez, construir ahí donde los de arriba se empeñan en aniquilar.