Somos madres, hermanos, parejas, hijos y allegadas de personas muertas de manera violenta en Ecuador, y muchas personas solidarias convencidas de que nadie merece que se le desee la muerte violenta o que su fallecimiento se muestre públicamente como el de gente sin nombre y sin derecho a ninguna forma de justicia ni reparación. Somos madres que vivimos la pérdida irreparable de hijas e hijos a los que trajimos al mundo y cuidamos haciendo nuestro mejor esfuerzo; somos consortes y hermanas acorraladas por la violencia letal; y somos personas solidarias con las familias, los barrios y comunidades amenazadas por la violencia policial, militar, y de hombres no uniformados armados. Somos personas convencidas de que todas, todas, todas las personas debemos tener derecho a una vida que merezca ser vivida, valorada y recordada.

Estamos contra la guerra: contra la importación, el contrabando y la distribución generalizada de armas de fuego dentro y fuera de las prisiones; contra el libre porte de armas; contra la policialización de la vida cotidiana en las prisiones, los barrios, las ciudades y comunidades más empobrecidas de Ecuador; contra la intervención militar en las prisiones y la militarización de la seguridad ciudadana, y; contra los estados de excepción. Nos pronunciamos contra todo llamado a la violencia para combatir la violencia, porque ya no queremos vivir entre fuegos cruzados. Y estamos contra todo discurso que celebre el sufrimiento de violencia y la muerte de las personas presas y de quienes viven en las localidades más empobrecidas del país.

Somos antirracistas y decimos en voz alta lo que todos y todas sabemos, pero poca gente dice:

1. que la abrumadora mayoría de gente muerta de manera violenta y que hoy vive en riesgo de morir de esa manera, son personas afrodescendientes y mestizas de raíces indígenas y montubias, que habitan hacinadas en las prisiones, los barrios, las ciudades y comunidades más empobrecidas de este país.

2. que los medios de comunicación masiva exponen cada día y de manera deliberada a jóvenes e incluso a niños afrodescendientes y mestizos de raíces indígenas y montubias como causantes de formas bestiales de violencia letal, reforzando el racismo que hace ver a la gente de los pueblos como propensa a la inhumanidad, y;

3. que esta nueva forma de racismo destruye la empatía entre seres humanos, cultiva el miedo, destruye toda forma de solidaridad con las personas absolutamente despojadas, y hace que parezca justa la violencia sufrida en las prisiones, los barrios, las ciudades y comunidades más empobrecidas de este país.

Por eso decimos que miles de ecuatorianos y migrantes fallecidas y fallecidos de manera violenta siguen muriendo, despojados de todo derecho a ser recordados como seres humanos y por eso mismo dignos de justicia y reparación. Y por eso expresamos nuestra solidaridad con cada madre, cada hermano, cada consorte, cada hijo, cada familia desgarrada por la guerra y el racismo.

Trabajamos para reconstruir la empatía y la solidaridad desde abajo, desde el fondo, desde nosotros y nosotras.

Construimos un camposanto virtual que integra los nombres de mujeres, hombres, personas sexualmente diversas, niñas y niños, ecuatorianos y migrantes, muertos de manera violenta en Ecuador, como lugar donde reconocernos y trabajar en común por un Ecuador de justicia social y paz, pero para todas, todos, todas.

Conónocenos, participa: https://memorialcontralaguerra.com

Por Mujeres de Frente, el Comité de Familiares por Justicia en Cárceles, CDH y AfroComunicacionesEc