La concurrencia no fue lo que los comerciantes esperaban, pero ahí estuvieron.
Desde la monja instalada con su puestito para vender tortas, al señor de Guadalajara que viene siguiendo al Pontífice con su silueta recortada en cartón, para que los fieles cumplan, al menos en cartón, su ilusión de acercarse al jefe de su credo.
El gobierno municipal repartió agua para que ninguno de ellos fuera a desmayarse deshidratado, aunque los ambulantes se quejaron de que también se repartió comida gratis, perjudicando sus ventas. No se trata de que los quejosos sean grandes potentados, sino más bien son vecinos de la zona, que obtuvieron alguno de los mil permisos para la venta callejera que el municipio se encargó de expedir y controlar.
Vendedores ambulantes que esperaban cosechar un peso, que llegaron desde Yurécuaro y también de Quiroga. Ellos han sido quienes también han invertido en la visita: desde mil pesos en mercadería hasta 20 mil, como lujo. Vendedores de botanas, tortas, tamales, refrescos, carnes asadas, carnitas, fruta, en espera de la vorágine de los fieles.
El tamaño de esa pequeña inversión privada contrastó con la gran inversión pública. No se conoce el monto total exacto de lo gastado por el gobierno del estado – en manos de Silvano Aureoles Conejo – para 7 horas de visita, pero algunos medios la estiman en 22 millones de pesos para la remodelación de los dos lugares que Francisco tuvo en su agenda en Morelia.
El fotorreportaje fue realizado por Erick Hernández, en los alrededores del estadio Venustiano Carranza, de la capital michoacana, para Desinformémonos.