En la nueva oleada de violencia que inició el 1 de octubre, más de 50 personas, la mayoría de ellos palestinos menores de edad; han muerto al igual que ocho israelíes. Los heridos, entre los palestinos se cuentan por miles y en los israelíes por decenas.
Los enfrentamientos, comenta el periódico Diagonal “se enmarcan en una lucha de liberación que ha sido criminalizada desde el comienzo del proyecto colonial del sionismo”. En el mismo, la periodista israelí Amira Hass afirma: “la guerra no comenzó el jueves; por parte de Israel las muertes de la población judía son más bien excepcionales, mientras que los palestinos están siendo asesinados todo el tiempo. Ellos están luchando por sus vidas, nosotros, los judíos israelíes, estamos luchando por nuestro privilegio como una nación de amos, porque somos sus ocupantes, los ladrones de su tierra y de su agua».
Algunos apuntan el inicio de la escalada de violencia en el asesinato de una pareja de colonos enfrente de sus hijos ocurrida en esa fecha, otros lo atribuyen a las intenciones políticas de algunos israelíes de cambiar el statu quo de la mezquita de Al-Aqsa. Lo cierto es, que desde hace meses, los ataques a los palestinos van en aumento.
Cuando ocurrió el asesinato de la pareja de colonos, Israel desplegó cientos de tropas militares como forma de búsqueda de los responsables, acorralaron varias zonas de Cisjordania y atacaron a los manifestantes con balas de acero cubiertas de goma y bombas lacrimógenas. Hubo varios heridos según lo reportó La Media Luna Roja Palestina.
En cuanto al statu quo de la mezquita de Al-Aqsa, esta fue atacada a mediados de octubre por las fuerzas de ocupación israelí, en donde hirieron cuando menos a doce palestinos que se les enfrentaron con palos y piedras, lo que es una muestra clara de la desigualdad de las condiciones del enfrentamiento.
A principios de octubre, una organización de líderes cristianos palestinos, hizo público un comunicado en el cual exigían al Gobierno israelí que respetara no sólo el statu quo de la mezquita, sino también el de Jerusalén, entendiéndose como un lugar con una identidad de carácter internacional y multirreligioso, donde cada grupo tiene el deber de respetar las creencias del resto, pero este deber, no se cumple en lo absoluto.
Israel aplica prácticas de castigo colectivo, continúa diciendo el periódico Diagonal, con asesinatos indiscriminados, arrestos extrajudiciales y órdenes de desalojo para demoler las casas de las familias cuyos miembros sean sospechosos de participar en los enfrentamientos.
La violencia no se limita solo a la Cisjordania ocupada, sino que se ha extendido a todo el territorio de la Palestina histórica, incluyendo a Israel y Gaza.
La violencia desatada durante las últimas semanas demuestra el grado de desesperación a la que ha llegado el pueblo palestino. Esta desesperación, considera el periódico Diagonal, “es fruto de las políticas israelíes combinada con la inacción internacional y la coordinación y colaboración de la Autoridad Nacional Palestina con el Gobierno israelí, que ha presionado para hacer a ésta cómplice de sus crímenes. Por un lado, la acción de la comunidad internacional se ha limitado a enumerar las violaciones de derechos humanos del pueblo palestino, sin llevar a cabo ninguna política que haga efectivas las sentencias que defienden sus derechos”.
Varios medios están sacando a la luz una realidad que viene siendo invisibilizada desde hace años: la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha abandonado, por ineficiencia o negligencia, su deber de defender a su propio pueblo.