La revolución en el Maghreb no ha terminado

Salvatore Palidda, Sociólogo de la Universidad de Génova, Italia Vittorio Sergi

Túnez. Las victorias de las revoluciones en Túnez y en Egipto, son acontecimientos políticos de extraordinario alcance, junto con la caída de Ben Ali el 14 de enero pasado. Inimaginable no sólo para los clanes mafiosos de los dictadores, sino también para los mayores expertos mundiales y muchos intelectuales occidentales, apegados a esquemas de análisis tradicionales y estrechos. Países con una historia política y cultural con intensas relaciones coloniales y post-coloniales con el Maghreb árabe, como Italia y Francia, se han mostrado totalmente desamparados política y culturalmente hacia los cambios en curso, y sus gobiernos han intentado apoyar hasta el último momento a los regímenes autoritarios. En Libia, el dictador Gheddafi ha desatado una represión militar, apoyado por el silencio de los gobiernos europeos y con el abierto respaldo del gobierno italiano de Berlusconi. Noticias no confirmadas, hablan de mercenarios italianos que habrían participado en la represión. Por cierto, las empresas italianas como Ansaldo, Finmeccanica y Eni están intentando defender por cualquier medio, a espaldas del pueblo líbico, sus importantes privilegios.

Los cambios en curso tienen muchas causas y sin embargo todos se enmarcan en una evidente crisis del consenso de Washington.

Los aspectos que se pueden subrayar con respecto al marco de la ortodoxia neoliberal y neoconservador hegemónicos en estos años podrían ser estos:

1) Estas revueltas que aspiran a transformarse en revoluciones políticas y sociales, son en primera instancia el fruto de una movilización muy tenaz, sin antecedentes, de jóvenes, de mujeres y luego de la mayoría de la población, niños incluidos, gracias a la victoria sobre el miedo y a la capacidad de una solidaridad humana y política que ha incluido y subordinado las diferencias ideológicas y religiosas y gracias a un uso exitoso uso de los medios sociales de comunicación.

En Túnez, los delincuentes armados empleados por el clan criminal Ben Ali – Trabelsi, fueron desbaratados por grupos de autodefensa de los habitantes de los barrios, armados de palos y cuchillos. Los revolucionarios de la plaza Tahrir en Egipto supieron responder al ataque  violento de los paramilitares de Moubarak, gracias al invento creativo de la fortificación en el medio de la plaza, a la auto-organización de la asistencia sanitaria, y a una cooperación creativa y horizontal para abastecer el plantón a lo largo de los 18 días de resistencia.

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