La lucha de las madres y padres de los 43 en tiempos de el Covid-19

Tlachinollan

Las madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, desde los inicios de la pandemia, en el año pasado, sólo dejaron tres meses  sin salir a las calles. Debido a los númerosos altos de contagios de Covid-19, rebrotes y defunciones en el estado y en el pais, dejaron pasar el mes de diciembre sin la concentración en la Ciudad de México. A inicios del 2021 continúa la incertidumbre de sus protestas, así como el rumbo de las investigaciones y el dilema de la esperanza y la desesperanza sobre el paradero de sus hijos.

En este contexto de pandemia algunos padres y madres de los 43 se han contagiado de Covid-19, esto no significa que no estén luchando, al contrario, han estado demandando a través de los medios virtuales la presentación con vida de sus hijos y de manera presencial cuando se puede ir a la capital de Guerrero y a la Ciudad de Mexico.

La vida

Don Damián perteneciente al pueblo Na Savi (Gente de la lluvia), padre de Felipe Arnulfo Rosa, estudiante desapecido, de la comunidad de Rancho Ocoapa del municipio de Ayutla de los Libres. A menudo cultiva caña para hacer panela y la vende en la cabecera municipal, este trabajo lo ha venido realizando por más de 20 años y es así como ha podido solventar los gastos con su familia, pero no la educación de sus hijos.

Por esta labor a mediados del año pasado se contagió de Covid-19, -“Creí que ya no la libraba, pero tengo un hijo desaparecido y le eche ganas para salir de la enfermedad, ahora ya ando bien para trabajar y seguir la búsqueda de mi hijo”.

Don Damian, no pudo participar en la actividades de protesta al cumplirse los 6 años de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, realizadas en la Ciudad de México debido a que no cuenta con recursos económicos, aunado a que se enfermo y las ventas de panela han bajado debido a la pandemia.

De la caña a la lucha por la aparicion de su hijo

Elabora la panela junto con toda su familia. Se levantan a las seis de la mañana a cortar la caña, la pelan y las acarrean con bestia hasta donde está su trapiche (lugar donde fabrica la panela). Hacen montones de caña durante un día y medio. Cuando ya tienen los montones listos comienzan a molerla, empiezan a las 11 de la noche para velar el proceso de la panela hasta las ocho o nueve de la mañana.

Desde hace más de cinco años no realizaba cierta actividad por la desapareció de su hijo, abandonó su cañal y la producción de panela, mientras su familia era golpeada por pobreza.

Publicado originalmente en Tlachinollan

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