Caminos de la Memoria

Colectivo Huellas de la Memoria

La desaparición de “El Tío” fue para mí un despertar violento

I Los Hechos 

Mónica Torres Soriano es hermana de “El Tío, como le dicen de cariño a Teodulfo Torres Soriano, un activista incansable que estuvo junto con su amigo Juan Francisco KuyKendall en los alrededores de Palacio Legislativo el 1 de diciembre de 2012, en las primeras horas de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto.

Ese día llegaron juntos temprano. Buscaban estar en un lugar seguro para evitar los gases que les lanzarían los policías federales, pero jamás se imaginarían el terrible desenlace. 

Se instalaron al otro extremo de las vallas metálicas que servían de contención y, cuando empezó la refriega, varios proyectiles salieron de entre las vallas de los federales destrozándole el cráneo a KuyKendall. “El Tío” lo vio todo, pues estaba a un lado, filmó con precisión el lugar de donde salió el proyectil y, como pudo, recogió dos cilindros de gas lacrimógeno que son prueba irrefutable de que la policía federal estaba usando ese tipo de armas ilegales para reprimir a los manifestantes.

Como pudieron, Teodulfo y varios amigos, pidieron auxilio, levantaron a Kuy y lo llevaron a la Cruz Roja. Allí, “El Tío” le exigió al gobierno federal que se hiciera cargo de la atención médica de su amigo e inició una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, acusando a la Policía Federal.

Meses después Teodulfo fue citado a declarar como testigo para que entregara las pruebas documentales a partir del 22 de marzo del 2013, pero nunca se presentó. Los amigos y la familia se empezaron a inquietar y lo buscaron sin resultado alguno. Desde esa fecha “El Tío” fue desaparecido, desaparecido como muchas personas hoy en día, pero con la particularidad de que, este caso, se trata de una desaparición política de Estado en el gobierno de Peña Nieto, cuyos patrones de desaparición tienen mucha semejanza con la forma de desaparición política de los años sesentas, setentas y ochentas del siglo pasado.

II La vida y los recuerdos

Nos vimos con Mónica, trae entre sus manos una bolsa de plástico y una postal que habla sobre “El Tío”. Nos quedamos de ver y llega procedente de una de las orillas de la ciudad. No le gusta salir mucho. Parece paradójico, pero casi no conoce el centro y a veces hasta se pierde, es muy diferente a Teodulfo, él andaba por todos lados y se sabía la ciudad como la palma de su mano.

Nos hemos citado para platicar sobre su hermano, nos cuenta y lo describe:

­—Mi hermano desde chico era como muy lindo, nosotros lo consentíamos y todos tratábamos de cuidarlo, no sé por qué pero todos tratábamos de cuidarlo.

Y él de muy chiquito siempre te preguntaba: «¿cómo dice aquí?», y le decía a otro de los hermanos que ya sabía leer y le decía aquí dice esto, pero él no sabía leer, pero a los cinco años ya quería ir a la escuela.

Hay una distancia entre él y yo de 8 años, a mí me tocó cuidarlo, cargarlo. Ahora de grande, él me dice: «Ay pinche Mónica, me cargabas de lado y me dejaste con los pies abiertos porque me cargabas mal» eso me lo decía en tono de broma.

—¿Y cómo es el «Tío» ahora?

Mi hermano es una persona muy tranquila, alegre, pacifista, pero no dejado, tampoco le gusta echar pleito. Es muy trabajador, le gusta estudiar libros. Él no alcanzó a estudiar lo que quería pero ha leído como no tienes idea, tiene muchos libros en la casa.

Nosotros en casa le decimos «Tiodo».

A «Tiodo» le gusta mucho caminar, caminar, conoce toda la ciudad. Caminaba distancias muy grandes. Conoce la ciudad calle por calle. Si queríamos saber alguna dirección esperábamos a «Tiodo». Si teníamos alguna duda y queríamos saber algo, lo esperábamos porque nosotros decimos que es el inteligente de la familia porque sabe de todo.

Le gusta el rock. Asistía desde chavillo a los conciertos, muchísimo, y tiene varios discos de Rata Blanca y de otros grupos.

Le gusta mucho viajar, va a Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, que son los lugares que más le gustan. A nosotros nos dice: «A mí me gusta viajar, ustedes no viajan porque no pueden o no quieren» y se botaba de la risa.

Nunca estaba fijo en ningún lado y siempre muy activo. Llegaba a casa cada tercer o cuarto día de la semana, pero siempre decía dónde estaba aunque tampoco yo no sabía con claridad en qué andaba.

Sabía que estaba en el proyecto de agricultura urbana en Xochimilco, porque llevaba a la casa tomate, lechuga y sobre todo setas.

Sabía también que estaba en la casa de migrantes y en el teatro con el maestro Kuy, porque aquí en la casa se puso a hacer máscaras con vendas y periódicos.

Cuando él llegaba era siempre en la noche y nos veíamos para cenar. Si «Tiodo» llegaba a las once de la noche, pues a esa hora cenábamos. A «Tiodo» le gustan las chalupas, éstas que se hacen con masa, pero aquí las hacíamos con tortillas. A él lo ves delgado, pero hambre tiene mucha y cuando él llegaba había que hacer más.

Siempre veía las noticias cuando estábamos cenando, y decía: «es que sí se pueden hacer las cosas de otro modo». Hablaba de que podía haber un país donde hubiera menos injusticias, pero yo no le ponía mucho interés a su plática hasta que lo desaparecieron. Él respetaba si no nos interesaba de lo que hablaba. Se iba a las marchas y nos decía estuvo bien o mal, pero yo no le ponía atención, ni idea tenía de lo que nos hablaba.

1 de diciembre. 2012 

Juan Francisco Kuykendall y «el Tío» se vieron temprano el 1 de diciembre de 2012. Se fueron juntos. Habían platicado con sus demás compañeros pero había un ambiente tenso, peligroso. Y ellos se fueron solos. «El Tío» traía su cámara que siempre cargaba para documentar y es la misma cámara con la que grabó cómo el proyectil sale de entre las vallas de la Policía Federal que resguardaba San Lázaro y de repente cómo cae Kuy. Hasta allí deja de grabar para atender a su amigo. Lo llevan a la Cruz Roja. Se queda a hacer guardia acompañando a la familia de Kuy, sigue en los proyectos de agricultura y en lo del teatro sin dejar de estar al pendiente de su amigo.

Pasan los días, «El Tío» sigue en sus cosas, vuelve a la rutina, sigue en sus proyectos, llega a la casa cada tres días en la noche, a la hora que llega cena con su familia y ya luego se va a su cuarto.

22 de marzo 

“El día 21 de marzo del 2013, llegó en la noche. Cenamos y estuvo viendo un rato las noticias, como no venía mi hermana se fue a su cuarto. No platicamos mucho. Al día siguiente 22, tuvo una reunión a media tarde, cerca de Portales, en casa de Eva, la esposa de Kuy para ver cómo iba evolucionando. Más tarde, terminando la reunión, acompañó a una compañera a su casa que está cerca de Portales, y de allí se supone que se fue a Periférico para tomar un carro que lo debía dejar acá, cerca de nuestra casa.”

Hay datos de que el 21 le habló Fernanda, hija de Kuy, porque tenía que presentarse a declarar y entregar el material en la PGR, como testigo presencial. Le dan 5 días hábiles para presentarse, pero a partir del 23, ya nadie sabe nada, nadie lo ve. Rumores van y vienen pero no hay nada claro.

III La denuncia 

Nos dice Mónica: “Nosotros denunciamos la desaparición hasta el 12 de abril, porque fue en Semana Santa y pensábamos que había salido y que ya se reportaría como otras veces.

Los amigos y compañeros se comunicaron con nosotros, preocupados, y entonces empezaron a buscarlo y empezaron a alarmarse. Le llaman y no hay comunicación y eso es raro porque siempre “Tiodo” respondía a las llamadas de inmediato.”

Adrián Ciriaco Salvador, representante legal de la familia ante las instancias legales y amigo personal de KuyKendall y de Teodulfo, recuerda: “justo cuando Fernanda me habla a mí y me dice que anda buscando “El Tío” y no lo puede localizar, entonces yo le marco y ya no estaba. Su teléfono suena como el sonido que hace un teléfono descolgado y entonces me cae el veinte y digo ¡chin! Y entonces empiezo a preguntar. Con quien yo me dirijo primero, es con las chicas del Huerto de Xochimilco con quien “El Tío” trabajaba y nada.”

Mónica sigue narrando la angustia de la búsqueda: “Pasa la siguiente semana y mi papá habla a LOCATEL y nos contactamos con los compañeros para informar que mi papá fue a CAPEA(Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes) a levantar la denuncia.

En mayo los compañeros se comunican con un reportero de La Jornada para denunciarlo como una desaparición forzada.

Imprimo la nota y voy a CAPEA y los funcionarios me dan a entender que fueron los Federales y nos dicen que no es de su competencia, nos mandan a la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGR.

Pero primero vamos a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, nos hacen un escrito y lo llevamos a la PGR. Nos levantan la denuncia y lo hacen también como extraviado y ausente, porque para ellos no hay indicios ni elementos que indique que ésta sea desaparición forzada. Entonces en aquel tiempo no hay una línea de investigación clara. Para ellos fue privado de la libertad.

El licenciado Juan José Maldonado, en aquel tiempo responsable del Ministerio Público de la PGR que da seguimiento al caso, nos decía que no encuentran suficientes elementos para que lo investiguen como desaparición forzada; a pesar de que los compañeros han aportado todos los elementos que lo señalan claramente como una desaparición de tipo político, para ellos, para los funcionarios, estaba privado de la libertad.”

Tiempo después y gracias a la acción urgente que hace el Comité Cerezo, el caso de “El Tío” se empieza a defender como una desaparición política y forzada. Le preguntamos a Adrián: qué tanto ha avanzado el caso y nos responde:

Es casi similar al momento anterior. Lo que hemos ganado es una ley chueca que se publicó hace un par de años en donde no hablan de la responsabilidad de las fuerzas armadas que son las que comenten las desapariciones forzadas, que no tiene las características del derecho internacional. No responsabilizas al estado y ahora aunado con el COVID, no hay búsquedas en vida, no hay investigación, hay trabajo de gabinete pero desde la casa del Ministerio Público.

Hemos logrado que se pasara de privación de la libertad a que sea reconocido como desaparecido, pero no desaparecido político, ni como desaparición forzada. Es ahí donde está la trampa de la ley. La ley dice “comete el delito de desaparición forzada el servidor público”, pero el servidor público puede ser el señor que barre la calle y ese ¿qué necesidad tiene de desaparecerme? Así quedó la ley, pero quedaron unos artículos que tienen que cumplir, y lo que logramos es que se reclasificara el delito. La Procuraduría General de la República nunca va a reconocer que sus muchachos desaparecen personas, entonces lo que hacen es iniciar toda averiguación de presunta desaparición forzada por privación ilegal de la libertad. Ahí está Ayotzinapa. A Ayotzinapa la iniciaron por secuestro, hasta después de cinco años se reclasificó por desaparición forzada. Pero antes de inicio se investigaba por secuestro de cajón, pero gracias la nueva ley que en sus transitorios habla de reconfigurar el delito, y entonces ya le dan el delito de desaparición forzada, pero ahora el problema es que, según la ley también los particulares pueden desaparecer personas de manera forzada y ahí para nosotros es diluir la responsabilidad de Estado.

—¿Cada qué tiempo se reúnen con las autoridades?

Nosotros nos reunimos con la autoridad permanentemente, pero obviamente lo que las autoridades tratan de hacer es, buscar al probable responsable con los familiares, con los amigos, con los conocidos…

—¿No hay ningún avance?

Lo que hay como avances son los citatorios a declarar de policías federales y ya han declarado, pero vienen preparados y lo niegan todo, dicen: yo no vi, no me acuerdo, no supe.

También han declarado militares, agentes del ejército, pero nada. No hay una prueba contundente, nada. No hay voluntad política.

—¿Hay una exigencia de investigación específica por parte de la familia y la representación legal?

Nosotros lo que queremos es que se investigue al Estado Mayor Presidencial y a la Policía Federal. Porque ese día de la agresión a Juan Francisco KuyKendall, quien estaba al mando era el Estado Mayor Presidencial, la Policía Federal sólo obedecía a su superior jerárquico y éste a su vez obedecía al Estado Mayor Presidencial. A lo mejor quien le disparó a Kuy era un Polícía Federal, se ve en el video, ¿pero quién le dio la orden? Su superior jerárquico ¿y quién le dio la orden a éste de usar los cilindros de gas lacrimógeno? El Estado Mayor Presidencial.

Entonces, en el hecho de herir a KuyKendall hay una responsabilidad y esa responsabilidad está coaligada con la desaparición “El Tío”, porque seguramente a quien le iba caer la bronca por esa agresión, trató de que no llegara al final de los responsables.

—¿En qué momento se encuentra el caso?

Digamos que se ha avanzado en que se ha reconocido como un caso de desaparición, pero el camino del Ministerio Público es diluir la responsabilidad de los agentes del Estado. Entonces lo que ellos quieren es hacer una construcción narrativa de que a “El Tío” lo desapareció uno de sus camaradas, después de todo la ley lo dice, también terceras personas pueden ser responsables. Eso es lo que el Ministerio Público busca.

Lo que nosotros tenemos pensado hacer es un pronunciamiento virtual y un comunicado, eso sería por el problema de la pandemia que todavía está fuerte.

IV La desaparición de Teodulfo fue como un despertar violento

Ya casi para despedirnos, Mónica se pone pensativa y reflexiona: “A partir de la desaparición de mi hermano, esto fue como un despertar violento. Antes yo sabía que andaba en algún lado y lo iba a ver. Yo pensaba que si una persona se extraviaba lo reportaban y ya luego aparecía, pero no, luego me doy cuenta de la pesadilla de país que estamos viviendo. Ahora, no sé nada y no sé cómo esté mi hermano.

Tú vas a los talleres que te invitan los amigos y de lo que se habla es de puros desaparecidos, puras cosas feas. Y es cuando me doy cuenta de todos los problemas que hay en el país. Yo ahora oigo muchas cosas y veo todas las desgraciadeces que les hacen a los muchachos. Oigo que les cortaron brazos, que les pegan, que los matan con tanto odio como si fuera una venganza.

Es otro mundo: en el lado de nuestros gobernantes, ellos ordenan desaparecer a los de Ayotzinapa y llegan al límite de desollar como lo que hicieron en Iguala a Julio César Mondragón. Eso ya, si uso la palabra monstruosidad se queda corta.

Yo andaba en mis cosas, no sabía nada, nada de lo que pasaba en el país. A raíz de la desaparición de «Tiodo» me doy cuenta de lo que pasa en el país. Nosotros pensábamos que iba a pasear, pero después de la desaparición, sabemos que andaba en esto del activismo.

Luego supimos que estaba en un rancho, allá en Oaxaca, pero también que estuvo apoyando a la APPO en el 2006. Y acá, apoyando el campamento del Molino las Flores en la lucha por la libertad de los compañeros de Atenco. Que también es de la Sexta Declaración de La Selva Lacandona y que iba a las comunidades zapatistas.

Yo sabía que era injusto que hubiéramos pobres y ricos pero nunca había ido a una marcha, sólo las veía en la tele. Pero no iba, porque estaba aterrorizada, porque pensaba que me iba a pasar algo luego luego. Y ahora voy a las marchas con la manta de mi hermano. Y ahora voy por la valentía de mi hermano, pero yo más antes, ni por aquí pensaba ir a una marcha.

Cuando supe que existía esta Unidad Especializada, me dije pues aquí sí me lo van a encontrar, pero estaba equivocadísima, no hay ningún avance.

Allí en las oficinas de la FGR nos han dicho, bajita la mano, nos dan a entender que puede estar muerto y yo le digo, si yo vengo a buscarlo vivo, no vengo a buscarlo muerto. Él estaba bien ¿por qué me lo van a dar por muerto? Y lo queremos vivo y junto con todos los desaparecidos del país, junto con el papá de Nadin Reyes Maldonado junto a los 43 normalistas y todas y todos los más de 88 mil desaparecidos y desaparecidas de México.

Mi hermano andaba aquí por conciencia, porque quería un México justo para todos y porque le importa mucho la situación del campo y la ciudad. Él andaba por conciencia y me queda seguir su ejemplo. Vamos a seguir en la búsqueda. Lo único que nos queda a nosotros los familiares es buscarlos hasta encontrarlos y los queremos vivos.”

Colectivo Huellas de la Memoria

Colectivo que registra las historias de personas desaparecidas y los procesos de búsqueda de sus familiares en México y América Latina. La propuesta es grabar mensajes de lucha y esperanza en las suelas de los zapatos, usados por los familiares durante la búsqueda y denuncia de las desapariciones, y convertirlos en objetos de memoria viva.

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