Fronteras Abiertas

Laura Carlsen

La Cuarta Transformación: ¿beneficio de la duda o crítica responsable?

El trabajo de gobernar es distinto al trabajo de promoverse en campaña. Después de la campaña, despues de la toma de poder, quedan más de dos mil días en que el nuevo presidente tendrá que tomar decisiones a diario que afectarán el futuro del país y su población.

AMLO ha jurado, repetidamente, ‘No les fallaré’. Pero es inevitable, muy aparte de su capacidad de estadista, simplemente porque, como dice el dicho, no se puede complacer a todo el mundo todo el tiempo. Mucho menos en una sociedad con poderosos intereses encontrados, de clase, e intra-clase. Su legado, al final de cuentas, dependerá no tanto de cómo gobierna, sino para quién gobierna. “Por el bien de todos, primero los pobres”, repitio en la toma, pero los ricos se preparan para montar una férrea oposición si el eslogan se traduce en programa de gobierno. Vienen disyuntivas, y más vale enfrentarlas con una visión realista y una medición precisa de las fuerzas, además de las buenas intenciones y una nueva constitución moral.

Eso por parte del nuevo gobierno. Por nuestra parte, tambien el papel de ciudadana es distinto al papel de votante. Se está viendo una polarización que lejos de dejar atrás la pelea por los votos (o abstenciones) se profundiza en las especulaciones sobre que hará el nuevo presidente.

Por un lado, están las personas que apoyan incondicionalmente, argumentando que las propuestas de López Obrador que parecen mantener el estatus quo se salvarán porque emanan de un presidente del pueblo. Las acciones del nuevo gobierno, como el compromiso —un poco confuso— de “que no haya persecución a los funcionarios del pasado”, deben ser evaluados no por sus intenciones moralistas de estar a favor o no de “la venganza”, sino por sus implicaciones concretas legales, sociales y políticas. El presidente no tiene derecho decretar la impunidad de nadie, y si bien existe el indulto presidencial, se aplica después del ejercicio del derecho de investigar y enjuiciar a los responsables de un crimen.

Por otro lado, está la gente de la izquierda y de la derecha que rechaza cualquier acto de López Obrador de antemano por ser de López Obrador. Si miembros de los pueblos indígenas le entregan un bastón de mando, no son legítimos miembros de los pueblos indígenas. Si propone medidas para calmar los mercados, no es suficiente. Sin duda, después de este 1 de diciembre de cielo despejado y sol resplandeciente, hay nubes en el horizonte. Esto no implica esperar a la tormenta con los brazos cruzados y una expresión de “se lo dije” en la cara.

Las dos son actitudes que no ayudan a la nación a superar los graves problemas que le amagan. ¿Cual entonces debe ser el papel de la ciudadanía en este momento de cambio en México?

Tenemos que estar pendientes, pero dejar de juzgar lo que no ha pasado aún y dedicarnos a la tarea de analizar con profundidad lo que está pasando. No podemos entender las propuestas solo por las notas en los peridocios. Como organizaciones ciudadanas, debemos estudiar las acciones y propuestas que más nos afectan y exigir la informacion que necesitamos para evaluar sus impactos. Un buen ejemplo es el análisis del Tren Maya que está llevando a cabo Victor Toledo, con datos y propuestas en lugar de una simplista calificación de sí o no. Otro es el trabajo de las organizaciones de familiares de desaparecidos que siguen participando, analizando, dialogando y sobre todo buscando, sea quien sea el gobierno que tienen en frente.

Es necesario prepararnos para las luchas que tendremos que dar.Para nosotras que nos oponemos a la Guardia Nacional y a la continuación de la guerra, implica estudiar la propuesta en detalle, e identificar los peligros y los puntos inaceptables en el marco de la sociedad desmilitarizada que queremos. Significa desarrollar propuestas alternativas, movilizarnos juntos para analizar, protestar, denunciar y resistir, entre ONGs y grupos de derechos humanos, pero sobretodo al lado de las organizaciones de víctimas que han pagado el precio más alto de esta guerra.

Para las organizaciones que luchan contra el fracking, la privatización del agua y en defensa del maíz y contra los transgénicos, han recibido buenas noticias con la elección de Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, existen amenazas que pueden poner en entredicho estos logros. Tendrán que enfrentar, entre ellos, el hecho de que el nuevo Tratado México, Estados Unidos, Canadá aprobado por el gobierno de AMLO promueve el uso de los transgénicos y las patentes de semillas, el absurdo de que el Partido Menos Verde (PVEM) preside las comisiones de medio ambiente en la legislatura, que los empresarios siguen presionando por mantener las licitaciones para el fracking en territorio mexicano, y que hay fuerzas trasnacionales que jamás desistirán en sus designios para convertir el agua y otros recursos vitales en botines privatizados.

Darle al presidente López Obrador el beneficio de la duda es replicar los viejos estilos de los gobernantes que exigían apoyo incondicional a sus actos y se encerraban en el poder autoritario y el auto-elogio. Ver traiciones antes de que ocurran es no basarse en los hechos y cerrar puertas. Habrán muchos actos y decisiones que criticar en el futuro, pero la crítica responsable de una ciudadanía informada consiste no en pronosticar, sino en analizar constantemente y manifestarse con libertad.

La duda no beneficia a nadie si no se investiga, se indaga y se disipa con el conocimiento y pensamiento colectivo, y la suspensión de la duda no sirve para construir una democracia.

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