Entrevista de Gloria Muñoz Ramírez publicada en Ojarasca, suplemento del periódico La Jornada en febrero de 2010 / foto: Simona Granatti
Eva Castañeda Cortés, mejor conocida como doña Evita, tiene 80 años y es la actual coordinadora de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ), con sede en Michoacán. Es la memoria de la lucha y recuperación de tierras en esta región de caciques y latifundistas, y parte del movimiento indígena y campesino en México. Viuda del abogado y luchador social Efrén Capiz, Evita no deja de asistir a encuentros, congresos y asambleas del movimiento indígena, al tiempo que atiende su casa o parte en autobús a regar sus plantas a su pueblo natal, en las afueras de Morelia.
Su casa es una bodega de expedientes. La sala y el comedor, los cuartos y los pasillos, las escaleras y el estudio, están atiborrados de pilas de carpetas con solicitudes agrarias de miles de campesinos que han acudido a la UCEZ para pedir una ayuda que jamás se les ha negado, ni se les ha cobrado. “A veces nos pagan con frijol, frutas, maíz, jabón, galletas y hasta gallinas”, cuenta esta mujer octogenaria que tiene la energía de una adolescente. Su cita previa a esta entrevista es con los comuneros de Zirahuén, a quienes atiende mientras revisa la estrategia legal, escribe en la computadora y luego se escabulle a la cocina para prepararles algo de comer.
La prisión de su esposo, el asesinato de su hijo, la persecución cotidiana contra toda la familia, ha sido el precio que ha tenido que pagar por enfrentar a los caciques locales. La UCEZ se fundó formalmente el 7 de octubre de 1979 en una asamblea que se realizó en la comunidad de Tingambato, pero sus orígenes Evita los ubica en 1944 “cuando Efrén Capiz Villegas se vino de su comunidad a Morelia a terminar la primaria. Los vecinos de su pueblo le venían a preguntar por las oficinas del departamento agrario para resolver sus problemas de la tierra. Él los llevaba y los ayudaba y ahí fue surgiendo la Unión de Comuneros”.
Efrén y Evita se conocieron en 1950 “pero fue hasta años después que nos fijamos uno en el otro”. Se casaron en 1959 sólo por el civil y no se separaron hasta la muerte de él, en 2006. Décadas de lucha compartida e innumerables batallas legales ganadas en los tribunales y en la acción. Efrén falleció y ella “hizo como si no fuera realidad”, para no caerse. Asumió la coordinación general que ocupó su esposo y le dio seguimiento a todos los pendientes. Hasta la fecha.
A lo largo de su historia “lo más importante que ha hecho la UCEZ ha sido recuperar las tierras de las que se apoderaron los hacendados”. Recuerda el caso de “los muchachos de Maravatío”, unos medieros (así se les llamaba a los peones de las haciendas que hacían todo el trabajo en el campo y la mitad de la cosecha era para el dueño de la tierra y la otra mitad para ellos). “El que se decía dueño de la tierra le daba al mediero semilla, abono y algo de dinero para que comiera mientras se producía. Pero a estas personas de Maravatío el dueño no les daba nada. Los tenía como esclavos”.
Los esposos Capiz recibieron el caso, prepararon un proyecto de solicitud de titulación y bienes comunales y luego se inventaron la figura jurídica de “comunidades indígenas de hecho para los que no tienen nada, para los peones”, con la condición de que los campesinos se comprometieran “a trabajar, defender y disfrutar la tierra en común”. Los medieros aceptaron y desde ese momento dejaron de entregar la mitad de su cosecha a los patrones, al tiempo que se preparó un amparo contra su posible detención y así se mantuvieron durante 14 años. “Después lograron una resolución presidencial por ejido.” Y como este caso, dice orgullosa, “pues un montón.”
Cuenta Evita que un hermano de su madre fue coronel villista y que su padre peleó con Madero. “Por los dos lados me venía, yo creo que por eso me gustó la lucha social y por eso me entendí con Efrén.”
La vida nunca fue fácil para esta pareja de luchadores. En los años sesenta participaron en el movimiento estudiantil de Morelia, a favor del entonces rector de la Universidad, Eli de Gortari. “Yo estaba en primero de preparatoria y en octubre de 1966 empezaron las detenciones. Trajeron el ejército y metieron a los soldados en el colegio de San Nicolás. Ahí estábamos nosotros redactando el decreto de desaparición de poderes. Efrén era el que encabezaba junto con sus compañeros. Yo era la mera secretaria junto con otra compañera.”
El ejército los detuvo y los mantuvo en una zona militar 18 días, luego la dejaron salir a ella y consignaron a Efrén Capiz, quien permaneció en prisión durante cinco años.
–¿Y qué hizo usted ese tiempo?
–Pues terminé mi carrera. Terminé la preparatoria y luego en cuatro años la carrera de abogada. Como a los dos meses me dieron trabajo en un banco y al entrar pedí permiso para seguir estudiando y me autorizaron llegar a las 10 de la mañana. Yo estudiaba de 7 a 10 y me salía 20 minutos antes para llegar a tiempo al trabajo. Y en la tarde regresaba de 4 a 8 a la escuela. Los fines de semana iba a la cárcel a ver a mi marido y también atendía a mis tres hijos.
Cuando don Efrén salió de la prisión, Evita lo llevó a la nueva casa que fincó con un préstamo bancario. Se encontraba en el último año de la universidad. “Luego él y yo seguimos en el trabajo. Solita empezó a llegar la gente a pedir apoyo jurídico. Un año después terminé la carrera, en 1972. La empecé a los 38 años y terminé a los 42, pero no me recibí en ese año porque Arriaga nos manda asesinar a nuestro hijo el mayor y no me quedaron ganas de nada. Dejé pasar siete años y luego me recibí por puro orgullo, a los 50.”
Con el levantamiento de los zapatistas en Chiapas, en 1994, Evita dice que “sentimos que ya no estábamos solos para enfrentar al gobierno”. Y a partir de ese momento se involucraron en todas las iniciativas del EZLN, en las marchas, las consultas, los encuentros en Chiapas.
“Una vez cuando a Efrén lo cita Marcos en Chiapas, casi lloraba porque tenía un asunto en San Pedro Uruapan, donde había que desalojar a un cacique. Y le dije, ‘cómo que a quién se lo dejas si aquí estoy yo’. Y me dice ‘¿te lo echas sola?’ y pues qué si no hay más.” Una fotografía del subcomandante Marcos ataviado con un jorongo regalado por Efrén Capiz es mudo testigo de esta relación de lucha.
La entrevista termina porque desde temprano un grupo de campesinos esperan turno en la puerta. Evita se disculpa con una sonrisa, no sin antes advertir que el gobierno está haciendo todo “para que el pueblo se levante. Los senadores y diputados están autorizando que suba todo, son unos arrastrados, no tienen dignidad, pero cuando el pueblo se decida a tomar las riendas esto va a cambiar.”