Fronteras Abiertas

Laura Carlsen

Fronteras abiertas

El título de esta columna, “Fronteras Abiertas”, es una provocación abierta a la política actual de los Estados Unidos. La campaña de Donald Trump se construyó a base de satanizar la frase, al referirse, mentira tras mentira, a una supuesta política del partido demócrata de permitir el paso indiscriminado por la frontera sur. Según la narrativa que desarrollaron los nacionalistas blancos antes de la campaña, se dio lugar a una invasión de extranjeros y a la pérdida de soberanía e identidad nacionales, esta última entendida exclusivamente como blanca y de origen europeo. Con mucho esmero y un propósito claro —la presidencia—, Trump no sólo criticaba a una política que no existía con la clásica falacia de hombre de paja, sino también logró explotar la profunda veta de racismo que subyace en la sociedad estadunidense y satanizar de paso a millones de migrantes.

Con un éxito que pocos esperábamos, fue vendida la idea de que “la frontera abierta” es sinónimo de una conquista paulatina de la nación, de flaqueza contra el enemigo, y una malvada conspiración de “otros” contra “nosotros”.

Podemos utilizar todos los argumentos para explicar cómo esta manipulación de conceptos sociales e inseguridades personales fue, y sigue siendo, inmoral y sumamente dañina a la vida democrática y la convivencia humanas, no sólo en EE.UU. sino en todo el mundo, empezando por México donde compartimos la frontera satanizada. Sin embargo, estamos frente a un gobierno y un segmento de la población estadunidense que tiene poca o nula consideración por principios democráticos y éticos. En este contexto inusual, mejor tarea es entender los hilos que jalaron para llevar al poder la más vil xenofobia y racismo en una sociedad que se considera a sí misma civilizada.

Un estudio de la Universidad de California-Los Ángeles nos ayuda con esta tarea. En análisis exhaustivo de 6,000 tweets y 300 discursos de Donald Trump, antes, durante y después de la campaña ya como presidente, señala a la frase “fronteras abiertas” como una de las metáforas fundamentales para movilizar a votantes en los lugares necesarios para ganar el colegio electoral.

El mensaje es impresionantemente consistente. De un empresario político criticado por sus ex abruptos e incoherencias, el equipo de investigación encontró un discurso que por la fuerza de la repetición y su simplismo logró ganar una elección con conceptos como el racismo y la misoginia que habían sido rechazados en la cultura política antes de su campaña.

El estudio desglosa lo que llama la “falsa narrativa” de Trump así: “América, antaño el gran castillo en el cerro, se encuentra sitiada. Sus muros están rotos, sus fronteras yacen abiertas, y está invadida por invasores sin piedad. Nuestro enemigo, México, nos ha inundado con lo peor de su gente: criminales violentos, cárteles de droga, pandillas, y traficantes. Mientras tanto, políticos americanos estúpidos y corruptos nos han llevado a esta crisis existencial. Solo el valiente Trump puede salvar nuestro país dejando que las fuerzas de seguridad utilicen la fuerza para sacar del país a los invasores, y construyendo un Gran Muro para “hacer América grande de nuevo”.

Si fuera puro discurso para ganar una elección, no tendríamos que preocuparnos tanto. Pero va avanzando como política. En diciembre el Washington Post publicó información sobre las nuevas medidas anti-inmigrantes que contempla el gobierno de Trump. Entre ellas, está separar a los niños de sus padres al llegar al país desde América Central, una medida que contradice los “valores de la familia” de la derecha, dejando claro que éstos solo se aplican a las familias blancas.

Ya están buscando a la gente que intenta traer a sus hijos a vivir con sus padres en Estados Unidos, en algunos casos acusando a los papás de tráfico de personas. Las medidas cada vez más crueles responden supuestamente a un incremento en el número de niños no acompañados (que subió 26% entre octubre y noviembre) y familias (45% por el mismo mes) cruzando la frontera. Pero aparte de los números, tales medidas siempre han formado parte de la agenda de la ultra-derecha y supremacistas blancos en el país.

Esta agenda es global, aunque encuentra su expresión más feroz en el gobierno de Trump. Un periodista describe la situación a medio mundo de distancia que tiene muchos paralelos a la nuestra.

Los europeos quieren trasladar la frontera sur desde la orilla norte del Mar Mediterráneo a la orilla sureña del desierto de Sahara. Bases militares francesas se extienden por todo el Sahel, y Estados Unidos está construyendo una base enorme en Agadez, Nigeria, para lanzar drones que vigilarán la zona. Los militares han llegado al Sahel para impedir el flujo de migrantes.”

Las fronteras no solo no están abiertas, sino se extienden, se refuerzan y se enderezan en todo el mundo. Sea el Plan Frontera Sur o el Plan Sahel la respuesta a la desesperación de miles de familias es la militarización y la muerte.

¿Qué pasaría si adoptáramos un concepto de fronteras abiertas? ¿No sin control ninguno, pero que reciben con brazos abiertos a las personas que necesitan refugio, sustento y un lugar seguro para vivir con sus hijos? ¿Si se privilegiara un concepto de seguridad humana por encima de la mal-llamada seguridad nacional o interior que tanto les gusta a los gobiernos represivos y racistas, y sobre todo a la industria de la guerra permanente? Todos los estudios económicos indican que los migrantes son buenos para las economías nacionales y que con menos restricciones los flujos migratorios tienden a racionalizarse —los que quieren regresarse podrán hacerlo sin perder contacto con la familia al otro lado, los criminales no tendrían la presa fácil que ahora sirve para extorsión y reclutamiento forzado, los políticos y policías corruptos y los patrones no se aprovecharían de la situación indefensa de las trabajadoras y los trabajadores migrantes.

Para enfrentar el discurso de Trump, tenemos que construir otras narrativas atractivas. En lugar de satanizar la idea de las fronteras abiertas, es hora de abrazarla y mostrar en los hechos los beneficios de la migración y las personas migrantes, además de remediar las causas de la migración forzada. Tenemos la capacidad de construir nuevos escenarios en donde la convivencia se dé con base en el respeto mutuo y la compasión. Para hacerlo tenemos que entender el discurso de Trump, además de rechazarlo, y proponer alternativas, además de desmentir la falsa narrativa.

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