En el Distrito Federal, la injusticia viene “de oficio”

Jaime Quintana Guerrero

Ciudad de México. Como con tantos otros «presuntos culpables» en las cárceles de México, a pesar de no haber ninguna prueba física en su contra y de que la acusadora intentó retractarse de sus dichos, Marduk Chimalli Hernández, estudiante, artista y deportista está esperando sentencia por un delito que nadie puede comprobar que cometió. Dentro de las irregularidades se cuenta la “desaparición” de las cámaras y las videograbaciones que serían pruebas a su favor, y la presión del ministerio público a la acusadora para que no se desistiera de la acusación, amenazándola de inculparla por falso testimonio.

Marduk Chimalli Hernández fue detenido el 15 de marzo de 2013 por elementos de la policía del Distrito Federal que lo acusaron por robo agravado. A escasos 200 metros de llegar a su domicilio, en la delegación Azcapotzalco, fue aprendido y trasladado al Ministerio Público, confundido con quien realmente cometió el delito.

Marduk Hernández es un joven estudiante de comunicación visual en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y de comunicación y cultura en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Como deportista, se destaca en el tae kwan do de alto rendimiento. Como hijo de maestros, aprendió el arte de la lucha social y apoyó la huelga de estudiantes y maestros de la UACM. Una de sus hermanas, coreógrafa del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), apoya al movimiento YoSoy132 desde Bélgica. La mayor de ellas enseña natación a niños ciegos.

Se le acusa por robo de un celular y unos anillos, pero el perfil delictivo no corresponde a la forma de vida de un estudiante que pasa la mayor parte de su tiempo en actividades formativas. Tampoco hay elementos que lo vinculen con el delito, salvo una primera declaración de la acusadora que después intentó retractarse, pero fue amenazada por el agente del Ministerio Público para que no lo hiciera.

A Marduk lo confundieron, informa el doctor Luis Ignacio Hernández Ireberri, su padre. “Se le imputó el responder físicamente a ciertos rasgos de una persona que en ese momento se buscaba. Mi hijo se comunicó telefónicamente conmigo y acudí de inmediato a su auxilio”, recuerda. Cuando llegó al lugar, “la mujer afectada decía reconocerlo como la persona que lo agredió y que tendríamos que ir a la delegación a aclarar  la situación”.

Al día siguiente, relata el padre de Mar, “la ofendida se presentó nuevamente en la agencia del Ministerio Público, y en el diálogo con nuestro abogado manifestó su error y estuvo dispuesta a retractarse”. Sin embargo, el agente del Ministerio Público no se lo permitió, diciéndole que se le perseguiría a ella por el delito de falso testimonio si se retractaba de reconocer a Marduk Hernández. La causa se siguió de oficio, señala el señor Hernández, “sin tomar en cuenta ninguna parte de la declaración de mi hijo y considerando plenamente como cierta la acusación de la persona robada”.Sin que se tomase declaración a nadie más, Marduk fue trasladado al Reclusorio Norte sin avisar a sus familiares.

“A mi hijo no se le encontró huyendo”, menciona el padre, “no ofreció resistencia alguna, ni le fue encontrado objeto alguno producto del robo, y a pesar de haber presentado constancias de estudios y documentos que acreditaron su domicilio, se le consideró como responsable de lo que se le estaba acusando”.

Tanto sobre la avenida Clavería, lugar de los hechos, como sobre la vecina avenida Heliópolis, existen cámaras de videograbación, cuya información fue solicitada a al Ministerio Público para que se recabaran pruebas a favor de Mar. No obstante, dicha autoridad negó su existencia pese a que le fueron presentadas fotografías y números de las mismas que la familia se dio a la tarea de identificar: la cámara 4551, de Clavería e Irapuato (lugar de tránsito de la ofendida); la cámara 1261, de Heliópolis y Texcoco (lugar de tránsito de Marduk); y la cámara de tránsito vehicular de la glorieta de Camarones. Adicionalmente, se identificaron dos cámaras más: la cámara interna de la tienda Oxxo, que la ofendida da como referencia de los hechos, y la de la empresa de seguridad privada SIGMA, ubicada en avenida Clavería y Nubia.

Ya en el Reclusorio Norte, acusa el padre, Marduk quedó expuesto los presos que hacen cobro de dinero por el pase de lista (si no tiene 10 pesos lo golpean), por pasar por la comida, por usar dormitorio (cuando no tuvo 10 pesos durmió afuera), por tener visita. Marduk está a en el centro de Observación y Clasificación del reclusorio, donde espera que el  lunes 15 de abril dicten su sentencia.

El caso de Mar, como lo conocen sus amigos, no es nuevo ni mucho menos el único que se cuenta en la ciudad de México como abuso de la policía metropolitana. El 1 de diciembre de 2012, cerca de ochenta jóvenes, unos que formaban parte de las manifestaciones contra la llegada de Enrique Pea Nieto al poder y otros que sólo pasaban por allí, fueron detenidos durante el operativo policiaco y acusados de delitos que jamás se les comprobaron. Otros detenidos no han tenido tanta suerte y siguen en las cárceles.

Publicado el 15 de abril de 2013

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