El año nuevo entre los pueblos indígenas de La Montaña de Guerrero

Tlachinollan

«El cerro de la garza es el lugar donde hace más frío de la Montaña, cerca de Cochoapa el Grande, aún el municipio más pobre. El frío golpetea los cartílagos que cualquier visitante no toleran. Algunos traen cobertores, chamarras muy gruesas, sus botas, mientras nosotros no usamos nada porque ya nos acostumbramos, es nuestra tierra. Los niños de estas tierras ni si quiera se ponen chamarras ni huaraches. Las mujeres son las que fomentan siempre el uso del huipil con faldas largas y anchas»

Cada fin del año llegan aproximadamente quince o veinte rezanderos, para hacer sus pedimentos para el año que viene. Todos se conducen con mucho respeto; nadie puede cruzar encima de las ofrendas. Para las y los niños es prohibido brincar o jugar. Como si llegaran a una casa en la que viven personalidades de alto nivel y lo primero que hacen es persignarse. Los Tata Tyee entregan un mensaje muy profundo de su corazón al momento de pedir sus deseos. Así nos relata una de las participantes:

“En la cima del cerro de la Garza recibimos el año nuevo. Todos los años, el treinta y uno de diciembre, acostumbramos subir muy temprano. Mucha gente de todas las comunidades que pertenecen al municipio de Cochoapa el Grande, llevamos nuestros hijos, hombres, mujeres, jóvenes y los abuelos. Cada quien lleva sus cosas que va a ocupar el señor rezandero, quien pide los deseos y hace el cambio de nuestro año espiritualmente; pide nuestro dinero, nuestros animales, que en el año nuevo no nos dé ninguna enfermedad (Covid-19), que no tengamos problemas, que no llegue la brujería a nuestra familia y todo el pueblo, el señor reza por todos”.

Los integrantes de la mayordomía del Patrón de la Salud de la comunidad de Cahuañaña, llevan flores, velas, leña, ollas de agua porque en la punta del cerro no hay. Estará la banda de viento y los jóvenes bailan el toro pirotécnico; lo encienden y truena en la punta del cerro. En esta euforia sacralizada la gente de la lluviasacrifica un chivo a cambio de los deseos para el pueblo.

El mayordomo tiene que llevar su Tata Tyee para que rece y mate el chivo. Al haber recolectado la sangre en una cubeta, las participantes lo riegan en la ofrenda para que coman las deidades en los pedimentos. Entregan todas las partes sagradas del cuerpo del chivo: la punta de sus orejas, las cuatro pesuñas, la cola, la nariz. Con otros los animales sacrificados, ya sea guajolote o pollo, se los pone a hervir para que la carne sagrada se entregue a la ofrenda.

Después las mujeres ponen un comal en una fogata y calientan tortillas.  Los topiles empiezan a repartir los platillos, invitando a comer toda la gente que se encuentra en el cerro. Ofrecen refresco, cerveza, aguardiente, mezcal tanto a las personas que acudieron, que toman todo por respeto, así como a las deidades. Todos y todas bailan para despedir el año viejo.

Publicado originalmente en Tlachinollan

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